Fanny Donat y Dori Asensi, 38 años de arte, pasión y vida en la Acadèmia Òpera de Ontinyent
La emblemática escuela de danza inicia una nueva etapa con el relevo generacional en la dirección, manteniendo intacto su espíritu fundacional de creatividad, esfuerzo y amor por el arte

Entrevista a Fanny Donat y Dori Asensi. Relevo generacional en la Academia Ópera de Ontinyent
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Era principios de los años 80 cuando Ontinyent empezaba a abrirse al cambio y a la modernidad. En aquel contexto, Fanny Donat y Dori Asensi imaginaron algo que entonces no existía: un espacio donde la danza, la música y la creatividad pudieran convivir. Así nació la Acadèmia Òpera, un proyecto pionero que marcó un antes y un después en la vida cultural de la ciudad.
“No había escuelas de música ni de danza, y sentimos que a la sociedad le hacía falta algo así”, recuerda Fanny. Juntas comenzaron con clases de solfeo, piano, ballet clásico, danza española o sevillanas. Con esfuerzo y entusiasmo, construyeron un centro multidisciplinar que abrió horizontes a toda una generación. “Fue un mundo nuevo para la gente de Ontinyent, una forma de expresarse que antes no habían tenido”, añade Dori.
Casi cuatro décadas de evolución, arte y compromiso con la ciudad
Desde entonces, Òpera ha sido sinónimo de creatividad, participación y emoción. Su sello artístico se ha dejado sentir en innumerables actos locales: desde las fiestas de Moros y Cristianos y la cabalgata de Reyes, hasta festivales benéficos, proyectos educativos y colaboraciones con asociaciones y comercios de la ciudad.
“El primer año ya participamos en las fiestas de Moros y Cristianos, en 1987, y desde entonces no hemos faltado a las grandes citas de Ontinyent”, recuerda Dori con orgullo. En 1994, el ballet Òpera debutó en la cabalgata de Reyes, una tradición que perdura hasta hoy. También participaron en el pregón de las fiestas de Moros y Cristianos durante más de 20 años, desde los tiempos del Cine Palafox, “una etapa maravillosa y llena de ilusión”, destaca Fanny.
Una academia que crece con su tiempo
Lejos de quedarse atrás, Fanny y Dori supieron adaptarse a cada época. Introdujeron disciplinas innovadoras como aeróbic, pilates o zumba cuando apenas se conocían, apostando siempre por la formación y la renovación constante. “Hemos estado siempre al día, aprendiendo y enseñando con la misma ilusión del primer día”, explica Fanny.
Los viajes también marcaron su trayectoria. Òpera ha llevado el nombre de Ontinyent por toda España y parte de Europa: “Estuvimos en Francia, Luxemburgo, Italia... esos viajes reforzaron la unión entre los bailarines y fueron experiencias inolvidables”, cuentan emocionadas.
El valor humano, el gran legado de Òpera
Más allá de los escenarios, Fanny y Dori destacan que el verdadero legado de Òpera está en las personas. “Siempre hemos mirado primero a la persona y después al artista. Hemos intentado formar bailarines, pero sobre todo, formar seres humanos”, subraya Dori.Los valores que ambas transmitieron —compañerismo, respeto, trabajo en equipo y superación personal— son hoy parte esencial de la identidad de la academia.
“Les enseñamos que deben competir consigo mismos, no contra nadie. Que el baile no es rivalidad, sino crecimiento y emoción compartida”, añade Fanny.
Un adiós lleno de gratitud y una nueva etapa con el mismo espíritu
Este año, Dori Asensi se ha jubilado tras una vida dedicada a la enseñanza y el arte. “Tengo el corazón lleno. Me he sentido muy querida en Ontinyent, aunque no soy de aquí. Me llevo el cariño de mis alumnos y de toda la gente”, confiesa emocionada.
Por su parte, Fanny Donat seguirá vinculada a Òpera, aunque deja paso a una nueva dirección encabezada por Noemí Torró y Saúl Blanco, dos jóvenes formados en la casa. “Noemí fue alumna nuestra desde pequeña. Ellos conocen perfectamente el espíritu de la academia y lo harán crecer con su energía y visión”, asegura Fanny.
La transición se ha hecho “de forma natural y con mucha ilusión”. Ambas fundadoras confían en que los nuevos directores mantendrán vivos los valores que han hecho de Òpera una gran familia. “Continuarán con el respeto, la pasión y el amor por la danza. Sabemos que el legado está en buenas manos.”
“Bailar es una forma de vivir”
Si algo define a Fanny y Dori es su amor incondicional por la danza. “Que sigan bailando. Bailar es otra forma de vivir”, afirman al unísono.Y es que, tras 38 años, Acadèmia Òpera de Ontinyent no es solo una escuela: es una historia de vida, de sueños cumplidos y de generaciones que, gracias a ellas, aprendieron que el arte también puede ser una forma de construir comunidad.




