El personal sanitario de La Candelaria: "sufrimos agresiones todos los días"

Santa Cruz de Tenerife

"En cuestión de segundos nos vimos en un pelotón en la zona de circulantes. Estábamos en un plan de supervivencia y de salir por donde fuera. Todo se invadió de un humo negro intenso. De haber esperado a la actuación, hoy contaríamos fallecidos". Un mes después del incendio producido en el Complejo Hospitalario Nuestra Señora de La Candelaria, el personal sanitario del servicio de Urgencias recuerda el pánico y el caos vivido durante la noche del 13 de agosto.

Mediante un documento firmado por más de trescientos trabajadores, la plantilla ha denunciado en el Registro Auxiliar del centro la permanente falta de seguridad que viven y que se reproduce en hechos como los sucedidos el pasado 2 de septiembre, cuando una enfermera fue amenzada con un cuchillo. "Sufrimos agresiones todos los días, como si fuera parte intrínseca de nuestra función asistencial la falta de respeto a la dignidad personal y profesional por parte de los usuarios", incide su portavoz, Carlos Viñoly.

Respecto al incendio, el personal sanitario de Urgencias reconoce que la evacuación de los ciento sesenta pacientes y sus familiares no se efectuó en cinco minutos "como se ha dicho", sino en treinta. Además, el equipo de enfermería recalca que "en ningún momento ha sido informado, formado ni entrenado en los procedimientos de actuación ante emergencias ni ha participado en programas sobre el Plan de Autoprotección", que data de 2009.

Además, los trabajadores aseguran que la primera asistencia a los pacientes durante la evacuación "no fue la correcta" ya que desconocían el modo de actuar: "no se realizó la debida identificación respecto al área de origen, el diagnóstico y el tratamiento. No conocían la persona que se encontraba al frente del plan de emergencia", declara Viñoly. Asimismo, afirma que el día de los hechos el ratio enfermería/paciente "estaba disminuido".

El equipo de Urgencias insta ahora al director del Servicio Canario de Salud, Conrado Domínguez, a iniciar las diligencias de investigación pertinentes para la clarificación de lo sucedido.

"Queremos que se asuman las responsabilidades políticas y profesionales de cada cargo por el incumplimiento de los preceptos legales vigentes, por falta u omisión; que se apliquen todas las medidas correctivas demandadas de forma urgente y permanente; y que se indemnice al personal afectado, que ha visto vulnerados sus derechos en materia de protección de seguridad social y de prevención de riesgos laborales", concluyen los trabajadores. 

Carta de los trabajadores: "solo queríamos que nos respetaran"

"Fue una noche intensa, larga y dura. A día de hoy, la mayoría de esos sentimientos han disminuido, pero siempre se mantiene el estado de alerta cuando alguien grita, al oír un ruido poco común o a alguien corriendo. La situación que ha provocado el incendio ha sido para mí como una herida abierta en la que la cicatriz se mantendrá siempre viva. Se me partió el alma al ver a mis compañeros en las esquinas, aguantando el tipo y sacando fuerzas para seguir trabajando.

Comenté a cierta persona que no me encontraba en condiciones para seguir trabajando y que no veía lógico que nos hicieran seguir trabajando después de lo que habíamos pasado. Su respuesta fue que 'era un exagerado, que teníamos que cumplir nuestras horas y no nos podíamos ir'.

Recuerdo que eran varías órdenes. De gente diferente, en tiempos diferentes. Y que todos estábamos perdidos y no sabíamos qué hacer. Recuerdo a los pacientes dándonos ánimos... Recuerdo tragarme las lágrimas cuando eso pasaba. Y recuerdo llena de rabia a otros familiares insultándonos y diciéndonos que 'esa era la gente a la que pagaban todos los meses', que 'éramos una vergüenza' y que algo así 'estaba claro que iba a pasar'. Como si fuera culpa nuestra. Nos habíamos jugado la vida y no necesitábamos un reconocimiento, solo ayuda. Que dejaran de grabar con el móvil y nos echaran una mano. Solo queríamos que nos respetaran, pero quizá es lo que pedimos siempre.

Los días siguientes fueron complicados, no quería hablar de ello porque era duro. Tenía pesadillas y solo se preocuparon por mí mis compañeros. Nadie del hospital, nadie quiso saber si estábamos bien después de todo. Muchos tuvieron que volver a trabajar al día siguiente a pesar de haber pedido no hacerlo.

Aún hoy seguimos escuchando amenazas como 'deberían poner una bomba en vez de quemarlo', 'no me extraña que quisieran meterle fuego' o 'como tenga que esperar más saco un mechero y la lío'. Aún hoy tenemos miedo de que algo vuelva a pasar".