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La historia del ferrocarril, la electricidad y el auge de las fábricas de harina en Tarancón

Gema Garrido nos ha trasladado hasta el Paseo de la Estación esta semana en 'Callejeando por Tarancón'

Paseo de La Estación / Foto de Toribio Narváez en "Tarancón. Guía del patrimonio histórico artístico". Colección Mariano Collado

Paseo de La Estación

Tarancón

'Callejeando por Tarancón' ha hecho parada esta semana en el Paseo de La Estación. Gema Garrido, autora de este espacio, se ha detenido en esta parte de Tarancón que parte de la Glorieta del Convento, en la Avenida Miguel de Cervantes y termina en Calle del General Emilio Villaescusa.

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'Callejeando por Tarancón' con Gema Garrido (29/05/2018)

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Paseo de La Estación ahora

Paseo de La Estación ahora / Gema Garrido

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Paseo de La Estación ahora / Gema Garrido

Gema Garrido

Gema Garrido

LLEGADA DEL FERROCARRIL 

La construcción de la estación del ferrocarril de Tarancón se remonta a los años 70 del S. XIX. En el libro, “Tarancón. Guía del patrimonio histórico artístico”, Tomás Gabriel Muñoz relata que, en un principio, la estación estaba compuesta por seis pequeñas edificaciones dedicadas a despacho de billetes, sala de espera, cantina, garita y muelles de carga. Todas ellas estaban construidas en ladrillo, con un bellísimo entramado de vigas de madera que soportaban la techumbre.

En documentos de la época ya se hablaba de la situación estratégica de Tarancón en cuanto al nudo de carreteras, a lo que se sumó el paso de la línea férrea Aranjuez-Cuenca. Tarancón fue considerado el primer centro de contratación de la Mancha Alta, ya que aquí confluían todas las mercancías y viajeros de los pueblos pertenecientes a este partido y de la mayoría de los que pertenecían a Huete, Belmonte y San Clemente.

Según el historiador Félix Montoya, la vía permitió el asentamiento de nuevas empresas e industrias, especialmente de tipo agroalimentario. Además, los almacenes de distribución que servían a la comarca hicieron que proliferaran los tostaderos de frutos secos y las fábricas de harinas. Hay gente mayor que todavía recordará cómo llegaban a la estación las mercancías a granel y eran descargadas por grúas.

La mayoría de las edificaciones originales de la estación de ferrocarril han desaparecido y, las que quedan, están muy reformadas. La cantina se derruyó hace más de 30 años y el almacén presentaba un estado tan ruinoso que fue derruido en 2015.

EL PASEO DE LA ESTACIÓN

La ejecución del Paseo de la Estación, en 1884, articuló una nueva zona de edificaciones entre el núcleo urbano y la “carretera de la 1ª orden de Madrid a Castellón a su paso por Tarancón”, actual Calle General Emilio Villaescusa. También supuso la apertura de nuevas calles que se dirigían a la estación.

En documentos de la época explican que la longitud de la vía era de 964,07 metros (casi un kilómetro), y su ancho de 8 metros, a excepción de la parte final, en la que se añadieron dos paseos o andenes laterales para los peatones, de 4 metros de ancho cada uno, y, final de estos, una glorieta con asientos de piedra, con un diámetro de 36 metros, que servía a la vez de patio de viajeros. Por último, se hizo una escalinata de acceso a la estación. La razón de este ensanchamiento y de la glorieta con escaleras era que no pudieran llegar los carruajes hasta la puerta de la Estación para evitar atropellos y para que los viajeros pudieran entrar y salir de la estación con las menores molestias.

En un principio, se iban a realizar dos paseos hacia el ferrocarril (que los técnicos de la época llamaron trozos), el primero desde la calle del Grillo hasta la estación y, el segundo, partía de la carretera de Madrid-Castellón, desde la Plaza de Castilla-La Mancha hasta la calle San Isidro.

Ante la imposibilidad de realizar los dos trozos a la vez, se decidió ejecutar el primero porque, además de ser el trazado más corto, se hacía uso de la calle de la Encina, que se encontraba en la mitad del recorrido trazado y era la más ancha y recta de la población. Además sólo hubo que hacer una pequeña expropiación, los corrales de Francisco Saiz.

LLEGADA DE LA ELECTRICIDAD

Es paradójico que, justo en los años en que se producían el desastre de Cuba y la pérdida de las últimas colonias españolas de ultramar, aquí nos encontrábamos en plena efervescencia industrial. A finales del S.XIX, entre los años 1897 y 1898, un particular se encargó de hacer las obras necesarias para traer el fluido eléctrico a Tarancón.

En el citado libro del patrimonio histórico de Tarancón, el archivero municipal, Jesús Garrido, recoge unos expedientes del archivo histórico municipal sobre este tema y cita también el libro “Tarancón apuntes para su historia” de Manuel de la Ossa contando cómo aconteció.

Durante el S. XIX, la industria harinera apenas había tenido importancia en esta ciudad. Compradores de fuera se llevaban el trigo cosechado y, el poco que se consumía, se llevaba a moler a los molinos del Tajo o a los molinos de viento que había en el Altozano, a la izquierda del Camino de Leganiel (paraje que hoy tiene el nombre de Molinos de Viento).

Ante esta situación, el 16 de abril de 1897, D. Lázaro Gil, natural de Priego y de profesión electricista, presentó una instancia en el Ayuntamiento de Tarancón “deseando establecer el alumbrado eléctrico en esta población, procedente de una fábrica que al efecto instalará en el molino de Maquilón”, que había comprado en el término de Leganiel, junto al Río Tajo. Allí la fuerza del agua movería las turbinas necesarias para producir fluido eléctrico que, con las debidas conducciones, se trasladaría a Tarancón para facilitar el alumbrado del pueblo y la aplicación de la energía eléctrica a sus industrias. Gil solicitaba la concesión de una autorización con carácter de privilegio exclusivo, durante 25 años, para el tendido de cables y para establecer cuantas industrias se derivaran de la electricidad. El tema se estudió en la Asamblea General de Contribuyentes, reunida el 28 de abril de ese mismo año, y presidida por el alcalde de Tarancón, D. Enrique Sola y Monterroso.

Se discutieron y aprobaron las 20 condiciones que proponía y sirvieron de base para el contrato, aunque los años de autorización de la concesión se fijaron en 15. Entre las cláusulas que se establecieron figuraban, por ejemplo, cómo se iba a realizar la instalación, cuántas horas de alumbrado habría, el número de lámparas, qué precios cobrar y que la fecha de terminación de trabajos de instalación y suministro de la luz sería el 31 de diciembre de 1897.

Al terminar la concesión de Lázaro Gil, se encargó del suministro del fluido eléctrico la Sociedad Eléctrica “La Rosa”, cuyo director gerente en el año 1917 era D. Fernando Saturnino Ortiz y negoció nuevas condiciones con el Ayuntamiento presidido por D. Avelino Gidotti.

AUGE DE LAS FÁBRICAS DE HARINA

Manuel de la Ossa también explica en su libro que la primera industria harinera de Tarancón fue la Fábrica de Harinas de “La Rosa”, que nació en 1898 y estaba situada en una extensión de terreno muy cercana a la estación de ferrocarril. Fue la primera de las fábricas taranconeras en cerrar. El 26 de diciembre de 1994 el edificio ardió en un espectacular incendio y no quedaron restos. Hoy hay una urbanización que lleva el nombre de la antigua fábrica.

En 1912 comenzó la construcción, en la Calle del Olmo, la Fábrica de Harinas de Antonio Serrano y se puso en funcionamiento hacia 1914. Al principio se llamó “La Modelo”, y posteriormente, se llamaría “Harinas Palma” y “Harinas de la Viuda de Antonio Serrano S.A.”. Ha estado en funcionamiento hasta el año 2012. El edificio todavía se conserva.

La Fábrica de Harinas “La Concordia” también nació a principios del S.XX, hacia 1915. El edificio estaba situado en la intersección del Paseo de la Estación con las calles General Emilio Villaescusa y Carlos Cano. Se encontraba en una zona industrial estratégica de Tarancón y contribuyó al desarrollo económico de la ciudad. Cerró después que “La Rosa” y hoy hay bloques de pisos donde estaba situada.

Actualmente se mantiene activa en Tarancón “Harinas Buenache”, que también tuvo su sede en el Paseo de la Estación, aunque ahora está en el Polígono Industrial, dedicada exclusivamente a la elaboración de harina de almortas y harina fina de garbanzos.

 

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