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La València olvidada: el señor de Náquera (por Juan Francisco Ferrándiz)

Viajamos al corazón de la ciudad para recordar una historia extraña e inquietante

La València Olvidada (05/11/2025)

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València

En estas fechas de noviembre tan cercanas al Día de las Ánimas, en La València Olvidada viajamos al corazón de la ciudad para recordar una historia extraña e inquietante, que se contaba hace mucho tiempo al pasar por una de las plazas históricas de nuestra ciudad.

Aunque parezca que eso de los guías locales en las ciudades es algo moderno, lo cierto es que hace siglos también había gente que, por unas monedas, guiaba a los forasteros por ciertas calles importantes y lugares de la ciudad. Les mostraban los edificios y contaban sucesos e historias locales.

Uno de los sitios que despertaba mayor interés era la plaza Cisneros, cerca de las Torres de Serranos, pues era el lugar donde se contaba una de las historias más inquietantes y misteriosas de Valencia… y es la que vamos a contar hoy.

Imaginemos que somos esos visitantes que llegan a València un día de noviembre y que uno de esos guías nos lleva a la histórica plaza Cisneros. ¿Cómo empezaría esta historia?

Estamos a caballo entre los siglos XVIII o XIX, el guía nos ha recogido en las Torres de Serranos, y nos muestra el corazón de la ciudad, a través de la calle Serranos, donde se alzan los palacios de la nobleza valenciana, y nos trae a la plaza de Cisneros. Aquí estaba en ese tiempo aún el palacio los señores de la alquería de Náquera, un título concedido por el rey Jaume I tras su ayuda en la conquista de Valencia en 1237. Justo aquí, en tono misterioso, el guía nos contaría que un descendiente del linaje de Náquera, desde una ventana, vio pasar un entierro por esta plaza… era su propio entierro…

Se cuenta que una tarde, quizás fría y oscura como las de noviembre, el noble observaba la calle desde la ventana de su salón. De pronto, oyó el sonido de campanas fúnebres y el rumor de un cortejo que avanzaba lentamente por la plaza. Al mirar, vio una cruz de plata abriendo paso, seguida de un féretro cubierto de negro y tirado por corceles oscuros, con crespones y plumas negras. Detrás, clérigos, caballeros y damas vestidas de luto llenaban la calle. Todo indicaba que se trataba del entierro de alguien de alcurnia. Él era un importante noble de València y, molesto por no haber sido avisado, mandó a su criado a preguntar por el difunto. El mozo regresó pálido, con la voz temblorosa, y dijo: “Señor, el entierro es… el vuestro.” Primero pensó que se trataba de una broma de mal gusto. El noble envió a otro criado, pero volvió con la misma respuesta. Entonces bajó él en persona a la plaza, dispuesto a aclararlo. Y allí, entre la multitud, nadie lo reconoció. Todos lo miraban como si fuese un extraño, y al preguntar por el muerto, la respuesta fue unánime: el difunto era el señor de Náquera.

Como es lógico, el noble primero se enfadó, pensando que alguien trataba de burlarse de él. Pero el desconcierto se convirtió en miedo. Regresó al palacio y cerró puertas y ventanas, intentando convencerse de que todo era un error. Sin embargo, el cortejo seguía pasando, inacabable, como si diera vueltas alrededor de la plaza. Y el sonido fúnebre de las campanas no cesaba. Aterrorizado, el noble interpretó aquello como un presagio de muerte. Mandó preparar su caballo y salió por la puerta trasera del palacio para huir de aquella visión siniestra. Cabalgó sin descanso hasta su señorío de Náquera, a los pies de la Sierra de la Calderona, donde tenía otro palacio.

Sus sirvientes lo vieron llegar entrada la noche, con el rostro desencajado y la tez pálida. Descabalgó en silencio. Aquí hay dos versiones. La primera dice que los siervos le abrieron y, sin decir nada, subió las escaleras de piedra hacia sus aposentos. Y justo al alcanzar el rellano, se produjo un fogonazo y una explosión, entonces el señor de Náquera desapareció y jamás se le ha vuelto a ver. Los criados hablaron de un fuerte olor a azufre y que había sido el demonio el que vino a reclamar su alma, pero ¿quién sabe? Era un noble que merecía el Infierno, eso se ha perdido en las brumas del tiempo.

Hay otra versión, para mí más romántica, asegura que la explosión se produjo en la puerta de la casa y que allí quedó la armadura, vacía en el suelo. Nadie se atrevió a tocarla y poco a poco se fue oxidando mientras crecía la maleza alrededor. A partir de esa noche, el palacio quedó marcado por el miedo.

Todos los sirvientes huyeron de la casa de Náquera menos una anciana llamada Felipa, que había servido durante años a la familia. Pero pronto empezó a notar presencias, pasos, susurros, objetos que cambiaban de sitio. La casa parecía estar viva. Un día, mientras sacaba agua del pozo, del fondo salió una voz que dijo: ¿Está el agua fresca? Ella interpretó que eran donyets, los duendes valencianos, y aún tuvo el valor de responder: Como una rosa, pero se asustó tanto que también abandonó la casa. Entonces el palacio quedó desierto. Y dicen que la armadura del señor de Náquera, quedó años en la puerta, oxidada y vacía. Con el tiempo, la casa del señor en Náquera se arruinó y desapareció, pero la leyenda siguió viva.

¿Y en la plaza Cisneros de València queda algún rastro del palacio desde donde el noble vio su entierro?

El palacio concreto en el que los guías locales situaban la historia del señor de Náquera, desapareció por un edificio moderno, pero aún podemos admirar la fachadas del Palacio Cerveró, donde está el Instituto de Historia de la Medicina, y enfrente la Sede de Cáritas Diocesana, cuyo aspecto palaciego nos ayuda a imaginar esta historia. Visitar la plaza de noche e imaginar el entierro fantasmal es una experiencia mágica y más en estas fechas. Si os fijáis es como el paso la Santa Compaña de Galicia pero en la ciudad de València.

Esta historia contada por guías valencianos hace siglos, demuestra que lo que hacemos en La València Olvidada, mostrar los rincones más emblemáticos y curiosos de la ciudad, aún seduce tanto a valencianos como a forasteros. Si la próxima vez que pases por la plaza Cisneros te detienes y prestas atención, tal vez escuches el eco de aquel entierro imposible del señor de Náquera.

Texto: Juan Francisco Ferrándiz

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Quique Lencina

Quique Lencina

Filólogo de formación y locutor de profesión, actualmente forma parte del equipo digital de Radio Valencia...

 

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