438 víctimas han sido atendidas este año en casas de acogida de la Junta
Son mujeres y niños, que han tenido que cambiar de provincia y ocultar su identidad para iniciar una nueva vida lejos de sus maltratadores
Llegan a las casas de acogida cuando el grado de riesgo lo aconseja. Han denunciado a sus maltratadores y quieren dejar atrás su infierno para empezar de nuevo. Desde aquí se les ofrece toda la ayuda jurídica, psicológica y social que necesitan para poder salir adelante con sus hijos lejos del peligro.
Mujeres como María y como Ana, que no se llaman, en realidad, ni María ni Ana. Dejaron atrás su trabajo y se marcharon de sus provincias de origen para empezar de nuevo en Sevilla con sus hijos. "Yo podría estar muerta", nos cuenta María. "Creía que el maltrato era normal, porque mi padre me maltrataba, y después mi pareja", asegura. "Pero cuando ví que mis hijas temblaban, entonces me dí cuenta de que no era normal", nos cuenta.
María y Ana denunciaron a sus maltratadores. Pero el infierno no acaba, en la mayoría de los casos, con una denuncia. "Me perseguía, me acosaba en los trabajos, perdí muchos por este motivo", explica Ana. "Llegó un momento en el que la propia policía me dijo que tenía que tomar medidas, porque me iba a matar", afirma.
Estas mujeres y sus hijos están asistidos por la administración. Desde la casa de acogida reciben toda la ayuda social, psicológica y jurídica para ayudarlas a salir adelante. En estas casas de la Junta viven junto a sus hijos, de manera independiente, en pequeños apartamentos que forman parte de un edificio donde están acompañadas las 24 horas. Y con un férreo sistema de videovigilancia y conexión directa con la Policía Nacional.
Si no tienen empleo, se les ayuda a encontrar uno. Hacen cursos becados con prácticas en empresas en las que muchas consiguen quedarse. De aquí pasarán a un piso tutelado donde el seguimiento se va aminorando poco a poco hasta que están preparadas para vivir en solitario. Aunque siempre con protección especial. "El miedo no se termina de perder", asegura María. "Pero aquí he descubierto un hogar y soy felíz; lo demás lo he dejado atrás y no pienso volver", afirma tajante.
María aconseja a las mujeres que ahora están pasando por su misma situación que denuncien. "Si no lo hacen por ellas, que lo hagan por sus hijos, que lo pasan mal cuando ven que le pegan a su madre, que se llevan a veces algún golpe. Que lo hagan por sus hijos, que hay recursos para salir adelante", asegura.
En Andalucía, más de 2.000 víctimas de la violencia de género, entre mujeres y niños, han recibido ayuda en casas como ésta en el último año.




