El ayuntamiento reconoce que "se está yendo de las manos" el botellón en Jardines de Albia

Más de un millón de personas disfrutaron de los actos organizados en los nueve días de Aste Nagusia. El buen tiempo acompañó, salvo los chaparrones de inicio y fin de fiesta, y eso se tradujo en la afluencia de público y de prácticas menos deseadas, como el botellón. La concejal de fiestas, Itziar Urtasun, encaja las críticas de los hosteleros de la zona centro que han protestado por un botellón que ha restado ingresos en sus cajas, sobre todo por la noche. "Se está yendo de las manos el botellón en Jardines de Albia", asegura, a lo que añade que "habrá que hacer algo". Es uno de los debates que deja la última edición de Aste Nagusia aunque la política del gobierno municipal pasa, en este sentido, por la concienciación y no se contempla, a priori, ir por la vía de las sanciones.

Al margen de las agresiones machistas y el ataque por parte de un grupo de neonazis a un joven en Arangoiti, otro de los aspectos negativos es el aumento de los hurtos. Según los datos de la Policía municipal, han aumentado casi un 30%. En total, constan 1.200 hurtos, la mayoría robos "al descuido" de carteras y móviles.

Una de las zonas que sigue creciendo año tras año es el Txikigune. Este año se han acercado por el parque de Doña Casilda 122.000 niños, un incremento del 40% respecto al año pasado. Itziar Urtasun admite que con estas cifras "habrá que pensar en hacer más actividades" e incluso se podría plantear reforzar el servicio del tren chu-chú.

La música, repartida en ocho escenarios, se lleva casi la mitad de los 2,5 millones de euros del presupuesto de Aste Nagusia. Sin embargo, la concejal Urtasun reconoce las "dificultades" que se encuentran para contratar a las bandas porque son reacias a tocar en la calle y gratis. No oculta las críticas que se han recibido por el cartel elegido para Abandoibarra, un espacio que pretende congregar a un público diverso. De hecho, cree que el recital de Rafael Amargo "no fue un buen fichaje".