‘Se nos marchó Paco Prieto’

Algeciras

En la noche del pasado jueves se nos marchó Paco Prieto, profesor, periodista y padre del baloncesto algecireño, al que conocí siendo yo un chaval cuando empezaba a jugar en La Bajadilla en la recién creada UDEA que absorbió, entre otros, al Picadero Mérida.

Yo tuve la suerte de ser uno de los niños de Juan Arrabal, base en el equipo de Paco Prieto al que éste pasó la batuta con especial maestría y al que Juan siempre profesó un enorme respeto y profunda admira ción.

Sufrí en mis carnes el duro trabajo físico que Paco nos obligaba a hacer en pretemporada en los escalones de la plaza de toros Las Palomas antes de dar el testigo a Jesús Martín y, gracias a su presencia en el Consejo de Gerencia y la Junta Rectora del Patronato Municipal de Deportes, donde crecimos laboralmente de la mano de Francisco García Corral, tuve el honor de disfrutarlo durante sus veinticinco años de existencia en las distancias cortas.

Casi nunca se alteraba, Paco era conciliador, muy inteligente y afable. Compartimos muchísimas reuniones decidiendo sobre el deporte de Algeciras en unión de otro grande que se nos fue Manuel Marín Grandy “Periquito”, y otros pilares fundamentales de nuestra historia como Manolo Ocaña, Antonio Damas y Juan Arrabal.

Pero si las distancias ya eran cortas entre los dos por el baloncesto y el Patronato, La vida nos sentó durante muchos años en la redacción del Diario Área, donde pasamos de la mano de Antonio Gómez Rubio y en compañía de Antonio Rodríguez, Ernesto Rodríguez, Maite Moreno, Paco Fernández y sus hijos Maribel y Javier Fernández gloriosas tardes conectando con La Línea a través de la emisora con otro grande, Pepito Correa, al que él llamaba cariñosamente –y nunca nos dijo el porqué-“Periquín”.

Casi cuarenta años con caminos encontrados en uno u otro frente y, el pasado viernes que yo no estaba en Algeciras para decirte hasta la vista, se nos marchó Paco Prieto con su medalla de La Palma y entre el profundo dolor de todos los que te tuvimos la suerte de disfrutarlo. Deja, Pakopi, que lo haga hoy desde este rinconcito de la SER: descansa en paz, maestro; descansa en paz, amigo.