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Pablo, recordado en el portal donde compró la droga que le mató

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En el portal 3 de la calle Vicente Aleixandre de A Coruña, Pablo compró la noche del 29 de octubre la droga que le mató la siguiente madrugada y allí, casi un mes después, familiares y amigos se concentraron para recordarle a él y a "todos los Pablos", porque su historia no es única.

Su vida se esfumó a los 21 años. Le gustaba el boxeo y el rap y algunas de las personas de su entorno explican a EFE que desde agosto perdieron de vista a aquel chaval de acento andaluz (había vivido en Málaga).

Fue entonces cuando empezó a flirtear con un mundo que no tardó en arrebatarle la vida.

Se estaba sacando el carné de conducir y se entrenaba en un gimnasio de boxeo coruñés donde se preparaba para contrarrestar los golpes en el cuadrilátero sin intuir el que le tumbó en la calle.

"Jugó con la droga y la droga lo mató. Un niño de sonrisa inocente. Guapo. Muy guapo", explican sus familiares en una carta abierta. "Aún no hemos tenido fuerzas para borrar el número de su móvil de los contactos. Lo queríamos todos. Nos lo robaron", confiesan.

Para ellos, "dejó en lo absurdo de su muerte un regalo de aviso a navegantes" para "todos los Pablos" porque "la droga no es cool", la droga "mata" y "a veces no hay segunda oportunidad".

Por eso decidieron dar un paso al frente y, con valentía, homenajearle a apenas cincuenta metros de la iglesia donde se ofició una misa en su memoria este domingo.

Allí, en el portal donde, según su familia, adquirió la droga a finales del mes pasado, se guardó un minuto de silencio roto por los aplausos y se depositaron varios ramos de rosas blancas, los de sus seres queridos y también de sus amigos del gimnasio.

"Nos reunimos aquí en homenaje a él. Dándole las gracias por tantos momentos buenos. Dejamos unas flores donde compró una droga, adulterada como toda la droga, que lo mató. No tenemos miedo a estar aquí, ni la vergüenza por ser víctimas, sino amor por Pablo y solidaridad con todos cuantos la droga les cambia la vida y sus familias", afirman sus allegados.

Las flores también fueron efímeras, como su vida. Apenas duraron un cuarto de hora en el portal. Cuando quienes recordaron a Pablo se marcharon, una vecina del inmueble no tardó en echarlas al contenedor de basura.

La familia expresó su gratitud a los que les acompañaron, a los sanitarios que atendieron a Pablo, el tacto con el que les habló el forense y el respeto del Juzgado, también a la Policía Nacional que esta semana desmanteló un punto de venta de droga en A Coruña y a la Fundación Gallega contra la droga, que se puso a su disposición.

Además, enviaron un mensaje de "ánimo a todas las familias que se han visto en la misma situación o las que hoy están sufriendo sin saber qué hacer".

"Aquí también hay que salir del armario. Las víctimas son las víctimas, jóvenes, inocentes, ingenuos, confundidos, en desventaja; y los verdugos venden muerte", aseguran.

Pablo ya no está, tampoco las flores que durante unos minutos reflejaron la inocencia que se llevó la droga, pero el mensaje que han lanzado perdura como la batalla contra la drogadicción.

 
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