Representaciones
Una conversación con Marisol Aznar y Pablo Echenique

Pablo Echenique, Miguel Mena y Marisol Aznar durante la grabación de la entrevista / Pablo Ignacio Blanco

Zaragoza
Hubo un presidente de las Cortes de Aragón que, durante su mandato, comentó que la política era mucho más que el “teatrillo” que a menudo queda como imagen de los debates parlamentarios. Tenía razón. Eso que vemos es la cara pública de una actividad que suele fraguarse en una cara oculta menos vistosa y más monótona, la punta del iceberg de una actividad que transcurre en gran parte sumergida, fuera de los focos y las cámaras. Reuniones, comisiones, asambleas, comités, despachos, mesas, carpetas, teléfonos. Todo eso que antes nunca se veía y ahora a veces asoma un poco por medio del streaming.
Curiosamente, a los actores de verdad, los que no hacen teatrillo sino teatro, televisión y cine con mayúsculas, les pasa en gran medida lo mismo: la actuación es el final de un proceso mucho menos vistoso. Estudiar, aprender, memorizar, ensayar, repetir, repetir, repetir hasta que quede perfecto.
Marisol Aznar es actriz y además es guionista, con lo cual une a esas tareas otra también muy esforzada: la escritura. Es uno de los rostros más conocidos de la televisión aragonesa, desde los tiempos de “Qué viene el lobo” hasta los de “Oregón TV”, el programa de humor que desde sus inicios rompió los techos de audiencia en Aragón. También se prodiga en el teatro y es una notable cantante, como sabrán quienes la escucharon en el grupo Al son del sur o simplemente como la voz principal, a veces camuflada bajo el playback de su compañera Laura Gómez Lacueva, en los musicales oregoneses.
Pablo Echenique se incorporó a la política hace pocos años, pero ha tenido una carrera fulgurante. Pasó de eurodiputado a diputado autonómico en la cámara aragonesa, pero fue su cargo como secretario de organización de Podemos, y la frecuente presencia en los medios de comunicación que el cargo conlleva, lo que le convirtió en poco tiempo en uno de los políticos aragoneses con mayor proyección fuera de los límites regionales; sin duda uno de los más conocidos en toda España.
Marisol se dedica al a representación el sentido artístico de la palabra, Pablo, a la representación política de sus votantes. El mismo sustantivo para distintos significados. Aparte de esa coincidencia lingüística, tienen otras cosas en común como la década de nacimiento o el hecho de que ambos estudiaron en la Universidad de Zaragoza. Pablo Echenique, que antes de la política trabajaba como investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, es doctor en Ciencias Físicas. Menos aireado es el dato de que la intérprete de personajes como Mary Ramona o la madre de la familia Gálvez es también licenciada en Historia del Arte.
Marisol Aznar- Yo tengo un recuerdo excelente de mi paso por la universidad. Estudiaba una carrera que me gustaba mucho a la vez que la compaginaba con mi formación como actriz. Por la mañana hacía Historia, que entonces eran cinco años, tres comunes de Historia y Geografía y luego dos de especialidad, en mi caso Historia del Arte, y por la tarde estaba en la Escuela de Teatro. Yo lo recuerdo como que era una superwoman en ese momento porque podía con todo. Eran un montón de horas, pero daba igual. Eran cinco horas por la mañana, seis horas por la tarde, estudiaba por la noche y estaba feliz y llena de energía. Y lo sacaba todo porque tenía mucha presión. En mi casa querían sobre todo que estudiara la carrera. Mi madre me dijo: "Haz lo que te dé la gana pero que esté todo aprobado; si veo que empiezas a ir mal en la carrera, entonces se acabará lo del teatro”. Me gustaban mucho las dos cosas, así que fui bastante feliz estudiándolas a la vez. Era bastante costoso, yo creo que ahora no podría hacerlo, pero en ese momento lo hacía. La universidad la recuerdo como un lugar por el que yo sentía cierta reverencia, por todo, por las aulas, por el aula magna, por los profesores, por el departamento de Historia del Arte, y a la vez era tremendamente divertido.
Pablo Echenique- Yo diría que la Universidad de Zaragoza es donde aprendí a pensar y donde aprendí a trabajar. Yo fui un niño cobaya de la LOGSE y era un plan de estudios que, la verdad, me resultaba fácil. Sacaba buenas notas estudiando apenas unas horas y cuando llegué a la universidad pensaba que sería igual; pensaba que estudiando un poquito iba a sacar buenas notas y no fue así. El primer año de Física me llevé un buen palo y aprendí que eso era diferente, que ahí había que pensar mucho más y que había que trabajar mucho más. Tuve la suerte de juntarme con un grupo de compañeros fantásticos, que no solo éramos amigos fuera de la universidad sino que además nos ayudábamos un montón para estudiar las asignaturas y preparar los exámenes. Aprendí a pensar y aprendí a trabajar. También tengo que decir que nos reíamos un montón. Nos gustaban mucho las bromas, algunas incluso bastante pesadas, y yo creo que eso es otra cosa que a lo mejor tenemos en común los dos, que el humor nos va bastante
El personaje de Pablo Echenique, encarnado por el actor Jorge Asín, ha estado presente en algunas de las parodias políticas de Oregón TV. Pablo confiesa haberse reído mucho con esos episodios, en particular con los que recreaban las negociaciones PSOE-Podemos para investidura de Javier Lambán y otro en el que los actores oregoneses satirizaban las votaciones internas de Podemos, votando y votando y votando hasta sí había que votar. Por su parte, Marisol reconoce que el proceso de creación de esos guiones también fue especialmente divertido. Los dos consideran el sentido del humor como algo esencial para la vida.
MA- Me parece que el humor es un vehículo para decir casi todo. No hay nada que no pueda decirse con el humor, por eso creo que tienes la obligación de hacer de bufón de ciertas situaciones que de otra manera tendrías difícil acceder a la gente, a la opinión, a la escucha de muchas cosas que llegas a través del humor. Haces reír, pero ahí se queda también para pensar. Qué voy a decir yo del humor. Vivo con él. Vivo de él, pero también vivo con él. Forma parte de mí y es tan importante como respirar.
PE- Yo creo que sin humor no puedes vivir. Es una de esas cosas, como el amor, como la música, como los libros o como la comida, que si no la tienes te falta algo importantísimo. Como científico he sentido mucha curiosidad respecto a qué es el humor. Hay tantos tipos de humor diferentes que no es fácil encontrarles algo en común. Hace poco leí un libro de un neurocientífico, Daniel Dennett, que plantea una hipótesis respecto de qué es el humor. Se titula Inside Jokes y en él intenta pintar qué es el humor. Yo creo que el humor es algo fantástico, independientemente o no de que lo entendamos científicamente. A mí me encanta. Creo que tiene el efecto de abrir la mente del interlocutor para luego meter en ella lo que tú quieras. Con el humor puedes decir cosas que desde otros lugares no podrías, y creo que tiene que ver con que ejerce ese primer efecto de abrir la mente y la simpatía del que tienes delante, para luego poder decirle algo que desde otro lugar no podrías haberle dicho.
En el caso de Marisol, el humor, por muy divertido que sea, no deja de ser también un trabajo y, como cualquier otra tarea, requiere un esfuerzo y no siempre es fácil.
MA- Es complicado. El hecho de hacer humor lo compararía con una receta de cocina. Lo difícil es encontrar cuáles son los ingredientes que vas a meter en esa receta, pero si sabes guisar o trabajas en ello, ya disfrutas con el placer de guisar. Llega a ser complicado, como en todos los oficios, pero en este en concreto lo difícil es encontrar argumentos cuando ya llevas años y años tratando algunos temas que se mantienen a lo largo del tiempo. Aragón no es una comunidad en la que pasen muchas cosas cada día. Algunos conflictos duran tanto que aunque grabemos con un mes de antelación sabemos que, desgraciadamente, va a quedar desfasado.
Antes de dedicarse a la política, Pablo Echenique compartía un blog con el periodista Raúl Gay, “De retrones y hombres”, en el que no faltaba el humor, a veces incluso ácido, de dos personas que ven el mundo desde una silla de ruedas.
PE- En ese blog hablábamos de discapacidad. Intentábamos no tomarnos en serio a nosotros mismos, que también es un lugar muy útil desde el cual poder hablar. Alguien me contaba recientemente un debate entre un rabino y un cura católico en el que el rabino le dice al cura: si yo cuento un chiste sobre judíos, es un chiste, pero si lo cuentas tú, es un delito. Creo que es lo mismo con respecto a la discapacidad. Yo puedo contar un chiste sobre personas con discapacidad, especialmente si es sobre mí, y sin embargo otra persona a lo mejor no puede hacerlo. A mí no me molesta que se hagan bromas con la discapacidad, pero hay mucha gente que piensa que te sienta mal; gente que piensa que me está ofendiendo, y eso no ha pasado nunca en mi vida. Hay gente que te pide perdón por cosas que no te ha hecho. Yo creo que el humor también ayuda a poder hablar de temas que son difíciles, a tratar con esa gente que no tiene discapacidad, y que quizá no conoce a nadie con discapacidad, y decirle: “relajaos, que no pasa nada que podéis hablar conmigo normal, tranquilamente, como si no fuera en una silla de ruedas”. Contar chistes sobre la discapacidad puede tener también ese efecto positivo, aunque supongo que también hay gente con discapacidad que sí se lo toma mal, pero sobre todo hay gente que piensa que no puede hacer chistes sobre según qué cosas.
De vez en cuando surge el debate sobre los límites del humor, nada extraño en un país donde un chiste macabro ha acabado en la Audiencia Nacional. Eso plantea has qué punto los profesionales del humor se ponen límites, sin todavía hay tabúes, dudas, cortapisas.
MA- Depende mucho de cómo hagas el humor. El tema a tratar no importa tanto, sino cómo lo tratas. Sí es cierto que te pones límites, porque te los autoimpones casi sin querer. Con el tema de la discapacidad por ejemplo, pero también con algunos temas de actualidad, de política, hay cierto pensamiento cuando nos ponemos, ciertas libertades que nosotros mismos nos coartamos, y eso es lo peor porque es la autocensura. Cuando te sientas a pensar que si esto lo vas a hacer o no. También muchas veces hay temas que no son bien recibidos. Muchas veces te autocensuras porque piensas que realmente va a ser un trabajo perdido, porque no se va a aceptar bien. Eso también nos ocurre. En nuestro caso ya tuvimos que pasar por los tribunales por una denuncia que nos puso la alcaldesa de La Muela, que a mí me hizo gracia porque pensé qué ganas tiene esta mujer de pisar otra vez un juzgado, con la de veces que tiene que ir.
La política y el humor rara vez se dan la mano. Al menos en España. En los países anglosajones hay otra tradición y no es raro ver a sus dirigentes participando en charlas distendidas con fondo humorístico. En España es menos frecuente, incluso se diría que muchos políticos aparcan el sentido el humor mientras ejercen el cargo.
PE- Ese peligro existe. Es una tendencia que puede darse. Uno adquiere una responsabilidad, las decisiones que toma afectan a mucha gente, habla de temas serios, así todo el día, y eso te puede ir marcando. Te puede ir quitando el sentido del humor. Desde mi punto de vista hay que oponerse a eso. Sin humor tampoco se puede hacer política. Desde luego a mí no me ha pasado. Intento evitarlo y creo que lo consigo. No hay que perder el sentido del humor, aunque la política y la realidad, que es dura, te lleven por ese camino. Hay que resistirse.
Los dos se han puesto serios para hablar del humor. Quizá también lo hagan para hablar de Aragón, de las ventajas e inconvenientes que encuentran a vivir y trabajar en Aragón.
MA- Yo encuentro muchas ventajas a vivir aquí, sin ocultar que es cierto que esta es una comunidad que tiene siempre cierto complejo y mira mucho hacia fuera a la hora de valorar las cosas. A día de hoy, y casi todos los días, escucho a alguien que me para por la calle y dice: “Oye, enhorabuena. Qué buenos sois. A ver cuándo os vais a Madrid”. Digamos que el tope de tu carrera sería marcharte y yo siempre digo que no, que para mí la felicidad es quedarme. Es verdad que es duro mantenerte aquí haciendo humor, siendo actriz y guionista. Me parece que el milagro es ese, quedarte y poder vivir de esto. Pero encuentro muchas ventajas. Contamos con un equipo superprofesional y todo es muy cercano. Vivimos muy cómodamente, aunque a la vez es verdad que es una comunidad dura por cómo somos, por las cosas que ocurren, por lo lento que va todo, pero a la vez es todo cercanía. A mí me resulta fácil estar aquí, vivir aquí y hacer humor aquí. Lo difícil es que esto continúe así, pero hemos abierto una brecha, porque la gente nos quiere, estamos en nuestra tierra y estamos siendo profetas en nuestra tierra. Aprovechar eso me parece maravilloso.
PE- A mí me encanta la actitud de la gente en Aragón. En mis viajes por España, ahora que soy conocido, voy por la calle y me para la gente y me pide fotos y me dice cosas, pero nunca con tanta familiaridad como lo hacen en Aragón. Y me encanta. Recuerdo que después de las elecciones europeas iba yo por la calle Don Jaime y me para una señora, me coge del brazo y me dice: “Ven aquí hijo mío, que te voy a decir cuatro cosas; tenéis que echar a todos esos que son unos esgarramantas”. Yo le dije: "Señora, tiene usted razón". Además creo que esgarramantas es un adjetivo perfecto para describir según qué parte de nuestra clase política. Creo en ese sentido común, profundo, que hay en Aragón, en el cual gente humilde que no ha tenido la posibilidad de estudiar, que no ha tenido la posibilidad de ir a la universidad, dice unas verdades como puños y lo tiene más claro que gente con cuatro doctorados. Es algo que a mí me maravilla de esta tierra y que no es muy habitual. Es típico de aquí. Creo que ese es nuestro principal capital, esa inteligencia natural de la ciudadanía, y creo que para hacer buena política eso es fundamental, porque si no hay un pueblo detrás, no lo puedes hacer.
Por muy a gusto que estén en Aragón, ambos ven cosas que se podrían mejorar, sobre todo en lo que tiene que ver con sus profesiones: el espectáculo y la ciencia.
MA- Aragón es a veces una comunidad dura y a la vez los aragoneses son gente muy cercana. Hay una sabiduría en sus palabras, en las cosas que te dicen, pero también es verdad que a veces somos muy secos y muy duros. A veces con las críticas podemos ser muy cortantes. Es una tierra que es áspera pero a la vez es acogedora. Ese es el contraste. Con respecto a mi trabajo, a veces es muy difícil mantenerte aquí. Es complicado conseguir los apoyos necesarios, conseguir arrastrar a un público, conseguir consolidar las cosas y poder seguir trabajando aquí y no tener que marcharte. Es una lucha diaria, pero bueno, en ella estamos.
PE- Desde el punto de vista científico, Aragón está bastante a la cola en cuanto a inversión en investigación y desarrollo. A pesar de eso tenemos científicos de talla mundial. Por ahí hay mucho recorrido que hacer. Hace unos años había un programa de fichajes de investigadores a nivel internacional que dependía del Gobierno de Aragón con el que se trajo a un montón de científicos de primer nivel y también permitió regresar a científicos aragoneses que se habían ido a formarse al extranjero. Cuando llegó la crisis, como hacen siempre los partidos que no creen sinceramente en la investigación, que la tienen en la boca pero cuando llega la hora de la verdad, que son los presupuestos, no se la creen, se recortó el programa. Se le pegó un hachazo a un buen programa que era una parte importante de la investigación en Aragón. Yo creo que pueden hacerse muchas cosas y que, a pesar de lo que la política no hace por la ciencia, nuestros científicos hacen magia.
Acabamos hablando de sus lugares de procedencia. Marisol tiene raíces cerca del Moncayo, en Ambel, pueblo que a menudo le inspira para la creación de sus personajes. Pablo nació en Rosario, en Argentina, con antepasados españoles de Madrid y de Navarra, y llegó a Zaragoza siendo un chaval.
MA- Muchas veces me dice la gente, “Ay, me recuerdas muchísimo a una tía mía”, y yo me siento muy orgullosa de ser la tía de mucha gente de Aragón. Es una manera de ser. Cuando estaba en Ambel yo tenía un montón de tías que han conformado a esta señora que hago que es esa madre cercana, esa tía de “¿Quieres un poquico más, hijo mío? ¿Te echo? ¿Pero seguro, seguro? ¡Pues toma un poquico más!” Ese tipo de cosas. Son personajes entrañables y son personajes que todos tenemos alrededor, y esa es la clave, que haces cosas que la gente siente muy cercanas.
PE- Yo vine a Zaragoza tiempo después de que viniera mi padre. Como es habitual en las familias emigrantes, se va una avanzadilla de la familia para poder empezar a trabajar y empezar a poder construir un hogar en otra parte. Mi padre vino aquí porque mi tío ya estaba aquí. Es un poco lo que va llevando a la gente a moverse por el mundo. Tienes alguien que sirve de punta de lanza en la nueva tierra y que ayuda a que tú puedas entrar. Por eso elegimos Zaragoza y la verdad es que estoy encantado porque he recorrido toda España y creo que mi familia acertó plenamente.




