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Misterios de la Historia

'La Vampiresa' de Barcelona

En los bajos fondos de la Barcelona de principios del siglo XX se movía un personaje que causó con sus actos una verdadera conmoción en los habitantes de la Ciudad Condal

La 'Vampiresa' de Barcelona / Agencia

Alcobendas

Enriqueta Martí, quien acabaría siendo bautizada por la prensa sensacionalista como 'La Vampiresa' de Barcelona, llevó a cabo una serie de terribles crímenes que todavía forman parte del aspecto más siniestro de la España previa a la Guerra Civil.

De haberse tratado realmente de una 'vampiresa', es muy posible que este oscuro personaje todavía se halle en algún rincón escondido del barrio gótico, expectante, siempre al acecho, pendiente de que algún confiado muchacho, que pasea saboreando un dulce o botando una pelota, sea presa de sus garras. Si formara parte del universo legendario –que coquetea siempre con la realidad– de los No Muertos, Enriqueta Martí seguiría siendo un peligro para la sociedad, no sólo un recuerdo funesto de unos tiempos marcados por la superchería, la miseria y una burguesía decadente dispuesta a cualquier cosa para proteger a los suyos, aunque ello significara acabar con los más desamparados.

Eran tiempos en los que se hicieron célebres los temidos 'sacamantecas', que según se contaba en los corrillos callejeros cuando caía la noche, secuestraban y asesinaban a niños inocentes para después utilizar su sangre y su grasa para curar enfermedades. La tuberculosis y otros males azotaban a la población, también a las clases altas. Y aunque los 'hombres del saco' pudiesen parecer cuentos de vieja, lo cierto es que se comerciaba con estas escatológicas sustancias obtenidas la mayor de las veces de forma criminal.

Y es ahí donde surge la figura de Enriqueta Martí. Entonces estaba muy extendida la creencia de que beber sangre humana y aplicar sobre el pecho de los tuberculosos cataplasmas de mantecas extraídas del cuerpo inmaculado de infantes –mucho más puros, según la creencia general, que el de los adultos–, era el mejor remedio para contrarrestar la enfermedad. Y a ese tipo de negocios turbios que derivaron en lo criminal se dedicó precisamente esta persona. Según el decir popular, ofrecía sus ungüentos a las clases pudientes de la Barcelona de principios de siglo viajando de un lugar a otro en un siniestro carruaje negro, que evoca los tiempos de Jack el Destripador y sus andanzas por Whitechapel, que apenas tuvieron lugar unos años antes de estos espeluznantes hechos.

Finalmente sería una vecina de Enriqueta, Claudia Elías, tras la desaparición de la pequeña Teresita Guitart, quien daría la voz de alarma. Las autoridades se personaron en su domicilio, en el 29 de la calle Ponent, y encontraron a ésta, otra niña y restos de cadáveres, así como ungüentos de todo tipo hechos con restos humanos. Era el principio del fin de 'La Vampiresa de Barcelona', que moría en prisión en 1912. Hoy, en nuestra sección de misterio, hablamos de esta rocambolesca historia.

 
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