Juan José Aguirre: "Muchas veces he tenido que escaparme de la flechas"
El obispo de Bangassou reconoce que no han sentado nada bien las denuncias de violación que ha hecho contra los cascos azules que protegen su diócesis e insiste en que lo que ocurre allí es una guerra económica y no religiosa
Córdoba
Juan José Aguirre lleva casi 38 años en la diócesis de Bangassou y asegura que la situación de esta zona de la República Centroafricana nunca ha sido tan compleja como lo es ahora. El wahabismo, “apoyado por los petrodólares”, el “gobierno fallido”, los intereses de los países de alrededor y occidentales o “algunos cascos azules” causan esos conflictos.
Entrevista Juan José Aguirre. Obispo de Bangassou.
15:29
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/019RD010000000207332/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
“Ahora la moda es el fuego como arma de guerra, queman los poblados: matan a la gente y acaban con las semillas”, relata en Córdoba Hoy por Hoy. Aguirre ha vuelto a Córdoba a pasar unos días y a recabar nuevos apoyos para la Fundación Bangassou que soporta económicamente los proyectos allí desarrollados.
Este sábado, el Círculo de la Amistad acoge la comida benéfica que les permitirá “reconstruir las escuelas”, aunque podrían poner cualquier otro proyecto, pues son muchas las necesidades. Aguirre no tiene pelos en la lengua y señala sin tapujos a quienes están cometiendo o amparando los asesinatos. Los últimos señalados han sido los cascos azules que han de proteger a la población de este territorio y que, según ha denunciado, han violado a mujeres. “En toda organización hay garbanzos negros”, añade, al tiempo que reconoce que sus comentarios en la prensa “no han sentado muy bien y están muy cabreados”.
La entrega del obispo Aguirre parece ilimitada, partiendo de la consciencia del riesgo de su actividad. Su fe le empuja y ya no hay vuelta atrás. “Muchas veces he tenido que escaparme de las flechas”, asegura, mientras sitúa el coltán y otros recursos minerales como el principal motivo. “No es una guerra religiosa, los intereses son económicos”, subraya.