Visto para veredicto
Los 5 hombres y 4 mujeres que conforman el jurado popular se retirarán hoy a deliberar, una vez reciban el objeto de veredicto
Hoy finalizará el juicio con la entrega a los miembros del jurado de los aspectos sobre los que tendrán que deliberar para decidir sobre el veredicto
Las acusaciones particulares y popular ayer, durante la lectura de sus alegatos, consideraron que se trata de un "asesino en serie, que disfrutaba y se excitaba vejando, humillando y matando a mujeres".
"Su detención frenó una masacre", resaltó la letrada Maite Iturrate, de la acusación popular, quien añadió que elegía como víctimas a "presas fáciles" en exclusión social o con un entorno problemático.
Las acusaciones hacían estas consideraciones durante la lectura de sus informes finales, trámite que se ha llevado a cabo hoy durante la cuarta sesión de este juicio que se celebra desde el pasado viernes en la Audiencia de Bizkaia.
No se ha podido determinar cómo murió Jenny ya que la descuartizó, mientras que Ada Otuya falleció, finalmente, por estrangulamiento.
El acusado ha reconocido los dos asesinatos con alevosía, pero no la agravante de ensañamiento que piden las acusaciones particulares en nombre de las víctimas y la acusación popular, en representación de la asociación Clara Campoamor.
Dilucidar si existió o no dicha agravante, que aumentaría el cumplimiento efectivo de la pena, ha sido el objeto de la vista oral.
El fiscal, que pide un pena total de 40 años de cárcel, ha destacado que los hechos "son muy graves y representan la maldad en sí misma".
También ha mantenido que el acusado sabía lo que hacía, pero ha reiterado su postura inicial de no apreciar la agravante del ensañamiento.
Según ha dicho, no es lo mismo el concepto social de ensañamiento que su significado jurídico y ha reiterado que dicha agravante no existió.
Por parte de las acusaciones, que piden una condena de 45 años, el representante legal de Rebollo ha resaltado que para el acusado, las mujeres "son trozos de carne con lo que dar rienda suelta a sus aberrantes perversiones sexuales".
Le ha calificado de "depredador a la caza de carne fresca" y le ha considerado "capaz de cualquier cosa con tal de satisfacer sus instintos".
El letrado de Ada Otuya ha incidido en este aspecto y ha considerado que el acusado actúa así porque le gusta y "le excita golpear y vejar a mujeres y hacerles daño".
Según ha apuntado, con el nuevo Código Penal que aún no ha entrado en vigor se le podría haber acusado también de comportamiento machista.
En su opinión, el reconocimiento de los hechos por parte del acusado no implica arrepentimiento, sino que resulta "parcial e interesado para conseguir un pena menor".
Por parte de la acusación popular, Iturrate ha agradecido de forma reiterada la actuación de la testigo que oyó desde la calle los gritos de Ada Otuya y llamó a la Ertzaintza, y ha destacado que al acusado disfruta "con el sadomasoquismo y humillando a mujeres".
La abogada defensora del falso monje, por su parte, ha puntualizado que en este juicio "no se juzgan las prácticas sexuales" de su cliente, sino si actuó con ensañamiento, lo que, en su opinión, no ocurrió.