Cataluña: el bien del mal

Mérida

No lo pueden hacer peor y eso es lo mejor para España. Lo bueno de la aberración independentista es lo mal que lo están haciendo sus mentores. Si la independencia desde la legalidad constitucional es imposible, más lo es desde la torpeza añadida de sus promotores. Lo que a mí me daba miedo era la aplicación de la inteligencia al proceso. Me quedo muy tranquilo viendo el desbarajuste cerril de los líderes independentistas, que hace aun más inviable el asunto.

Si en Escocia y en Quebec hubo referendums de independencia -que, por cierto, perdieron sus promotores- es porque estos actuaron dentro de la legalidad y con la máxima inteligencia política. En Cataluña, por el contrario, el delirante virus de Junts pel sí y la CUP está generando saludables anticuerpos incluso en buena parte de sus votantes y hasta en el propio gobierno saliente de la Generalitat.

Mi pronóstico es no solo que el llamado proceso independentista de Cataluña está llamado a fracasar en toda regla, sino que, además, la torpeza y cerrazón de sus conductores convertirán este fracaso en una verdadera catástrofe para ellos y para sus propósitos. Me atrevo a decir que después de esto, Cataluña quedará inmunizada contra el independentismo por décadas. La fórmula Mas, Romeva, Baños, Forcadell y compañía constituye la vacuna perfecta, la mejor vacuna antiindepentista que los constitucionalistas podíamos soñar. Son tan torpes que hagan lo que hagan y como lo hagan les saldrá mal para ellos y bien para España. Ahora toca que los demás no caigamos en torpezas similares.