Sin chutar es imposible

Este Sporting que tantas virtudes aglutina y al que los sportinguistas no se cansarán de agradecerle lo que ha dado, tiene un problema serio que amenaza con echar por tierra todo lo anterior. Ya no es que casi no meta goles, es que ni amaga con hacerlo. Ni con los titulares ni con los suplentes. En Sevilla, frente al Betis, se pasó los 93 minutos de partido sin chutar entre los tres palos. Y así es imposible. Si a eso le sumas un par de errores defensivos groseros, uno de Carmona desentendiéndose de la jugada y otro de todo el equipo en general, pasa lo que pasa: que el Betis te mete un 2-0, que se va con la sensación de no haber sufrido y que (esto posiblemente sea lo de menos) el Sporting esté virtualmente eliminado de la Copa del Rey.

No nos engañemos: el partido no acabó en goleada porque el larguero y Alberto lo impidieron. El Sporting duró en el partido lo que tardó el Betis en darle el primer susto. En los primeros 26 minutos sí, los rojiblancos se mostraron intensos, presionantes, firmes en defensa y con cierto criterio en su juego. Pero sin chutar a puerta. También es verdad que no se puede exigir a los suplentes del Sporting que hagan lo que tanto les cuesta hacer a los titulares. Porque en Vigo, hace cuatro días, el Sporting tiró dos veces entre los tres palos. Ese día una acabó en gol. Tampoco fue suficiente.

Entonces, en el minuto 27, Van der Vaart encontró un pasillo por la izquierda, metió un centro al área, Portillo se impuso a Guitián en el salto y el balón rebotó contra la madera. Fue lo que necesitó el Betis para cambiar el encuentro. El Sporting se achicó, salvo en los cinco minutos previos al descanso. Carlos Castro se convirtió en extremo izquierdo para servirle a Pablo Pérez un balón en el área que el gijonés no aprovechó. Juan Muñiz colgó otro balón desde ese costado antes del descanso, pero el portero bético atrapó, una vez más, sin mayores problemas.

Abismal diferencia de pegada

Eran arañazos, pero al Sporting los rivales los desgarran. Si encima la víctima no se defiende, el cazador se ensaña. Sucedió al minuto y medio de la segunda parte, cuando Carmona se olvidó de ayudar a Lora y vio desde la distancia cómo Vadillo entraba solo en el área para rematar un centro desde la izquierda y marcar el primer gol. Su autor fue un futbolista al que Pepe Mel mandaría a Gijón con un lazo si a cambio le dieran a su deseado Jony Rodríguez. Consciente de su negro futuro en el Betis, el jugador lo celebró emocionado.

Lo mejor del partido era el marcador, que permitía que la eliminatoria llegara abierta a El Molinón. Dos paradones de Alberto, uno a Molina y otro a Ceballos, y la falta de puntería de Petros hacían concebir la esperanza. De empatar había más bien poca, porque el Sporting montó un par de contrataques interesantes, pero al llegar al área se le nublaba la vista.

Con el partido ya expirando, llegó la puntilla. Un clamoroso fallo defensivo permitió a Kadir llegar a línea de fondo, sacar un pase atrás y que Vargas anotara el segundo gol entrando, otra vez, absolutamente solo en el área.

El Sporting no consiguió casi nada de lo que pretendía en este viaje. Ni se trajo un buen resultado, ni muchos suplentes se reivindicaron, ni mejoró los ánimos ni superó sus problemas de la Liga. Por no conseguir, ni logró darle minutos a Álex Barrera, como pretendía Abelardo. Queda la vuelta, pero muchos pensarán que quizás lo mejor sea caer para centrarse en lo único importante. Con la poca puntería que tiene el Sporting, como para gastarla en objetivos secundarios.