Los tres colombianos supuestamente explotados en la granja de cerdos de Sarria obtienen el permiso de residencia
Lugo
Los tres hombres de nacionalidad colombiana supuestamente explotados laboralmente y presuntamente víctimas de un delito de trata de seres humanos en una granja de cerdos en Sarria, han conseguido el permiso de residencia en España.
Lo constata el abogado de dos de estos hombres, de Jhon Henry Hincapié y de su hijastro, Ángel Velle, que ha recordado que “a ellos se les dio un plazo que se llama de recapacitación, es decir decidir sí lo que quieren es continuar en el país y seguir prestando colaboración en cuanto a éste posible delito de trata de seres humanos”. “Ellos han decidido que sí, que van a continuar en España y han obtenido el permiso de residencia”, precisa Vellé.
En marzo de este año se formulaba la denuncia ante la Brigada de Extranjería de Lugo, luego de haber sido captados en su país, según la policía nacional bajo “engaño” por una empresaria lucense, que tiene una explotación porcina con más de mil cerdos en Sarria, y que fue arrestada en su día y ahora está en libertad con cargos.
Los tres colombianos se encontraban en una situación irregular, y hasta ahora habían estado acogidos a un estado “legal de protección, como posibles víctimas de trata de seres humanos”. Desde ya disponen del permiso de residencia en España.
El abogado Vellé también ha confirmado que han sido citados “en el juzgado (en Sarria) el próximo 16 (de julio) para prestar declaración en sede judicial”. “El procedimiento sigue su curso natural y explicarán toda la situación vivida y que relación tuvieron con esta señora (con la empresaria)”, advierte.
Ángel Vellé, abogado de dos de los tres colombianos supuestamente explotados laboralmente
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En cuanto a la supuesta explotadora, el letrado ha corroborado que “en ningún momento ha habido ningún tipo de comunicación”, ni siquiera para pedir “perdón”.
Los tres hombres vivieron en condiciones “miserables”, entre ratas y desperdicios, sin agua caliente, y dormían en un catre que era una espuma con hierros en la cocina. Trabajaban entre 11 y 12 horas con un solo día de descanso. Además soportaban reiterados insultos, se les pagaba 600 euros cuando se habían comprometido mil euros al mes.