El Pentecostés de la provincia de Cuenca y otras romerías de tradición
Rus, Consolación, Urbanos, San Julián o la Virgen de las Misericordias de Puebla de Almenara son algunas de las procesiones que se celebran en mayo
Cuenca
La reciente celebración del domingo de Pentecostés lleva aparejada no sólo una de las más famosas romerías de España, como la del Rocío en honor de la Blanca Paloma, que es un auténtico fenómeno entre religioso y folklórico, sino también en muchísimos pueblos y ciudades españolas en sus diferentes advocaciones marianas, destacando entre ellas las de la provincia de Cuenca, alguna de ellas declaradas de Interés Turístico Regional. Esta semana, en Páginas de mi Desván, José Vicente Ávila nos propone en Hoy por Hoy Cuenca un recorrido por estas romerías marianas de fechas movibles, que han tenido su protagonismo en el fin de semana con las “traídas” o “llevadas” de imágenes como la Virgen de Rus en San Clemente; la de Consolación en Iniesta o la Misericordia en Puebla de Almenara, sin olvidarnos de la Capilla del Espíritu Santo de la Catedral de Cuenca y de otras romerías similares, que ya tienen fecha designada, que se celebrarán en Saelices, Torrejoncillo del Rey y en San Julián “El Tranquilo”, en Cuenca capital.
El Pentecostés de la provincia de Cuenca y otras romerías de tradición
23:54
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/1526999911_834125/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
San Clemente
La romería de la Virgen de Rus, que tiene dos fechas claves, con la traída y llevada de la Patrona de San Clemente, es una de las celebraciones más antiquísimas de la provincia de Cuenca y de mayor relieve, aunque el carácter mariano lo tienen todas estas celebraciones en fechas pascuales. La historia de la propia ermita y de la villa de San Clemente nos lleva al siglo XI, pero ciñéndonos a la traída o venida de la Virgen de Rus desde su ermita a la parroquia, se celebra en el Domingo de Quasimodo, que es el siguiente al de Resurrección, fecha en la que se subastan las andas, y la llevada o traslado se realiza el lunes de Pentecostés, el llamado Día de Rus, que en concreto fue ayer. Son unas fiestas de interés turístico regional que cada año concitan gran interés.
Son famosas estas dos fechas en las que la Patrona de San Clemente cobra todo el protagonismo de sus fieles devotos. Las Relaciones Topográficas nos dicen que la villa de San Clemente debió fundarse entre los siglos XI y XII, a juzgar por lo que decía una antigua lápida encontrada en las inmediaciones de la ermita de la Virgen de Rus, de la que tomaron buena nota José Torres Mena y Fermín Caballero en sus Noticias Conquenses. En la historiografía de la Virgen de Rus se refiere que la población de San Clemente fue creciendo a nueve kilómetros de la ermita donde recibía culto la Virgen de Rus, y con el fin de no perder el contacto ni la devoción, se determinó que la imagen fuese trasladada a la villa cada año. Según un documento de 1617, donde se cita dicha costumbre como inmemorial, consta “que la “traída” en procesión de la Santísima Virgen de Rus se realiza el primer domingo después de Resurrección y que, pasados cincuenta días de permanencia en la iglesia parroquial del Señor Santiago, debe regresar a su Ermita el día de en medio de la Pascua del Espíritu Santo”. Esos cincuenta días son desde el domingo de Resurrección que es la fecha en la que se realiza la subasta a las doce y media, pero contando desde la traída de la Virgen es una semana menos.
Subasta que por cierto este año alcanzó los 64.000 euros para la cuadrilla que encabezaba Javier Cañada, aunque en 2017 la cifra fue de 86.000. Parece que se van a esperar al próximo año, con el IV Centenario y el cincuentenario de la Coronación de 1969. Por ejemplo en 1957, fecha en la que la Virgen de Rus vino a Cuenca a la Coronación de las Angustias la cuadrilla pagó en la subasta 20.000 pesetas, mientras que en 1972, el andero Manuel Rubio Notario, en nombre de su cuadrilla, pagó 161.000 pesetas, por el privilegio de llevar las andas en esos nueve kilómetros que separan la villa de San Clemente de la ermita. Dada la importancia de esta romería de traída y llevada de la Virgen de Rus, palabra por cierto de origen latino que significa “El campo”, en aquellas calendas desde 1617 la imagen era llevada por los cofrades de la Hermandad de la Sangre de Cristo, ataviados con túnicas, acompañados por clérigos y una multitud de pobres a los que se les pagaba la comida por el Concejo. Surgió luego la subasta, portando la cuadrilla a la Virgen, vestidos los mozos con blancas camisas y fajas y pañuelos de vivos colores. Como es bien sabido, el Domingo de Quasimodo la Virgen de los Remedios es lleva al Santuario de Rus y la llamada “guapa” imagen de Rus, como la aclamaban los sanclementinos, que va protegida, es portada a la carrera hasta la parroquia. El lunes de Pentecostés se hace a la inversa el recorrido entre músicas, cánticos y loas, y cómo no la comida campera en la que las calderetas y otras viandas toman cuerpo, entre los esforzados anderos y romeros.
Iniesta
De la Mancha más manchega pasamos a la Manchuela, con la Romería de la Virgen de Consolación de Iniesta al Santuario del mismo nombre. En este caso se doblan los kilómetros, pues son 17 los que separan a Iniesta del conocido Sitio o Santuario de Consolación. Al igual que en San Clemente, son dos las romerías que se celebran. La primera en el domingo de Pentecostés, y la segunda a finales de agosto, coincidiendo con la feria de Iniesta. Es una de las fiestas de mayor tradición en la comarca, que se remonta al siglo XVI, de la que no sólo participa el pueblo de Iniesta, sino otros muchos cercanos al Sitio de Consolación, como Villalpardo, Villarta, El Herrumblar, Casas de Benítez, Minglanilla, Ledaña y algunos lindantes de la provincia de Albacete. Desde las primeras horas del domingo de Pentecostés se realiza la salida de la imagen de la Virgen de Consolación a hombros de los romeros, bien acompañados de devotos y fieles por todo el recorrido.
Un trayecto de unos 17 kilómetros que llevará algún tipo de descanso para reponer fuerzas. Aquí podíamos decir citar a Machado de que se hace camino al andar, pero como la fe mueve montañas los romeros hace un alto en el conocido lugar como el Humilladero de Villarta, que está poco más o menos a mitad de camino, realizando un breve descanso, para tomar café o chocolate, y donde se incorporan romeros de los pueblos cercanos, para formar un conjunto procesional muy colorista, contrastando con el verdor de los campos y los almendros ya granados de arzollas. La llegada a la ermita resulta espectacular con los vivas y la música. Tras la misa tiene lugar la comida campestre en ese paradisíaco lugar de arboledas y manantiales, con sus fuentes de “La perlica” y “Los caños”, entre otras, donde las gentes beben el agua que consideran “milagrosa”. Una fiesta igualmente declarada de interés turístico regional desde hace diez años, que concita a miles de personas, incluso este domingo ha estado el presidente de Castilla-La Mancha, entre otras personalidades. Durante tres meses la Virgen de Consolación se queda en el Santuario y en el penúltimo domingo de agosto se celebra la segunda romería, con el regreso de la Virgen de Consolación a Iniesta, comenzando así las fiestas patronales, que antes se hacían en septiembre.
Se dice que a esta imagen se la atribuyen algunos milagros, uno de ellos en un accidente de tráfico de los romeros que trajeron a Cuenca a la Virgen de Consolación en mayo de 1957. En la historia o leyenda de la Patrona de Iniesta se refieren milagros como a tantas imágenes de la provincia, pero hay dos casos curiosos en fechas muy cercanas entre sí. El primero ocurrió el 8 de septiembre de 1955, en la romería de regreso de la Virgen a Iniesta, en la que una fuerte tormenta convirtió los caminos del Santuario en auténticas torrenteras, quedándose los romeros en el Santuario temiendo lo peor. No hubo que lamentar víctima alguna, aunque debieron caminar por los barrizales. Dos años después, en 1957, la imagen de la Consolación fue trasladada a Cuenca para la coronación de Ntra. Sra. de las Angustias, en acto multitudinario celebrado el 31 de mayo. En el regreso a Iniesta, el 1 de junio, los romeros viajaban en autocares, con la banda de música, grupos de coros y danzas y banda de tambores y trompetas, siete camiones (en uno de los cuales llevaban a la Virgen) y coches particulares. Pues bien, sobre las once y media de la noche, y a un kilómetro del paraje La Caserna, cerca de Olivares de Júcar, uno de los camiones sufrió un ligero despiste, cayendo a una hondonada, después de salvar cinco o seis metros de desnivel. Pararon todos los vehículos pensando en la tragedia y no hubo que lamentar víctima alguna, atribuyendo el milagro a la Virgen de Consolación, que figuraba en la caravana. Al día siguiente se hizo una misa de acción de gracias en Iniesta.
Puebla de Almenara
La tercera romería de Pentecostés tiene como escenario la ermita de Puebla de Almenara. En este caso, las fechas sí han cambiado por mor de la emigración, con el fin de que los hijos del pueblo puedan asistir a la llamada popularmente como “bajada” de la Virgen, que antaño se celebraba el lunes de Pentecostés y se pasó a la víspera, es decir, al sábado. Por tanto se celebró el pasado día 19. En este caso, dos kilómetros separan a la ermita de la parroquia de la Asunción, desde donde se efectúa el traslado de la Virgen de la Misericordia. La ermita puebleña blanquea entre la Sierra Jarameña y se mira a la historia de la Fortaleza de Almenara, en un paisaje de perfiles goyescos. Puebleños y vecinos de los pueblos lindantes, algunos de la provincia de Toledo, acompañan a la Virgen en su “bajada”. Las piedras hablan en el mudo lenguaje de la historia de la ermita y del pozo de la Virgen que siempre tiene agua. Cuenta la leyenda que “cuando se construía la ermita se caían los ladrillos de adobe al día siguiente. Una paloma blanca sobrevolaba el lugar convertido en santuario y donde se posó, allí se construyó la ermita de la Virgen de todas las Misericordias. La paloma encarnaba al Espíritu Santo”.
¿Cómo se realiza este trayecto y en qué fecha regresa la imagen a la ermita, tras el tiempo de permanencia en el pueblo, como venimos contando con San Clemente e Iniesta? Primero se sube a la ermita a la Virgen Blanca, y sobre las siete y media de la tarde del sábado previo a Pentecostés, con anuncios de cohetes y traca, la Virgen suele llegar hasta el punto de encuentro en el Panteón, tras dos kilómetros de procesión por el asfaltado camino. Verdean y amarillean los campos donde el aceite, el trigo, la cebadada y la pipa de girasol darán su fruto. A lo largo del recorrido, altares de pétalos y oraciones hacen parada de fervor a la imagen, que luce manto rojo de fiesta y su corona de día grande. La llegada a la Parroquia de la Asunción, es celebrada con una traca, y a los acordes del himno nacional la Virgen entra en la iglesia levantada por brazos romeros de blanca camisas como la blanca paloma. Hay lágrimas y emociones, sobre todo por los que ya no están. Tras la misa de solemnidad y los tres meses de permanencia en la parroquia, el 24 de agosto, “día de San Bartolo”, es decir, fiesta de San Bartolomé, tiene lugar la romería de regreso de la Virgen de la Misericordia a su ermita y el regreso de la Virgen Blanca a la parroquia. Esta fiesta está considerada como la de los emigrantes, y son numerosos los que regresan a su pueblo para ese reencuentro familiar.
Cuenca
La fecha de Pentecostés tiene su cita anual en la capilla del Espíritu Santo de la Catedral. Recuerdo esa capilla, que no tenía luz eléctrica, que sólo se abría tres veces al año, el domingo de Pentecostés y los dos días siguientes, en la que se depositaba sobre el suelo tomillo y romero. Estuvo muchos años cerrada y hasta el propio cronista Federico Muelas publicó un artículo en su sección de “Moliendo y amolando” en la prensa local, titulado “La capilla secuestrada”, que decía entre otras cosas: “Sólo tres días al año se abre al público esta capilla del Espíritu Santo, panteón de los Hurtado de Mendoza. Pocas son durante estos tres días las gentes que en ella se adentran. Apenas permanecen en el recinto el tiempo bastante para advertir cómo silenciosamente el tiempo va marcando con mano implacable las cosas: el retablo que pierde su dorado por la parte superior derecha a causa de la entrada sin sujeción a fechas de la lluvia; el mástil de aquella bandera que flameó en gloriosa ocasión y que año tras año se comba como el peso de la vieja gloria (…). Pocos días son estas tres jornadas durante las cuales la vida penetra en la olvidada capilla para entibiarla, para desterrar el frío sepulcral que se mete en los huesos y que nos recuerda que todo lo que nos rodea, pinturas, tallas, emblemas, trofeos, está consagrado a la Muerte”.
Incluso llegó a estar cerrada bastante tiempo por obras en otras capillas catedralicias. Nada menos que veintiún años, si mal no recuerdo, pues en 1993 allí dijo misa el prelado Guerra Campos en el domingo de Pentecostés y recuerdo el suelo de la capilla adornado de plantas aromáticas como he comentado antes. Escribí no hace muchos años que era “una capilla monumental que al mismo tiempo es una joya en la que el tiempo la ha descolorido y se le debe sacar brillo para lograr recuperar todo su esplendor”. Por fin se llevó a cabo una gran actuación por parte del Consorcio Ciudad de Cuenca y en estos últimos años se le ha dotado de luz, se ha rehabilitado y colocado de nuevo en el coro el órgano que había en la Capilla Honda. Además de la función de Pentecostés, que por cierto presidió el obispo el domingo, esta hermosa capilla del Espíritu Santo se ha convertido en la “capilla de verano” de la Catedral. Si Federico Muelas levantase la cabeza la llamaría “la capilla recuperada”, con el hallazgo de que el cuadro el Martirio de San Andrés es el Martirio de San Serapio…
Otras romerías
Este tipo de celebraciones que estamos comentando tienen lugar en fechas movibles, según caiga la Semana Santa, pero algunas de ellas decidieron hacerlas fijas en distintos fines de semana. Es el caso de la romería de “El Cerro” en Saelices, en honor de la Virgen de los Remedios, que tiene su ermita nada menos que en los viejos muros del cerro de Segóbriga. Se celebraba en la víspera de la fiesta de la Ascensión, que era uno de los jueves que relumbraba más que el sol, pero una vez que esta fiesta fue trasladada al domingo, en 1977, se decidió años después fijarla para el último sábado del mes de mayo, ya con carácter fijo. Precisamente la letrilla de una de las danzas que se bailan delante de la imagen decía así: “Pasando lunes y martes / va la Virgen al Cerro con los danzantes”. Todo Saelices y los pueblos cercanos se dan cita en esta fiesta antiquísima en el Cerro de Segóbriga, y la procesión que parte desde la parroquia saeliceña hasta el Cerro, resulta espectacular, con algunos otros cánticos como el de “Dadnos licencia señora, / para que con vuestro anhelo / felicite con agrado / a la Virgen del Remedio”.
No faltará, como en todas estas romerías mariana, la gastronomía, como el “hornazo” que tiene fama. Aunque algún dicho de rivalidad comarcal relata que “en Saelices se come por debajo de las narices”, lo cierto es que es costumbre que en esta añeja fiesta saeliceña se come el “hornazo”, que consiste en una torta trenzada con un huevo duro, así como otros productos que se reparten como los garbanzos y cañamones. Tras la jornada festiva en el Cerro, con reencuentros familiares, que he podido vivir algunas veces porque mi esposa Isabel es saeliceña, en el regreso de la Virgen a la parroquia se lleva a cabo una curiosa subasta de andas en la que se repiten las frases “porque meto y porque saco”, con el fin de recaudar mayores ingresos para la Hermandad. Hay otros casos de romerías marianas de este mes de mayo como las de la Virgen de Magaceda en Villamayor de Santiago, la Virgen de la Atalaya en Tresjuncos, el Cristo de los Pastores en Villarejo de Fuentes y la Virgen de la Encarnación en El Hito.
Torrejoncillo del Rey
Y en este rosario de fiestas, y nunca mejor dicho, no podemos olvidarnos de la Romería de Urbanos en Torrejoncillo del Rey que se celebra cada primer domingo de junio en la ermita del mismo nombre, que dista a unos seis kilómetros de Torrejoncillo. Es otra de las tradiciones marianas de nuestra provincia en la que no falta la leyenda de la aparición de la imagen en el pueblo llamado Urbanos, cuando un labrador araba, y allí se construyó la ermita. La Virgen de Urbanos es trasladada a Torrejoncillo en su “bajada” el 1 de mayo y durante el mes florido se le honra en la parroquia, y es precisamente en el primer domingo de junio cuando tiene lugar la procesión de vuelta de la imagen, que parte desde la ermita de la Soledad y el paraje de la Puentecilla. En esta romería de espontánea devoción a la Virgen de Urbanos no sólo participan las gentes de Torrejoncillo, sino también de pueblos cercanos como Horcajada de la Torre, Villar del Horno, Villarejo-Sobrehuerta, Naharros, Villar del Águila, Palomares del Campo, Huerta de la Obispalía, Pineda de Cigüela, Carrascosa del Campo, Valparaíso de Arriba y Abajo, en fin toda la comarca.
La fiesta la puede vivir por vez primera en 1978, con un amplio reportaje para “Diario de Cuenca”, y entre los repiques de las campanas de la ermita y los cohetes, uno de los directivos de la Hermandad, Rodrigo Murgui, me explicaba que “al recorrer la procesión las calles del pueblo, cada cual ofrece lo que puede, tanto en dinero como en objetos. Aquí en la ermita hacemos lo que nosotros llamamos “el porque sí” y “el porque no”. Un señor dice cien pesetas (o ahora euros) porque lleve la Virgen” y llega otro que responde “ciento cincuenta porque no la lleve”; “doscientas porque la vuelva a llevar”; “quinientas porque no la lleve” y así van picando. De esta forma vamos llevando a la Virgen en tres vueltas por los alrededores de la ermita y vamos sacando dinero para sufragar los gastos y el mantenimiento de la ermita”. No faltan la música y las danzas, con coloristas vestidos de las mozas que bailan el paloteo al son de la dulzaina y el tamboril. El lugar invita después a compartir la comida campestre a base de tortillas de patata, caldereta, conejo con tomate, queso curado y buen vino.
San Julián
Nos queda para concluir la recuperada romería a San Julián “El Tranquilo, en este caso a finales de junio, en la capital. Se ha recuperado en los últimos años la tradición de otros tiempos de solemnizar esta fiesta con la romería de San Julián “El Tranquilo”, pues era costumbre de pasar un día de almuerzo y merienda en este sitio tan pintoresco, elevado a las alturas del Cerro de la Majestad y con unas vistas impresionantes de la Hoz del Júcar, en un recodo en el que la ciudad aparece al frente como si se pudiese tocar con la mano. Todo el farallón rocoso forma un conjunto paisajístico que asombra al visitante. Hace medio siglo la romería se celebraba el 29 de junio, día de San Pedro, que entonces era fiesta e incluso en el primer domingo de julio. Tengo el dato de que en 1957, el día 7 de julio, San Fermín, nada menos que cuatro mil personas se dieron cita en la ermita de “San Julián el Tranquilo”, conocido también como “El tranquillo”. Este año 2018 la romería será el domingo 24 de junio, que en este caso es San Juan, y allí estarán los devotos sanjulianeros, con el rector Ramón Page a la cabeza, para que la romería no decaiga, y aquí tenemos que citar la impagable labor de los Soria, Basilio, los hermanos Arias, Paco, Gimeno y tantos devotos y simpatizantes que cuidan el “Tranquilo” y pintoresco lugar, donde el obispo Julián hacía cestillos junto a su fiel Lesmes, a quien preguntaba: ¿Pasaron las grajas, Lesmes? ¡Pasaron! Este 2018 es Año jubilar de San Julián.