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La familia Parada y su huella en Tarancón

Gema Garrido recopila los datos más interesantes de la llegada de esta familia a Tarancón así como la relación con otras familias nobles de nuestro país como los Güell

Gema Garrido

Tarancón

Gema Garrido, autora de 'Callejeando por Tarancón' ha regresado esta semana para adentrarnos en la historia de los Parada tras hacer una parada en la calle que esta prestigiosa familia tiene en Tarancón. La calle Parada comienza en la Calle Cruz de la Oliva y termina en la Calle Melchor Cano.

'Callejeando por Tarancón' con Gema Garrido (10/14/2018)

12:55

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BIOGRAFÍA

Los datos más antiguos que poseemos sobre la familia Parada se encuentran en el primer tomo del libro “Tarancón en la Historia”, que escribió D. Dimas Pérez Ramírez.

Su historia se remonta a la segunda mitad del S. XIV. En esa época llegaron a tierras del obispado de Cuenca los hermanos Juan y Diego de Parada. Eran hijos de otro Juan de Parada, que estaba al servicio de Constanza de Castilla, y nietos de un caballero que fue señor del Castillo de Parada, junto a Tuy, en Pontevedra.

De los dos hermanos que vinieron a esta provincia, Juan se estableció en Huete y de él descienden también los Parada de Huelves. Por su parte, Diego fijó su residencia en Tarancón y se casó con María Suárez de Figueroa, que procedía de Ocaña y era sobrina del famoso maestre de Santiago, D. Lorenzo Suárez de Figueroa, que fue quien creó el ayuntamiento de Tarancón en el año 1403, concediendo que tuviera dos alcaldes, un alguacil y un escribano público.

Diego de Parada era caballero de la Orden de Santiago, fue comendador de Santa Cruz de la Zarza y vivió en Ocaña y Tarancón. Su hijo, Hernando de Parada, vivía en Tarancón en 1427 y fue comendador de la Zarza y de Corral de Almaguer. Hacia 1400 nació el hijo de Hernando, Gonzalo de Parada, que fue el primero de los Parada taranconeros.

Tarancón era entonces una aldea de Uclés, hasta que el 26 de noviembre de 1537 el emperador Carlos V firmó en Valladolid el privilegio de villazgo a favor de Tarancón, cuyo original se escribió en pergamino y se entregó al concejo de la nueva villa con sello real de plomo, pendiente de “hilos de seda a colores” y refrendado del secretario, Juan Vázquez de Molina y algunos miembros del Consejo Real.

DON VICENTE DE PARADA Y OREA

Siguiendo con la familia Parada, encontramos que Alonso de Parada ganó la ejecutoria de hidalguía en 1534. Su nieto, D. Alonso de Parada y Muñoz tuvo diez hijos con su cuarta esposa, Dña. Ana de Rada y Muñoz. El sexto de ellos, Vicente, se casó con Luisa de Orea en 1660 y posteriormente, aunque se desconoce con exactitud la fecha, nació D. Vicente de Parada y Orea.

Nada se sabe de su infancia y primera juventud, que posiblemente transcurría en la casa solariega de sus padres, en Tarancón. En 1679 marchó a Alcalá (con 17 o 18 años) para estudiar allí Artes. En 1682 obtuvo el título de bachiller y, al año siguiente, el de licenciado con la nota máxima. Siguió sus estudios en la universidad y en 1686 fue admitido como colegial en el Mayor del Arzobispo de la universidad de Salamanca. Posteriormente, hizo las oposiciones a las cátedras de Teología y Escritura, y a las de canónigo lectoral en la catedral de Salamanca.

En mayo de 1695 concurrió a las oposiciones de lectoral en Cuenca. Como curiosidad contar que él era licenciado en Artes y Teología, no doctor, y se enfrentó a cuatro doctores a los que derrotó con su gran categoría intelectual. Una vez conseguido el título de “canónigo de Lectura de Sagrada Escritura de la Santa Iglesia de Cuenca”, se trasladó a vivir a la parte alta de la capital y fue feligrés de la parroquia de San Pedro.

Desarrolló las actividades propias de su oficio en el cabildo conquense y, en 1707 le otorgaron el título de revisor del Santo Oficio, una tarea delicada, ya que por sus manos pasaban todas las publicaciones sospechosas de contener alguna cosa contraria a la fe cristiana o sospechosa de herejía, y él era quien las tenía que leer con cuidado y censurarlas.

Murió el 4 de octubre de 1733. Sus testamentarios fueron su hermano, Alonso de Parada, que era vecino de Tarancón y estaba casado con Sebastiana de Campaya, y sus sobrinos, Diego y José, presbíteros y también vecinos de Tarancón.

En su testamento dejó mandado que se celebraran tres mil misas por su eterno descanso y que sus herederos fueran los pobres de la ciudad y el obispado. Su sepultura se encuentra en la nave “de los canónigos” de la Catedral de Cuenca, cubierta por una losa de mármol rojo y en la inscripción latina se puede leer: “Aquí está sepultado el que con gran caridad quiso que los pobres fuesen los herederos de su peculio (…)”

CATASTRO DE ENSENADA

A mediados del S.XVIII, el marqués de la Ensenada, D. Zenón de Somodevilla y Bengoechea, recibió el encargo, dentro del proyecto borbónico de reforma de la economía española, de la realización de un catastro con el fin de cuantificar la riqueza castellana e instaurar un nuevo sistema de recaudación fiscal.

En cada pueblo se eligieron a unos cuantos peritos para la medición de fincas rústicas y urbanas, que después harían la valoración que podía corresponder a cada finca y a la actividad profesional de cada vecino. También se tenía que contestar a un interrogatorio impreso que se había hecho llegar a cada pueblo.

El trabajo se terminó relativamente rápido pero hubo dificultades para ponerse de acuerdo en la forma de llevar a cabo una única contribución. La caída del marqués dio al traste con el proyecto, pero los documentos y libros que se elaboraron, que se conocieron como Catastro de Ensenada, se conservan en los archivos y son una fuente de primera calidad sobre el estado de la hacienda castellana en el S. XVIII.

Al hacerse ese catastro en Tarancón, consta que la Calle de Parada (o Calle de los Paradas) iba de la Calle Cruz de la Oliva a la Calle de la Torre (hoy Melchor Cano). D. Gabriel José de Parada y Loaysa vivía en la casa solariega que tiene el escudo en el que figura la fecha de 1730 y, en la casa contigua de piedra vista y con escudos de piedra blanca, vivía D. Alfonso de Parada y Orea. Ambos eran grandes hacendados y tenían 500 y 1.350 cabezas de ganado, respectivamente.

VÍNCULO ENTRE LAS FAMILIAS GÜELL, VAN HALEN Y PARADA

Aunque ninguno de los Güell nació en Tarancón, esta noble estirpe catalana tuvo vínculos con esta villa a través de enlaces matrimoniales, casas y hacienda. En 1749, D. José Güell y Serra contrajo matrimonio en Madrid con Dña. Juana de la Encina y de la Carrera, que era hija de Dña. Juana de la Carrera Covarrubias (hermana de Doña Inés, de quien ya hablamos aquí).

De este matrimonio nació, el 16 de mayo de 1757, Juan Ignacio Güell de la Encina, a quien se conocería como “el niño del milagro”, porque estando en peligro de muerte en Madrid, la familia invocó a la Nuestra Señora de Riánsares y el niño sanó milagrosamente.

Uno de sus hijos, José Güell, se casó con la taranconera María Eugenia de la Torre Yunta, pero no tuvieron descendencia. Otra de las hijas de Juan Ignacio, que se llamaba María Rosa, se casó con Marcos de Parada y Heredia-Gaytán de Ayala, que era teniente coronel de artillería y brillante oficial en la Guerra de la Independencia.

Un hijo de este matrimonio, Juan Ignacio de Parada y Güell, contrajo matrimonio con Carmen de Montenegro y Van Halen, hija de la hermana del famoso mariscal y aventurero, Juan Van Halen, cuyas andanzas le trajeron también por Tarancón.

Ramón de Parada y Güell, hermano de Juan Ignacio, heredó a la muerte de su madre los bienes que tenían en Tarancón, entre los que se encontraba la casa principal y otra que estaba situada en la Calle Ramón y Cajal. Esos bienes fueron vendidos por el heredero y desapareció definitivamente de Tarancón la estirpe y el patrimonio de los Güell.

EL HOSPITAL NUEVO

En el primer tercio del S. XVIII, D. José de Parada y Rojas fundó un nuevo hospital cuyo patronazgo corría a cargo de su familia. En 1833 el patrono era D. Antonio Víctor de Parada y Vadillo. El hospital tenía pocos medios pero se mantuvo, año tras año, cumpliendo con su misión de atender a los más pobres del pueblo e incluso, muchas veces, a los que venían de fuera.

En un libro compuesto por “una sociedad de literatos”, y publicado en 1872, cuyo título es “La vuelta por España”, se cita entre los edificios más notables de Tarancón ese hospital, del cual admiran los visitantes “su buena distribución, el orden y la limpieza en los diversos departamentos y su no despreciable fachada”.D. Dimas cuenta en su libro que ignora la suerte que pudo correr ese edificio, del cual no queda ni memoria.

Los Parada han sido una de las familias de mayor relevancia en el pueblo y, como hemos visto, han emparentado con varias familias nobles aquí asentadas. Muchos de sus miembros sobresalieron en la carrera militar y también en las letras, tanto seglares como eclesiásticos.

Lo más conocido de la calle de la que hemos hablado hoy es la Casa Parada, que perteneció esta familia hasta 1995, año en el que la adquirió el Ayuntamiento de Tarancón y donde actualmente está ubicado el Museo que alberga la Colección de Pintura Emiliano Lozano.

Es un edificio barroco de planta cuadrada, articulado en torno a un patio. Tiene una portada barroca y el zaguán advierte de que el mismísimo Carlos V hizo noche allí, mediante una placa conmemorativa y cadenas. También en esta calle sigue existiendo la casa que data de 1730 y que perteneció a la familia Parada, aunque ahora tiene otros dueños.

 

 
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