La València olvidada: Viria Acte (por Juan Francisco Ferrándiz)
Hoy nos dirigimos hasta la plaça de l'Almoina, en pleno centro de la ciudad

La València olvidada: Viria Acte (17/09/2025)
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València
Hoy empieza mi viaje con nuestros oyentes (y lectores) en esta veterana sección y he querido desplazarme a lo que fue el corazón más antiguo de la ciudad… hasta la plaza de la Almoina, donde encontramos las ruinas romanas de Valentia y un museo con todo ese tesoro recuperado. Aquí estuvo el foro romano que era el centro social y religioso de la ciudad. Todo lo que pisamos fueron casas, calles, talleres, templos y estatuas. Pero nosotros vamos en busca de una historia, una historia oculta en una figura que se expone en el museo. Normalmente, cuando visitamos museos y vemos filas de estatuas solemos pasar de largo, a lo sumo, leemos el nombre y echamos un vistazo rápido. Sin embargo, en el museo de la Almoina encontramos una vieja imagen de mármol, estropeada que se encontró en 2007 aquí mismo. Esta estatua nos susurra una historia fascinante sucedida hace unos dos mil años, una estatua con nombre de mujer: Viria Acte.
Se trata de una pieza de mármol romana, con el cuerpo de una mujer a la que le faltan las partes más débiles como la cabeza y las manos como suele ser habitual en estos hallazgos. Y también tiene los pechos mutilados, algo que habría sucedido en el siglo IV, siguiendo la orden de ortodoxia religiosa de Teodosio. El arqueólogo municipal Vicente Lerma y el equipo que la desenterró llegó a pensar que era la diosa Fortuna, que tenía culto en València, pero, al comparar sus inscripciones con otros pedestales encontrados en la zona, descubrieron que la imagen estaba dedicada a una mujer de la ciudad, una mujer llamada Viria Acte. Aquí empieza la sorpresa y el misterio.
El acabado de las formas, los detalles de pliegues, el cabello y hasta la pose del cuerpo, revelaban que era una obra de enorme calidad, muy cara ya en el momento en el que se esculpió. No es simplemente una figura, es el trabajo refinado de un taller que conocía bien el oficio. Y lo más intrigante: había estado colocada en el Foro de esa Valentia imperial, un lugar donde solo estaban las imágenes del césar y de grandes aristócratas… Sin embargo, el ese nombre como tal estaba asociado a gente esclava… ¿Cómo podía lucir en el foro la estatua de una mujer que probablemente en su origen era esclava?
Antes de responder debemos situarnos en contexto, para comprender la maravilla de esta historia olvidada. Estamos en Valentia, una ciudad romana a finales del siglo I principios del II, en pleno esplendor imperial, con costumbres romanas y donde la mujer vivía sometida al padre y luego al esposo. Esto afectaba a todas las capas de la sociedad romana, desde la aristocracia a las clases humildes. Por tanto, las mujeres romanas no podían aprender oficios y estaban obligadas a recluirse en los hogares para realizar tareas del hogar. Sus labores eran las domésticas y, en caso de tener afinidades artísticas, escuchaban música o escribían poemas.
Viria Acte vivió hacia finales del siglo I d.C. y en el siglo II. Se cree que tuvo origen humilde; el cognomen “Acte” era habitual entre esclavos, lo que sugiere que pudo ser nacida esclava o al menos con una condición social baja, para luego ser manumitida, es decir, liberada. Se casó con un tal Lucio Antonio Crescente, aunque no está del todo claro qué clase de relación tuvieron en términos sociales. Su relevancia pública viene de que dirigía un taller de esculturas, estelas, aras, pedestales… Es decir, ella, ojo, no esa supuesta pareja, sino ella, estaba al frente de un taller de tallar estatuas, etc. Tenía mano de obra especializada, materiales, permisos, contactos… En fin, una empresaria de la época, algo insólito, casi único en aquella sociedad y que pasó aquí en Valencia
¿Cómo pasó de ser una simple esclava a tener su propio taller?
En Roma y en sus provincias, si eras esclava, podías obtener la libertad, convirtiéndote en liberta, y eso abría posibilidades: poder poseer bienes, contratar, invertir, y hasta fundar un negocio. Era muy difícil, pero Viria Acte parece que lo hizo, y nos podemos imaginar mil peripecias para conseguirlo. Debió ser una mujer luchadora, pues en las inscripciones es ella sola y no una familia. Luego algo clave tuvo que pasar en su vida para que lograra poseer en propiedad un taller.
Es probable que al principio el taller fuese modesto, que comenzara con encargos privados para tumbas, y luego creciera con esfuerzo y mucha astucia por parte de esta mujer. Si recordamos la calidad de su estatua, intuimos que se granjeó buena fama, y eso le traería prestigio y más beneficios.
Por las breves inscripciones sabemos que tenía libertos contratados, decir, esclavos liberados. Tuvo a un capataz llamado Ampliado, a se menciona otro nombre, Calírroe. Son ellos los que, en agradecimiento a Viria, le erigen una estatua. ¿Qué quisieron agradecer… la libertad? Más misterio… Y si queremos añadir algún personaje secundario más, también hay otro pedestal a nuestra protagonista encargado por una mujer de apariencia patricia llamada Fabia Gratia Maximila, ¿Qué representó en la vida de Viria? Otro enigma perdido en el tiempo…
Pero el mayor misterio de la efigie de Viria Acte es el lugar donde se encontró, como hemos dicho, el foro romano. ¿Qué pasó en su vida para pasar de ser esclava a ocupar el espacio reservado a los dioses, el césar y algunos patricios de lo más alto? Hizo algo que sin duda impresionaría a la gente de su tiempo, pues su nombre también aparece en otros restos y los arqueólogos han deducido que Viria Acte fue la como benefactora de la restauración del templo que dedicado al Dios Marte… Esto debió impresionar tanto a la sociedad de su tiempo y de alguna manera la hicieron inmortal levantando imágenes suyas en el foro.
¿Qué implicaciones podría tener que la estatua de una mujer estuviera colocada en el foro de la ciudad, el lugar principal?
Es muy significativo. El foro era el espacio público por excelencia: política, comercio, ceremonias, justicia… poner ahí una estatua era dar visibilidad, reconocimiento público. Que una mujer (y no una mujer aristócrata), consiguiera ese honor es único y extraordinario. Es una declaración pública: “Esta mujer de origen esclavo, luchó por su libertad, trabajó, ensalzó a los Dioses y merece honor”. No diréis que no es un tesoro olvidado que tenemos en Valencia, aquel cerca, en el museo de la Almoina.
El hecho de que en las inscripciones se indique que liberó a sus esclavos y estos le erigieron la estatua en agradecimiento, sugiere que estamos ante una mujer firme, valiente y que amaba la libertad.
Detrás de cada obra de arte, hay un alma representada. Y hay amor en la calidad y esmero de la imagen de Viria Acte. Hoy una historia que contar, y yo la imagino llena de resiliencia, de libertad, de espíritu de lucha, de amistad con Fabia Maximila… También, seguro, de sombras y obstáculos. ¿Cómo vivía? ¿Qué casa tenía? ¿Cómo era su día a día? ¿Lucio Antonio Crescente, era su esposo o un fogoso amante? ¿Cómo venció el desprecio que sufrían las mujeres por parte de los gobernantes y la sociedad? ¿Se convirtió en una gran matriarca? Un personaje de novela, sin duda.
Una última reflexión. València está llena de historias y a menudo caminamos sobre ellas sin verlas. Viria Acte es un ejemplo. Si solo con vieja una estatua ya se nos susurra una vida maravillosa, ¿cuánto más nos queda por descubrir? Os recomiendo que, cuando podáis, os deis un paseo por la Almoina, os paréis ante las ruinas y visitéis el Museo. Quizás, con imaginación podamos ver la silueta de esa mujer, Viria Acte, caminando por la plaza empedrada del foro, dispuesta a contar su historia.
Texto: Juan Francisco Ferrándiz
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Quique Lencina
Filólogo de formación y locutor de profesión, actualmente forma parte del equipo digital de Radio Valencia...




