Este fue el sacerdote taranconero que casó en secreto a la Reina María Cristina con Fernando Muñoz
Gema Garrido trae la historia de Marcos Aniano a 'Callejeando por Tarancón'
Tarancón
La autora de 'Callejeando por Tarancón', Gema Garrido, nos acerca esta semana hasta la calle Marcos Aniano González, que se encuentra en el barrio de San Juan y va desde la Calle Melchor Cano hasta la confluencia de la Calle Peña del Águila con la Calle Saturnino Fernández.
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BIOGRAFÍA
Marcos Aniano González Muñoz nació en Tarancón el 25 de abril de 1809 en el seno de una familia acomodada. Su padre, Gabriel José González Cabo-Reluz, era hijo del abogado de los Reales Consejos, Agustín González Sánchez, y nieto, por parte materna, del notario nacido en Ocaña, José Cabo-Reluz y Pastrana. Su madre se llamaba María Josefa Muñoz y Baracaldo. Además, su bisabuelo era hermano del bisabuelo de Fernando Muñoz, por lo que Marcos era primo del que más tarde sería Duque de Riánsares.
Según un estudio sobre la figura de Marcos Aniano, realizado por Carlos Navarro Ríus y publicado en la revista “Castillejo” en el año 2006, Marcos fue bautizado en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción por D. Francisco Collado Rubio, dos días después de nacer, el 27 de abril.
También ahí explica que tenía una hermana mayor, Tomasa, que se casó con su tatarabuelo, Ramón Ríus Fenosa, un joven militar leridano, teniente de Infantería, que estuvo destinado en Tarancón, desplazado en Servicios Especiales, con las tropas españolas que luchaban contra los franceses en la Guerra de la Independencia. Esto demostraría que el primer Ríus llegó a Tarancón a principios del S. XIX, aunque regresara con su esposa a Lérida y fuera su hijo mayor, José Ríus González, y sus descendientes los que finalmente se asentaran en Tarancón.
Marcos Aniano obtuvo el grado de Bachiller en Leyes cuando tenía 17 años, el 20 de junio de 1826. El 21 de junio de 1819, a los 20 años, obtuvo la Licenciatura en Cánones. Ambos títulos fueron expedidos por la Real Universidad Literaria y Estudio General de la ciudad de Alcalá de Henares.
A principios de octubre de 1833, asistió a un estudio sobre práctica forense por el que el Abogado de los Reales Consejos en Tarancón, D. Miguel Navarro Nieva, le expidió un certificado.
El 9 de diciembre de ese mismo año, un escrito del Colegio de Abogados en Madrid considera que tras examinarle “en la Jurisprudencia Teórico-Práctica, se halla suficientemente instruido y capaz” para ser admitido en los correspondientes exámenes. En una carta del 15 de enero de 1834 figura que pagó 200 reales de vellón en concepto de los derechos por la expedición del título de abogado.
BODA SECRETA
En el libro “Bastardos y Borbones: Los hijos desconocidos de la dinastía”, escrito por José María Zavala, explica que Fernando Muñoz habló con su primo y amigo, el presbítero Marcos Aniano, aprovechando que se encontraba en Madrid recién ordenado sacerdote, para que le casara con la reina, fuera su confesor e hiciera todo en secreto.
Intentaron obtener la licencia del patriarca, pero este se mostró receloso, consciente de la gravedad de administrar un matrimonio morganático y mantenerlo en secreto. También negó su aprobación el obispo de Cuenca, de quien era diocesano el propio Marcos Aniano. Recurrieron entonces al cardenal Tiberi, representante de Su Santidad, Gregorio XVI, quien acabó concediendo la licencia para una sola celebración.
El 28 de diciembre de 1833, diez días después de haberse conocido y tres meses después de enviudar, el sacerdote Marcos Aniano González, los casó en una habitación privada del Palacio de Oriente, a las siete y media de la mañana, teniendo como testigos a una doncella y una costurera de la reina. María Cristina tenía veintisiete años y Fernando Muñoz veinticuatro.
Según las crónicas de palacio, Marcos Aniano González, recibió en compensación por su servicio y su secreto, una capellanía en el mismo palacio y permaneció tres lustros como único confesor de María Cristina.
LEYENDA DEL BANDOLERO PEPE SAN NICOLÁS
El profesor de Filosofía y Psicología, originario de La Almarcha, D. Miguel Salas Parrilla, cuenta en una pequeña obra la historia del bandolero, Pepe San Nicolás, y su relación con D. Marcos Aniano.
Como el duque y la reina estaban casados en secreto, sus hijos podían ocasionar un problema de estado a la reina regente, así que, en connivencia con su marido, sus suegros, Marcos Aniano y alguna servidumbre de palacio, acordaron enviarlos fuera de palacio para que fueran criados y educados con una familia de confianza.
En uno de los viajes secretos de la comitiva real hacia Tarancón, que tenía el objetivo de dejar en casa de sus abuelos a uno de los hijos de la reina, la carroza en la que iba el niño fue asaltada por el bandolero Pepe San Nicolás. Dentro de la carroza, custodiando al niño, se encontraba el cura D. Marcos Aniano González.
El bandolero mandó, a punta de trabuco, que se abriera la puerta de la carroza, y al instante apareció tras ella D. Marcos, quien, pistola en mano, estaba encañonando ya al bandolero Pepe San Nicolás. Al instante se reconocieron ambos, pues en su juventud habían participado en juergas conjuntas en la zona de Tarancón. Al verse mutuamente encañonados, ambos pronunciaron el nombre del otro: “¡Pepe!”. “¡Marcos!”.
Acto seguido, los dos guardaron sus armas y el bandolero con su cuadrilla dio custodia al carruaje hasta la villa de Tarancón. A partir de aquel momento las relaciones entre don Marcos y Pepe se estrecharon, y fue habitual ver al bandolero escoltar los viajes de la familia del marido de la reina hasta Tarancón.
En recompensa por tales servicios, Pepe San Nicolás recibió terrenos en arrendamiento y, tras el destierro de la reina regente y su marido a partir de 1840, el bandolero les hizo llegar las rentas a su lugar de destierro.
OTROS CARGOS
Marcos Aniano fue confesor de la reina, abogado de los Reales Consejos, Caballero de Honor Supernumerario, Capellán de Honor de Su Majestad, juez de la Real Capilla de Palacio, auditor teniente vicario general del ejército y la armada, administrador del Real Establecimiento del Buen Suceso, canónigo de la Santa Iglesia Catedral de Segovia, arcediano mayor electo de la Catedral de Lérida, deán de la Santa Iglesia Catedral de la Habana y Caballero de la Real Orden de Carlos III.
Murió en Madrid el 26 de diciembre de 1886. En su testamento dejó dispuesto que si era enterrado en Tarancón, se le diera a pobres naturales cien duros, en otras tantas limosnas, rogándoles que le acompañaran al cementerio rezando el Santo Rosario, y si no era enterrado en esa villa, que se le hiciera allí un funeral y les dieran esa limosna a pobres naturales para que asistieran al funeral y rogaran a Dios por su alma.
LA CASA DE LOS SEVILLA
En el libro “Guía del patrimonio histórico-artístico de Tarancón” se habla de la que fuera casa de D. Marcos Aniano, que pasó a ser conocida como la Casa de los Sevilla por sus herederos. Se encontraba entre las calles Cruz de la Oliva (antes llamada de Atocha), la glorieta de la Cruz Verde, la Calle Melchor Cano (antes llamada de la Torre) y la calle Azañón. El edificio principal de estilo indiano, con peristilo y fachada con torreta, fue derribado en los años setenta.
En los terrenos que ocupaba estuvieron instaladas las Escuelas Parroquiales, el cine de D. José María, Acción Católica, las aulas de catequesis, el Bar “La Amistad” y el “Bar Cordones”.