El pantano de Forata resiste en el nomenclátor

Valencia

El pantano de Forata, situado en el término de Yátova y nutrido por las aguas del río Magro antes de su desembocadura en el río Xúquer, se convirtió en uno de los protagonistas del desgraciado episodio de lluvias acaecido el pasado 29 de octubre. Sin quererlo, su nombre empezó a circular por los medios de comunicación y las redes sociales debido su estratégica localización durante la fatídica avenida, pero lamentablemente también fue instrumentalizado por los difusores de bulos que todavía hoy sostienen que la apertura del embalse influyó en la crecida del barranco del Poyo - una cuenca que nada tiene que ver con el Magro- una hipótesis totalmente refutada por los técnicos y profesionales.

En cualquier caso, este no es el único infundio que se intentó difundir sobre el pantano de Forata durante aquellos días. Otro argumento muy utilizado por los llamados irónicamente “nostálgicos de la dictadura” es que gracias a la política hidráulica del dictador nos hemos salvado de una tragedia peor. Pero como suele pasar en estos casos, no hay nada mejor que consultar la hemeroteca para desmontar tamañas patrañas. Y la realidad es tozuda, pero las primeras noticias sobre el panatano de Forata las encontramos en 1934, durante la II República, cuando la prensa recoge la creación del comité Pro-Pantano de Forata, compuesto por los regantes del río Magro procedentes de las poblaciones de la Alcudia, Alfarb, Alginet, Benimodo, Carlet, Catadau, Guadasuar, Llombay, Montroy, Real y Turís.

No en vano, ese mismo año, los propios regantes valencianos de la ribera del Xùquer se reunieron en Madrid para impulsar la constitución de la Confederación Hidrográfica que debía gestionar las infraestructuras necesarias para asegurar los cultivos, entre ellas los tres pantanos principales: el de Alarcón, que ya se encontraba en construcción, el de Blasco Ibáñez – posteriormente Generalísimo y ahora Benagéber- que estaba en proceso de expropiación de los terrenos del propio pueblo de Benagéber y el de Forata, donde se habían iniciado los trabajos de sondeo.

Es decir, que los tres principales pantanos de la cuenca del Xúquer-Turia, Alarcón, Benagéber y Forata, ya se encontraban en proceso de ejecución cuando se produjo el golpe de estado de 1936 y la consecuente Guerra Civil, que paralizó toda la obra pública y no se retomó hasta bien pasada la posguerra. En concreto, las obras del pantano de Forata se reactivaron en 1945 pero su construcción no se dio por finalizada hasta 25 años después, en 1970. Lo mismo pasó con los pantanos de Alarcón y Benagéber, aunque su inauguración no se dilató tanto como el de Forata y entraron en funcionamiento en la década de los 50.

Para ponderar el grado de manipulación que hizo la dictadura franquista respecto a su política hidráulica son muy concluyentes las ceremonias de inauguración y la pompa mediática que le daba el aparato propagandístico, pero resulta más llamativo que se utilice el nomenclátor callejero de una ciudad para hacer publicidad de los logros del régimen en este apartado, como así se hizo en Valencia rotulando tres calles cercanas al hospital Dr. Peset -entonces Sanjurjo- con los nombres de Forata, Benagéber y Alarcón. Estas pequeñas calles, paralelas entre sí y perpendiculares a la avenida de Gaspar Aguilar, fueron fagocitadas a principios del siglo XXI por la apertura del Bulevar Sur y la remodelación urbana de esa zona del distrito de Jesús, de la cual solo se libró la calle de Forata, que aun pervive en la actualidad.

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