Pánico en El Molinón
Horribles sensaciones las que dejó ante la Real un Sporting atenazado, atemorizado y sin ideas futbolísticas
Gijón
Miedo, pánico, terror. Eso es lo que tiene el Sporting. Y eso es lo que transmite. Ante la Real Sociedad el equipo fue la viva imagen de la impotencia, de la desesperación, del bloqueo futbolístico, de la falta de ideas. No fue una victoria de los donostiarras: fue un auténtico baño a un equipo que parecía de una categoría inferior. Esa a la que apunta si no cambia pronto una dinámica que no hay conjunto que lo resista: dos puntos de los últimos 27. Y siendo eso horrible, no es lo peor. Lo más terrorífico es la sensación de que este equipo no tiene nada a lo que aferrarse para ser optimista. Desde luego, del partido ante la Real Sociedad no se salvó absolutamente nada.
A estas alturas, ya no vale recurrir a la paciencia, ni a la adaptación ni a la construcción de un proyecto. Sólo queda buscar soluciones, con lo que hay o con lo que se pueda traer, para corregir este panorama. Salvar la temporada y hacer una enorme autocrítica de la pérdida de filosofía, el bandazo, la búsqueda de mediocridades en el mercado para, supuestamente, elevar el nivel de una plantilla. La del año pasado era limitada, pero competía. La actual no tiene un pase. Se renunció a la filosofía y a la comunión con la grada por una política de supuesta mejora de la calidad futbolística. Y transcurrido un tercio del campeonato, empieza a quedar claro que no se ha conseguido.
- FICHA TÉCNICA
Las dudas y el miedo ya no están en el entorno. Están en el vestuario. El equipo salió al terreno de juego atenazado, con nula confianza en sí mismo. Abelardo había planteado un equipo ofensivo, con Víctor Rodríguez, Moi Gómez, Cop y Viguera en el campo. Pero su equipo o no entendió el mensaje o no se atrevió a aplicarlo. La Real marcó el terreno desde el primer minuto y su inicio de partido no hizo más que incrementar el pánico. Se hicieron dueños de la pelota y encerraron al Sporting en su área.
Abelardo se desesperaba y la grada también, porque el equipo no daba dos pases seguidos. Y los que daba, eran siempre hacia el área propia, en una clara demostración de temor, de falta absoluta de confianza.
Se mascaba la tragedia desde el pitido inicial. Y se consumó el primer varapalo a los 18 minutos. Yuri, un auténtico filón en la banda izquierda blanquiazul, llegó a línea de fondo y centró, Illarramendi remató de cabeza y Cuéllar despejó pero no blocó. El balón tocó en el palo y al rechace en el área pequeña llegó Xabi Prieto, que en un detalle de calidad la picó perfectamente por encima del portero rojiblanco.
De los primeros 45 minutos, fueron solo salvables tres. Ahí llegó el gol que alivió la tensión que empezaba a cortarse en El Molinón: un disparo con el alma de Duje Cop desde la frontal, tras una buena asistencia de cabeza de Moi Gómez.
Fue un espejismo. El final de la primera parte volvió a ser desastroso y la segunda igual o peor. A la Real le faltó instinto asesino para endosarle al Sporting una goleada que no hubiera sorprendido a nadie. Y le faltó que el árbitro pitara el penalti absurdo que hizo Amorebieta a William José en otra demostración de que el central no es ni la sombra del jugador que se esperaba que fuera.
La Real marcó dos goles más, uno de Zurutuza a asistencia desde la izquierda de Yuri, y otro de Íñigo Martínez en un extraordinario lanzamiento de falta que se coló por la escuadra. Era un equipo al que le salía todo contra otro al que no le funciona absolutamente nada. La crisis es galopante y todo el mundo se da cuenta. El Molinón pasó del enfado a la resignación y a la pañolada al final. Más que crítica, es preocupación, porque nadie sabe muy bien a qué puede aferrarse para ser optimista. Y ahora, al Bernabéu.
David González
Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...