La familia 'Meño' gana la batalla
Antonio Meño, el joven en coma desde hace 22 años por una negligencia médica recibirá 1.075.000 euros de indemnización. Es el acuerdo económico que han cerrado este jueves con las aseguradoras. Se cierran así 22 años de lucha
La familia de Antonio Meño ha tirado la toalla y ha aceptado una indemnización por el error médico que dejó a su hijo en coma. Juana Ortega asegura que se siente humillada y que tiene la sensación de haber vendido a su hijo. Tras 22 años de litigio, Antonio Meño recibirá de las aseguradoras más de un millón de euros. En un primer juicio, que perdieron, y que fue posteriormente anulado, los Meño fueron condenados a pagar 400 mil euros por las costas, lo que les llevó a pedir justicia instalándose en plena calle con su hijo."Tengo el pensamiento de que hemos vendido nuestra dignidad y a nuestro hijo y que se ha quedado libre la persona que nos ha hecho tanto daño", ha dicho a las puertas del juzgado. / AGENCIA ATLAS
La familia ha aceptado la cantidad porque no podía aguantar que el proceso se alargase más, pero se lamentan de no poder ver a ningún acusado en el banquillo. "Es una humillación", relataba su madre.
El encuentro ha tenido lugar esta mañana en los juzgados de Plaza de Castilla después de que el pasado 29 de abril fracasara un primer intento para llegar a un acuerdo económico para evitar un nuevo periplo judicial, según han informado fuentes jurídicas.
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La familia de Meño ha conseguido pactar una indemnización de 1.075.000 euros que tendrán que pagar las aseguradoras. Ese acuerdo económico ha llegado después de que el Tribunal Supremo acordara estimar la demanda interpuesta contra las sentencias dictadas en el periplo judicial de la familia, que resultó condenada por el Alto Tribunal a pagar 400.000 euros en costas procesales en la vía civil.
El Alto Tribunal acordó el pasado noviembre anular las sentencias dictadas tanto en Primera como en Segunda Instancia y devolver las actuaciones para que las partes decidieran si repetir el proceso. Ante la aparición de un nuevo testigo en la operación, concluyó que hubo "maquinación fraudulenta" en el proceso.
El nuevo testigo, Ignacio Frade, es un médico que el 3 de julio de 1983, día de la operación, estuvo presente como aprendiz del cirujano y observó cómo el tubo de anestesia se desconectó, sin que el anestesista estuviera en la sala.
El Juzgado de Primera Instancia número once de Madrid condenó al anestesista de la intervención a indemnizar con un millón de euros a la familia, pero la Audiencia Provincial de Madrid revocó en apelación esta sentencia. La familia llevó el caso al Supremo, que les condenó a pagar 400.000 euros en costas procesales.
Los familiares no aguantan más
Antes de que comenzara la negociación, en la puerta del juzgado ya se podía prever que se llegaría a un acuerdo. Juana Ortega, madre de Antonio, ya avisaba que iba a aceptar lo que le ofreciesen las aseguradoras porque no puede más. Una hora después el acuerdo ya era un hecho. Era la propia Juana la que se lo comunicaba a la gran cantidad de medios presentes: "me siento mal, porque me siento prácticamente humillada, ya no aguanto más. Para seguir diez o doce años más y sin fuerzas... tienes que ceder".
Lo que más ha dolido a la familia es que no podrán ver sentados en el banquillo a ninguno de los acusados. "El hecho de que hayan pagado significa que se ha reconocido, pero para mi no hay reconocimiento. Tenían que haber pagado en el año 93 cuando los condenaron. Estaban condenados y tenían que pagar la misma cantidad. Me hubieran evitado tener que estar en la calle y mi hijo hubiera estado mejor cuidado y le hubiera podido llevar a un especialista", relataba Juana.
También ha tenido palabras de agradecimiento para el testigo que le dio la vuelta al caso: "si no fuese por el Doctor Frade todavía seguiría en la calle ".
Una operación estética
La historia de Antonio Meño empieza el 3 de julio de 1983, cuando este estudiante de Derecho de 20 años se sometió a una operación estética de nariz en una clínica madrileña. La intervención quirúrgica se realizó con anestesia general y duró, según el cirujano, entre 20 y 25 minutos.
Sin embargo, el anestesista indicó más del doble, una hora. El resultado fue que del quirófano salió Antonio en coma vigil irreversible, con las funciones intelictivas y cognoscitivas completamente abolidas y dependiendo de los demás para poder realizar sus necesidades más elementales.
La madre de Meño: "Esto es una humillación. Hemos firmado porque ya no podemos más"
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"Fue culpa de ellos, que le dejaron sin oxígeno"
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