El capellán Moreno, un héroe conquense en el desastre del Barranco del Lobo
Nacido en Horcajada de la Torre, este capellán castrense protagonizó un episodio de valor en la guerra de África, en el verano de 1909, por el que se le recuerda en Cuenca con una calle en el casco antiguo
Cuenca
El Barranco del Lobo es un paraje que recuerda uno de los desastres de las tropas españolas durante la guerra de África o del Riff, en Melilla, ocurrido el 27 de julio de 1909.
Allí estuvo el conquense Jesús Moreno, capellán del ejército, que mereció por su valía reconocimientos posteriores. En Cuenca tiene una calle con su nombre. José Vicente Ávila rescata a este personaje del callejero conquense y nos cuenta sus hazañas y reconocimientos en el espacio Páginas de mi desván que comparte cada martes con los oyentes de Hoy por Hoy Cuenca.
El capellán Moreno, un héroe conquense en el desastre del Barranco del Lobo
26:02
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/1516720367_463431/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
Paseando por el cogollo del Casco Antiguo, junto al jardín de El Salvador, tenemos dos calles a ambos lados, la de Caballeros y Solera, por las que se accede a la conocida como Capellán Moreno, calle peatonal bautizada como tal en febrero de 1910, hace 108 años, sustituyendo entonces a la denominada Travesía de Caballeros. Pero, ¿quién era este personaje?
El capellán Moreno
Jesús Moreno Álvaro, que pasó a la historia como el “capellán Moreno”, nació en la localidad conquense de Horcajada de la Torre el 9 de enero de 1870, según los datos recogidos en la publicación “España en sus héroes”, editada por fascículos en 1969. Hijo de Antonio Moreno Parrilla, de Fuentefría de Haro (La Rioja) y de María Álvaro Moya, oriunda de Cuenca.
Dada su vocación, a los diez años fue ingresado en el Seminario Conciliar de San Julián de Cuenca, recibiendo las órdenes sacerdotales a los 22 años. Su primer destino como presbítero fue la villa de San Clemente, donde estuvo como capellán de los Trinitarios de aquella villa, fundado en 1588; así como capellán de las Hermanitas de los Pobres y de nuevo en Cuenca como capellán de la Casa de Misericordia.
Desde 1892 y hasta comienzos del siglo XX estuvo entre San Clemente y Cuenca. Pero en junio de 1901, ya con 31 años, ingresó por oposición en el Clero Castrense, permaneciendo durante ocho años como capellán segundo en unidades militares de Zaragoza, Castellón, Madrid y Chafarinas, adaptándose al ambiente militar.
Ocho años en distintos destinos militares como capellán castrense para curtirse en esa vida militar que tanto le gustaba, hasta que el 22 de julio de 1909 embarcó en Málaga con el Batallón de Cazadores de las Navas hacia Melilla, y apenas le dio tiempo a reconocer el terreno y a sus soldados, pues a los cinco días de estar allí comenzaron los combates en el Barranco del Lobo.
El Barranco del Lobo
Según contaba el periódico El Imparcial, en su edición del 13 de agosto de 1909, Jesús Moreno “iba con su batallón de Las Navas el día 27 de julio por las ásperas barrancadas del cerro el Gurugú. Moreno veía caer en torno suyo a jefes, oficiales y soldados. El trance era recio y la situación de las tropas más que difícil. Iba el capellán socorriendo a los moribundos y les administraba los últimos auxilios. El médico del batallón cayó a tierra, recibiendo un golpe gravísimo. Desde ese momento el capellán Moreno se creyó obligado a sustituirle en lo que fuese posible.
El cura pasó a ser “médico” también, y según publicaba El Imparcial “asombra oír a los soldados el relato de los auxilios científicos que recibieron del esforzado sacerdote”. A unos los curaba como podía y a otros les daba la absolución…
Siguiendo con el relato militar y periodístico, “en el momento más recio de la lucha, un grupo de Cazadores de Las Navas acude al capellán Moreno, diciéndole: “Nuestros jefes han muerto o están heridos, somos noventa soldados que estamos aquí defendiéndonos… ¿Qué hacemos? El capellán Moreno, inmerso en su labor de capellán y de sanitario les dijo a los muchachos que le rodeaban: “¿Qué habéis de hacer? Noventa soldados españoles, aquí, frente al enemigo, con el honor en riesgo, con nuestros jefes cubiertos de sangre, no pueden hacer más que una cosa, que es pelear…”
- ¡Eso queremos!, gritaron los valientes soldados del Regimiento de Cazadores. Pero ¿quién nos manda?
- Yo- contestó el enérgico capellán.
- ¡Viva España! ¡Viva el pater!, respondieron los soldados.
El capellán Moreno dio discretas órdenes a los soldados. “¡Cubríos en las desigualdades del terreno, disparad echándose en el suelo, escoged el blanco y apuntad bien!”
Los soldados de Las Navas, a las órdenes del improvisado e inverosímil jefe, no sólo defendieron aquel rincón del Gurugú, sino que alejaron al enemigo, dando espacio a que llegasen refuerzos y a que los jefes y oficiales con nuevas tropas, impusieran un duro correctivo a los rifeños. Esto es lo que hizo el capellán segundo castrense del batallón de Las Navas, Jesús Moreno Álvaro, según figura en el informe militar de la horrenda batalla del Gurugú, donde perdieron la vida 153 soldados españoles.
Después de la tensa batalla, el general en jefe propuso al capellán Moreno para la Cruz de San Fernando. En el diario El Imparcial se escribía que en la información en la que se relataba la acción militar “se han cometido errores respecto a este capellán castrense. Periódico ilustrado ha habido, y no de los que se publican en Madrid, que ha representado al capellán Moreno como hombre viejo, agobiado por los años, cubierto de canas, y el tal capellán tiene sólo treinta y nueve años, y los lleva con mocedad briosa. Y pronto esperamos que sobre la raída sotana del pobre cura de los valientes soldados se destacará la honrosísima distinción”. Se abrió el pertinente “juicio contradictorio”, para la concesión de tan alta distinción en Madrid el día 8 de agosto de 1909. Cuenca le recuerda con una calle desde hace 108 años.