Universidad y Úrsulas, unidas por Fonseca
Diego de Siloé diseñó el colegio y el sepulcro de su fundador

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Salamanca
En las últimas horas ha quedado definitivamente cerrado el convento de las Úrsulas al abandonarlo sus ocupantes, demasiado mayores para seguir viviendo en él. En su interior se encuentra enterrado Alonso de Fonseca y Ulloa, apellido que inmediatamente vinculamos a uno de los colegios históricos de Salamanca: el Colegio Mayor Arzobispo Fonseca, fundado, precisamente, por Alonso de Fonseca y Ulloa, que fue arzobispo de Toledo e hijo de arzobispo: su padre fue Alonso de Fonseca y Acebedo, arzobispo de Santiago, y durante algún tiempo de Sevilla por un cambalache que hizo con su tío, arzobispo sevillano. Cuando este quiso recuperar su sede se encontró con la oposición del sobrino, hubo cruce de espadas, intervención del Papa y un dicho que pasó para la historia: El que se fue a Sevilla, perdió su silla.
Su padre, Alonso de Fonseca y Acebedo había nacido en Salamanca y fue bautizado en San Benito, iglesia que reformó a su costa. Su hijo, Alonso de Fonseca y Ulloa, no solo fundó el Colegio de Fonseca, sino que también fundó el Colegio de Santiago Alfeo en Santiago de Compostela, semilla de la actual Universidad de Santiago, llamado popularmente Colegio de Fonseca y al que se refiere la famosa canción de la tuna.
En cuando al “Fonseca” salmantino, estamos ante uno de los colegios mayores históricos de la Universidad de Salamanca, cuya constitución nos lleva al 13 de octubre de 1525. También es conocido como Colegio de los Irlandeses, porque acogió a irlandeses que huían de las persecuciones religiosas en su país y fueron acogidos en España por Felipe II. Una acogida que llega hasta fecha bien reciente, porque fueron irlandeses los que introdujeron el fútbol en Salamanca. El Colegio estuvo dedicado a acoger y formar clérigos, aunque hoy es hospedaje, aulario y centro de actividades culturales.
Es un recinto de gran tamaño, que va desde la calle Espejo a la Cuesta de Ramón y Cajal, con entrada por la calle de Fonseca. Tras pasar la portada, con su Santiago en la batalla de Clavijo, tenemos a la derecha la Capilla, a la izquierda un salón con chimenea, y de frente el famoso patio, donde se desarrollan las Noches de Fonseca, en el que destacan sus maravillosos medallones. El claustro acoge las habitaciones y el salón de las pinturas, y más allá de este patio se despliega la Hospedería, que fue reconstruida en el siglo XVIII y posteriormente, hace una década, modernizada. Aquí estuvieron dependencias científicas y algunas de Medicina, como su Anatómico, que sustituyeron a un anterior hospital militar. Tras la última reforma acoge aulas, salas de actos y de exposiciones.
Su patio es uno de los más hermosos de Salamanca y sobre todo hay que sentir de él la armonía que trasmite. Es una obra de un clásico de Salamanca, como Juan de Álava con planos de Diego de Siloé, autor, también, del sepulcro de Alonso de Fonseca y Ulloa. Tiene dos plantas adornadas con florones, escudos de los Fonseca y sobre todo con sus impresionantes medallones, que representan a figuras ilustres de la cultura clásica, destinados, sin duda, a servir de ejemplo e intimidar a los residentes del colegio. El acceso del patio al claustro superior se realiza por dos notables y anchas escaleras. Dentro de las celebraciones del VIII Centenario ha tenido y tiene un papel destacado: lo tuvo acogiendo la exposición de Barceló y próximamente volverá a hacerlo con la reunión internacional de rectores en Salamanca. Está previsto que la cena de bienvenida tenga lugar en el patio, que tendrá que ser cubierto para la ocasión. No es el primer acto solemne que acoge, ya que la Cumbre Iberoamericana celebrada en Salamanca se clausuró en su capilla.




