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El Inquilino 122 I Sani y César, cruzando el mundo para estudiar

Sani Atravesó Nigería, Niger, Argelia y Marruecos. Nadó hasta Ceuta, durmió en un cajero en Ronda de los Tejares y estudio la ESO en Los Patos. Este joven camerunés y su amigo el poeta César Brandon nos cuentan su historia y leen a Rimbaud

Sani Laden y César Brandon persiguen la normalidad. Por eso Juan Bolaños los ha invitado a la radio a leer un poema de Rimbaud sobre el verano a El Inquilino, como cualquier otro invitado más a esta sección de Córdoba Hoy por Hoy. Pero la historia de ambos nos obliga a dejar el poema para el final de la entrevista.

“Toda su obsesión es estudiar y formarse”, cuenta Bolaños y Sani empieza a narrar los obstáculos que ha tenido que saltar hasta lograrlo.

Con 15 años, este camerunés sabía que quería seguir estudiando y percibía que “en Camerún era complicado”. Así que puso rumbo a Nigeria, “con la intención de estudiar, porque allí se valoraban más los estudios que quería hacer”. Las cosas se complicaron y tuvo que huir a Níger “escondido en un camión que llevaba tomate”. Después vino el trabajo en el campo a cambio de comida, los primeros días durmiendo en la calle, y la decisión de seguir caminando, hasta el desierto del Sáhara. En el viaje extremo, tuvo que enterrar a su amigo Ibrahim, que no pudo soportar la dureza del desierto. En Argelia sintió el primer embiste del racismo -“te hacen sentir diferente”- y tuvo que esconderse. Decenas de subsaharianos como él vivían en una tubería a las afueras de la ciudad. Asegura que la Policía prendió fuego a las dos entradas de esa tubería, generando el caos y heridas graves en algunos de sus compañeros. Sani decidió seguir caminando, tomando como referencia una vía de tren abandonada durante tres días hasta llegar a Marruecos. Acabó en el Monte Gurugú, esperando su turno para saltar las vallas. Son tres, todas con concertinas. “Lo intenté varias veces y no podía, es una valla de seis metros con cuchillas y veía muchas heridas en quienes lo intentaban”. Dos años de viaje resumidos en un párrafo.

“Lo intenté nadando”. Y lo consiguió.

De Melilla viaja a Ceuta y el 22 diciembre de 2011, por la noche, salta al mar con la intención de nadar hasta tierras españolas. Mientras lo hacía la Marina Real marroquí les golpeaba con porras y la Guardia Civil lanzaba pelotas de goma desde la orilla de Ceuta, recuerda. Eran más de 30 personas intentando entrar a nado. Él llegó inconsciente a la orilla de Ceuta. Murieron dos personas en el mar y a los demás les devolvieron “en caliente” a Marruecos. Tres años después, el 6 de febrero de 2014, se viviría en ese mismo lugar la denominada Tragedia del Tarajal, en la que fallecieron 14 migrantes, según fuentes oficiales, una cifra que otras fuentes elevan. Sani llegó inconsciente, fue atendido por los equipos de emergencias y eso le abrió camino para quedarse en Ceuta. Ahí retomó su periplo para cumplir su objetivo: estudiar. El primer reto, el del idioma, lo fue solventando en clases de español.

César conoció a Sani en una charla en la facultad universitaria de Ceuta en la que éste estudiaba. “En mi facultad éramos solo dos negros”, relata, mientras Sani recuerda cómo se produjo el vínculo entre ambos. “Veía mi sueño realizado en César, era un referente”, afirma.

Tras un año en el CETI de Ceuta pasó dos meses en el CIE de Tarifa, “son peores que cárceles convencionales, no se lo recomiendo ni a mi peor enemigo”, nos cuenta. De allí lo enviaron a una asociación en Almería, una ONG que teóricamente debía trabajar para integrarlos. Pidió ayuda para estudiar pero solo le mostraban como alternativa la búsqueda de trabajo en los invernaderos. En la biblioteca le exigieron un documento para poder sacar libros. Al pedir ese documento al director de la ONG “me dijeron que no, que ahí no se hacían estas cosas”, algo “contradictorio” con su teórica misión de integrarlos. Sani ayudaba al resto de inmigrantes dándoles clases del poco español que sabía. El mismo director de la ONG le recriminó su actitud y les volvió a instar que tenía que irse a buscar trabajo en los invernaderos. Hastiado y cansado de la vida en mitad de los invernaderos almerienses buscó una alternativa. Un amigo le propuso que se viniera a Córdoba, pero al llegar a esta ciudad el amigo se había esfumado.

“Estuve los tres primeros meses viviendo en la calle, en la entrada de la sucursal del Banco Sabadell en Ronda de los Tejares”. Al mes de llegar se convocaba el examen para obtener la ESO. Córdoba Acoge le ayudó y aprobó después de estudiar cada día en el parque de Los Patos. Inés fue la primera cabeza de familia que le acogió en su casa, y eso que ella tenía tres hijos. Después de Inés fue otra cordobesa, María José, tras escuchar la charla de Sani en un instituto en Santa Rosa le ofreció un sitio. De ahí al bachillerato, la selectividad, un fallcido trabajo en Zaragoza y luego, este curso, la universidad. Con la ayuda de María José y de la universidad, que lo ha becado parcialmente. Ahora cursa estudios superiores en el grado de Relaciones Internacionales en la Universidad Loyola Andalucía y cuenta con una familia de acogida en Córdoba.

César Brandon, que está hermanado con Sani desde que conoció su historia, es guineano y acaba de ganar el concurso de televisión Got Talent, con la lectura de unos poemas. Estos días han pasado por La Republica de las Letras para hablar de inmigración y de la búsqueda de la normalidad. Así que, además de a contarnos esta historia, leyeron en español y francés un poema de Rimbaud.

En el atardecer del verano

Caminaré por los senderos

Picoteado por el trigo, pisando la hierba menuda, soñador

Notaré su frescura en los pies

Dejaré que el viento bañe mi cabeza desnuda

Y no hablaré, ni pensaré en nada

Pero el amor infinito invadirá mi alma y partiré lejos, muy lejos

Como un bohemio, en libertad y feliz como en compañía de una mujer.

 
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