‘Manzanas podridas’

Algeciras

Dice el refrán que una manzana podrida dentro de un cesto puede hacer que se pudran todas las demás. Extrapolar los dichos populares a la vida real, es correr el riesgo de exterminar, por generalización, la posibilidad de las excepciones. Meter en el mismo saco a todas las asociaciones que piden ayuda para los niños es como afirmar que todos los padres utilizan las enfermedades de sus hijos para fines lucrativos.

El caso de Nadia, la niña catalana enferma, llega en muy mal momento, aunque nunca hay momento bueno para cosas como esta. Estamos dolidos por las corrupciones que asolan nuestro país, dolidos ante el fracaso de medidas europeas que ayuden a los exiliados, dolidos por la continuidad del maltrato a la mujer y de las persecuciones religiosas... Abocados a la desesperanza, a la pérdida de fe en la humanidad. Pero si todo esto nos duele, lo que nos atraviesa el corazón como un dardo envenenado es todo lo malo que acecha a los niños y a los débiles. Si por la gente buena fuera, rodearíamos su frágil universo de una alambrada infranqueable para el mal y los malvados. Pero esto es imposible. De igual forma que es injusto que cataloguemos de fraudulentas todas las asociaciones que dedican sus esfuerzos a paliar el dolor y las necesidades de los más inocentes. Todas no son iguales. Es cuestión de informarnos para saber a ciencia cierta de quienes nos podemos fiar, pero nunca desistir y enrocarnos en la postura de que todas son iguales para dar la espalda a la solidaridad. Los más débiles nos necesitan, ellos y sus estómagos no entienden de interpretaciones o ideologías. Estoy convencida de que la mayoría de las personas somos buenas. Sólo que el mal, aunque es menor, hace mucho más ruido que el bien.

Tengo una buena amiga que trabaja de voluntaria en Manos Unidas desde hace muchísimos años. Lleva la zona de Marruecos. Conozco de primera mano los proyectos que la asociación lidera en esta zona en colaboración estrecha con las Hijas de la Caridad y se tardarían semanas para explicar lo que han conseguido los últimos años en Larache, Alcazarquivir, Tetuán y Nador. Es un trabajo arduo que choca a veces con la incomprensión del propio país. Entre sus intervenciones está la creación de centros de apoyo escolar, talleres de bordado, crochet, corte y confección. guarderías y educación infantil, alfabetización de mujeres, asistencia a los presos, ayudas directas a las familias más necesitadas... Finalmente, han creado la asociación Opidum, formada por universitarios que ayudan en todos estos proyectos y la asociación Lindalva, chicas que gestionan su propia tienda de Labores. Seamos optimistas. Una manzana no siempre corrompe a las demás. Es cuestión de elegir la apropiada.

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