Un caracol humano en Princesa
Vicente Domínguez vivía en los soportales de la calle Princesa en Madrid hasta que "con mucho esfuerzo" consiguió ahorrar un dinero y logró el sueño de su vida: tener una casa móvil

Vicente en su casa improvisada cerca de la calle Princesa de Madrid / JAVIER ÁLVAREZ

Madrid
A sus 56 años, Vicente cuida con esmero su cabaña triciclo comprada en una fábrica de Euskadi donde tiene guardada media vida. Cada mañana, después de “asearse donde puede”, Vicente abre la puerta de su casa móvil y se toma un té muy caliente mientras lee despacio los libros de misterio que tanto le gustan.
Ermitaño
Aunque no quiere que digan de él que es un ermitaño de ciudad, Vicente vive apartado de los albergues de la Comunidad y hace todo lo posible por evitar a otros vagabundos de la zona. “Esta casa” -reconoce- “es solo provisional” hasta que pueda volver a su pueblo de Valencia que recuerda con nostalgia.

El triciclo de Vicente / JAVIER ÁLVAREZ

El triciclo de Vicente / JAVIER ÁLVAREZ
Nuevo en Princesa
El vehículo, bautizado con el nombre de Arielo tres, pesa más de 300 kilos y está estacionado encima de la acera. Él mismo ha puesto número a su residencia en el 27 triple de la calle de la Princesa, Madrid. De momento, reconoce, nadie le ha dicho que no pueda aparcar ahí y asegura convencido que “un día” piensa enviarse una carta a esta dirección , a ver si le llega. De vez en cuando, Vicente mueve su cabaña triciclo por las calles paralelas a Princesa para hacer algo de ejercicio y mantener en buen estado los engranajes de su casa móvil.
Estirar las piernas
La mayor parte del día, Vicente se encierra en su casa y se aísla con la lectura de libros “de cualquier clase” y cuando llega la noche, cierra la cabaña móvil y estira con dificultad las piernas a través de un hueco que ha hecho en la carrocería para “descansar mejor”.
Dentro de la casa apenas hay espacio para guardar nada: la ropa, un calentador portátil, un saco de dormir, una silla plegable y poco más, un termómetro en la cabecera “para ver el frío que hace”.
Cuando abre la puerta de su cabaña triciclo se le puede ver sentado en un espacio diminuto, enfrascado en sus lecturas, con su gorrilla y su barba desangelada. Los días pasan despacio pero él no tiene ya ninguna prisa, le basta con echar su cortina amarilla pintada de estrellas y soñar con ellas.

Javier Álvarez
Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en La Cadena SER donde esta vinculado a la sección de Justicia...




