Ciencia y tecnología
Emy Luna

‘Adios a la creatividad’

Cuando hablamos de una revolución, casi siempre asociamos el término con luchas políticas, cambios ideológicos, mutaciones generacionales...

Firma Emy Luna, "Adios a la creatividad"

Firma Emy Luna, "Adios a la creatividad"

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Algeciras

Cuando hablamos de una revolución, casi siempre asociamos el término con luchas políticas, cambios ideológicos, mutaciones generacionales... Circunstancias que pueden acarrear mayor o menor violencia. Pero nunca relacionamos la revolución con la tranquilidad, la quietud, el silencio. Sin embargo, actualmente estamos padeciendo una revolución que apenas percibimos porque es silenciosa y aparentemente no es violenta pero cuyos efectos en el futuro se auguran devastadores.

Hablo de la revolución tecnológica, esa que, de manera dulce nos puede llevar a un sistema totalitario nunca visto hasta ahora. Hace unas décadas pensábamos que nuestras vidas estaban en manos de la Política, más tarde descubriríamos con asombro cómo el ancestral arte de gobernar los estados, era devorado por la reina Economía que ejercía su creciente poder para doblegar a los gobiernos. En los últimos años, los ciudadanos hemos comprobado, atónitos, que fagocitados por las estadísticas, hemos ido desapareciendo como personas para convertirnos en cifras y porcentajes.

Lo que no podíamos imaginar era que el botín cambiara de manos. Hoy, los expertos sostienen que estamos ante la revolución más nefasta y silenciosa de todas. Las empresas tecnológicas se han adueñado de la sociedad, manipulan las decisiones económicas de los países y lideran sus gobiernos subrepticiamente. Estas empresas pretenden, ni más ni menos, que moldear a la humanidad a su gusto fomentando el manejo de las multitudes en menoscabo de la libertad individual. A ellas no les interesa que existan conceptos como propiedad intelectual o privacidad, porque ello implicaría perder el control que han ido adquiriendo silenciosamente con los años.

Entre sus objetivos más ambiciosos están los de modificar nuestros comportamientos, creencias. Incluso deciden qué hemos de leer y que no. Es tal el influjo que ejercen, que su dictadura pone en peligro la diversidad cultural, que tanto enriquece al hombre porque su objetivo es implantar la homogeneización en todo. Lo diverso los pone nerviosos ya que constituyen un peligro para su poder. Su gran enemigo es la opinión propia, la libertad individual en suma. Así pues, al destruir el pensamiento individual, arrasan también con todo lo que el hombre necesita para crear, como la contemplación, el silencio, y la soledad.

Dibujo realizado por Emy Luna de la Plaza Alta en Algeciras. / Emy Luna

La creatividad está en serio peligro frente al poder titánico y tiránico de la tecnología. El creador, más que algo valioso para la humanidad, como siempre fue, se ha convertido en una amenaza contra lo común, lo ordinario. De ahí que tantos talentos queden soterrados en el anonimato más incomprensible; aquellos que no se someten a la tiranía igualadora de la tecnología. El valor de las personas ya no se mide por sus cualidades personales o su formación, sino simplemente por el número de visitas que recibe en su blog o por el número de me gusta de su facebook. Y todos seguimos con los dedos sobre las tablets, los móviles...atrapados en una red silenciosa que nos obliga a ser iguales aunque no lo seamos.

 
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