La calle de Sant Donís, el patrón de los enamorados valencianos
La calle dedicada a Sant Donís toma el nombre de la desaparecida iglesia de San Miguel y San Dionís, uno de los enclaves urbanísticamente más maltratados de Ciutat Vella

Callejeando con Luis Fernández
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Valencia
La iglesia de San Miguel y San Dionisio de Valencia se encontraba, tal y como se deduce de la toponimia urbana, junto a las calles de San Miguel y San Dionisio, en el mismo espacio urbano que ahora preside un voluminoso bloque de viviendas de estilo casticista, obra del arquitecto Javier Goerlich, levantado en 1949 sobre el solar de la mencionada iglesia, que fue derribada tras la Guerra Civil. De la vieja fábrica de la iglesia tan solo se salvó la portada neoclásica, reconstruida como acceso a la nueva iglesia de San Pascual Bailón en la calle Dr. Moliner.
No era, ni mucho menos, el templo más notable de la ciudad, pero sus muros sí que guardaban pasajes singulares de nuestra historia, como por ejemplo que estaba situada en plena morería — el arrabal del noroeste de la ciudad que estuvo habitado por los moriscos hasta su expulsión en el siglo XVII— y fue erigido sobre la última mezquita de la ciudad que fue consagrada al culto católico. No en vano, según cuentan las crónicas, durante la revuelta de las germanías los devotos cristianos llevaron a la aljama una imagen de San Miguel y celebraron la primera misa allí el día de San Dionisio, dedicando por esta razón su advocación a ambos santos.
Así pues, como suele ser habitual, alrededor del templo se empezó a generar una toponimia tradicional vinculada al edificio de referencia, cuyo propósito era fundamentalmente la orientación por la ciudad, entre ellas la que hacía referencia al cementerio de San Miguel. Una denominación que era muy común cuando las necrópolis parroquiales se encontraban intramuros junto a las respectivas iglesias, pero que perdió su sentido cuando estas fueron, a finales del siglo XVIII, prohibidas en la ciudad por motivos higiénicos.
Fue entonces cuando los nombres de muchas calles que llevaban el apelativo de cementerio o fossar en valenciano fueron sustituidos por otros más acordes a los nuevos tiempos, entre ellos la calle del cementerio de San Miguel, que pasó a denominarse en 1882 calle de San Dionisio, por ser el otro santo venerado en dicha iglesia, nombre que aún conserva en la actualidad, pero no el único que ha tenido esta calle.
Como curiosidad, este pequeño callejón que antaño rodeaba el templo de San Miguel, también fue conocido como carrer del Botxí porque era allí donde residía el verdugo de la ciudad, conocido también como morro de vaques, el funcionario municipal encargado de aplicar las torturas y la pena de muerte a los condenados. Un personaje siniestro que era obligado a vivir en las afueras de la ciudad o en barrios como la morería con el objetivo de infundir miedo a sus habitantes.
En la actualidad, la calle de San Dionisio es apenas la fachada del mencionado bloque de Goerlich, uno de los entornos peor urbanizados y cuidados de Ciutat Vella, donde predominan los solares y las medianeras de las casas fuera de ordenación. Afortunadamente, sobre la fachada del edificio todavía se conservan dos placas cerámicas con el rótulo de calle de San Dionisio, colocadas en 1949 y que, al menos, no han sucumbido a la continua degradación y despersonalización del barrio.
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Luis Fernández Gimeno
Ingeniero Técnico en Topografía y Máster en Teledetección por la Universidad Politécnica de Valencia....




