Arrancan las obras para restaurar el monumento de Don Diego López de Haro

Bilbao

Los viandantes que estos días hayan pasado por la Gran Vía habrán visto que el monumento del fundador de la Villa está cubierto por un andamio. El área de Obras y Servicios del ayuntamiento de Bilbao ha confirmado que a finales de semana operarios van a restaurar uno de los mayores símbolos. Se ha querido aprovechar el profundo lavado de cara que se está haciendo desde hace unos meses a la plaza Circular para hacer unos retoques a la estatua. Fran Viñez explica que se va a actuar en dos vertientes, en el pedestal y en la propia estatua. Se van a realizar trabajos de limpieza de la peana de mármol pero, sobre todo van a tratar de corregir las fisuras que han aparecido con el paso del tiempo en la escultura de bronce. "Es un trabajo meticuloso, no complicado, pero que exige mucho mimo", asegura. El objetivo es que cuando se rematen las obras de la plaza "nuestro Don Diego esté también en condiciones". La previsión es que pueda estar listo para la tercera semana de abril. No va a haber afección alguna al peatón o los conductores, salvo la torreta que va cubre el monumento y que garantizará que se "manche" el entorno, por lo que se va a hacer "un esfuerzo importante" en materia de seguridad y prevención.

Al principio se barajó la posibilidad de desplazar la estatua para acometer los trabajos en suelo firme, pero los expertos han decidido hacerlo in situ, como ocurrió con la restauración del Sagrado Corazón, ubicado en el lado opuesto de la Gran Vía. Como novedad, se le va a rodear de un jardín que adornará la rotonda.

La estatua de Don Diego López de Haro es obra del artista valenciano Mariano Benlliure. La esculpió en Roma en 1889 y después se desplazó a Bilbao. A lo largo de la historia ha tenido diferentes ubicaciones. El primer emplazamiento fue la Plaza Nueva, también estuvo en los Santos Juanes hasta que en 1938, con José Félix de Lequerica como alcalde, se definió la plaza Circular como el lugar más idóneo. Desde ahí, a doce metros de altura, Don Diego vigila el viejo Bilbao que él mismo fundó.