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Apagón

A Coruña

Viernes noche. Derbi romano. A falta de poco más de cuatro minutos para el final del tercer cuarto, Zach Monaghan anotaba un triple que ponía al Leyma diecisiete puntos arriba en el marcador (59-42). Con un Breogán tocado por las bajas y las lesiones (desgraciada la suerte de Herve Kabasele), parecía imposible que se le escapase la victoria al equipo coruñés. Sin embargo, a partir de ese momento, todas las luces se convirtieron en sombras.El Leyma Coruña, que había llevado la iniciativa del juego durante muchos minutos, sufrió un apagón (uno más) incomprensible que finalizó como todos sabemos.

El partido tuvo un nombre propio, el de Sergi Quintela, a la postre MVP de la jornada en la liga LEB Oro. El escolta, obligado a jugar de base ante la ausencia de Christian Díaz, que no viajó a A Coruña, fue una pesadilla para los bases coruñeses. El lucense desplegó lo mejor de su repertorio en el parqué del Palacio de los Deportes de Riazor, siendo el principal artífice de la remontada celeste.

Zach Monaghan se empeñó en defenderle muy de cerca, pasando los bloqueos por encima, craso error, ya que Quintela le castigó una y otra vez entrando hasta la cocina y anotando o sirviendo al brasileño Leo Demetrio, su mejor socio en esta fase del encuentro, canastas prácticamente hechas.

En un lapso de poco más de siete minutos, Quintela y Demetrio se encargaron de anotar veinticuatro puntos (de los veintiséis que sumó el Breo en ese período), doce cada uno.

Posteriormente, Salva Arco cogería el relevo y sumaría otros doce puntos en los siete últimos minutos de juego para dar la puntilla al Leyma Coruña, que encajó un parcial de 27-51 (-24) en los últimos 14 minutos y 21 segundos de partido.

Es difícil establecer una sola causa de lo sucedido pues éstas son muchas y complejas. No me gustó, por ejemplo, el hecho de que el equipo naranja se adaptase a la propuesta visitante en lugar de imponer sus ventajas. Me explico. Acuciado por las bajas en su juego interior, Natxo Lezkano apostó por poner en cancha un quinteto con cuatro jugadores "pequeños" y un solo pívot. De este modo, jugadores exteriores como Johan Lofberg,Sandi Cebular y Danilo Fuzaro tuvieron que jugar de falso ala-pívot. Gustavo Aranzana (sus razones tendría), en lugar de aprovechar la teórica superioridad de nuestros hombres grandes, adoptó idéntica configuración en la formación naranja, y el Leyma dejó de generar canastas fáciles en la pintura y tiros liberados para sus exteriores.

Por otra parte, varios jugadores del Leyma se borraron del partido. Mención especial merece un Zach Monaghan que, frustrado por la pegajosa defensa a la que fue sometido por el lucense Sergi Quintela (quiero aclarar aquí que para nada hubo provocación o juego sucio) cometió faltas personales impropias de un profesional, hasta que consiguió ser expulsado a falta de prácticamente siete minutos de juego para la conclusión del choque, dejando huérfano de su magia al equipo herculino.

No le fue mejor a su compañero Jorge Sanz, que no lanzó a canasta en los veinte minutos que estuvo sobre el parqué y que no ejerció el liderazgo que se le exige tras la expulsión del norteamericano. Su actuación tampoco gustó a un enfadado Aranzana que, a falta de tres minutos y con el partido empatado, decidió sentarlo para dar el mando de las operaciones al joven Pablo Ferreiro, que no había pisado la cancha hasta ese momento.

Pero no fueron los directores de juego los únicos que no rindieron al nivel esperado. El lenguaje corporal de jugadores como Jonathan Gilling, Sergio Olmos o Dmitry Flis dejó ver que en ningún momento estuvieron cómodos sobre la pista.

El derbi romano constató la falta de fortaleza mental de muchos jugadores locales, empeñados en pretender que el baloncesto no es un juego de contacto físico, jugadores que ante un mínimo golpe o decisión arbitral contraria a sus deseos se obcecan en protestas estériles que no llevan a ninguna parte y que sólo sirven para descentrarlos y para que los colegiados "les tomen la matrícula".

A pesar de todo, quiero destacar que el Leyma practicó un buen baloncesto durante muchos minutos de partido pero que, como ha acontecido muchas veces ya a lo largo del curso, unos minutos de apagón le costaron la derrota. Cada vez queda menos tiempo para arreglar esta avería, ya que los playoffs están muy cerca y en estos partidos no hay concesiones. ¿Hay algún electricista en la sala?

 
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