Las tentaciones de Galapagar

León

Andan la iglesia podemita y el pueblo soberano todo más revueltos que un congreso del Frente de Liberación de Judea a cargo de la compra de un casoplón en la sierra por parte del dúo Iglesias Montero. Ni que decir tiene que la noticia ha cargado las armas del resto de rivales, enemigos y contrincantes políticos, quienes han disparado por tierra , mar y aire contra esta epifanía familiar con más saña que una reyerta navideña entre cuñados. Nadie podrá alegar sorpresa por esta cacería sin caer en una ingenuidad adánica.

Sin embargo, este episodio no es sino la culminación de una cadena de errores y de horrores que adornan un viaje que comenzó con la purga de Errejón y los suyos tras la victoria paulina de Vistalegre II, continuó con la elección de Irene Montero como portavoz mezclando pasiones e intereses sobre el tálamo nupcial, y definitivamente se consagró con la errabunda posición sostenida en la cosa catalana por Pablito y sus mariachis Colau y Domènech. No sé si han tenido tiempo de leer los posos de las urnas en las elecciones del 21-D. Me temo que no.

La compra de un chaletazo tipo Casa y Jardín no es ilegal, pero deja en pelota la pureza antisistema del coletas y su proclamada voluntad de vivir como el pueblo al que representa. La incoherencia no penaliza nunca a la derecha, pero deja hecho unos zorros a los apóstoles de las barricadas. Siempre fue así.

Y como todo es susceptible de empeorar, ahí está la consulta a las bases para que opinen sobre el dilema inmobiliario que solo sirve para someter al partido a la disyuntiva horrenda de matar al padre o legitimar su estupidez. Por favor, ¿no podría alguien darles el teléfono de un buen psicoanalista?