¿Quién es el director deportivo del candidato Quico Catalán?

Valencia

La línea de tiempo que separará el momento en el que Quico Catalán dejará ser el máximo responsable del Levante para convertirse en candidato a la presidencia será imperceptible.

Técnicamente se acotará a las tres horas que durará la Junta General del próximo 20 de diciembre y de la que saldrá investido, de forma más que merecida, por aclamación popular y accionarial.

La estrategia de comunicación del aspirante a su propio cargo ha sido perfecta, porque en la ronda de entrevistas por 'los mass media' ha explicado su programa electoral, centrándose en los grandes proyectos que desarrollará si obtiene la confianza de la Fundación y de los accionistas minoritarios.

Sin embargo, cuando se le ha consultado por el futuro de Tito, la respuesta ha sido la de un presidente reelegido y no la de un candidato que se presenta con el nombre de un director deportivo sobre el que depositará toda la responsabilidad de la parcela más importante del club.

La maniobra ha sido hábil porque no hay en el horizonte ningún aspirante, ni una alternativa que salte a la escena pública y altere el guion preestablecido por la presidencia.

Quico Catalán, sabe que no es un candidato al uso después de nueve años de una gestión más que acreditada y cree que podrá sortear las preguntas de los accionistas con la misma destreza que las formuladas por los periodistas, a propósito de la continuidad de Tito y con la firme intención de prorrogar hasta mayo una decisión que debería adoptar en las próximas semanas.

En el arte del decoro no parece muy respetuoso que Quico Catalán solicite el apoyo de los accionistas para una tercera legislatura, proyecte las primeras imágenes sobre la actuación que se desarrollará con la instalación de una nueva cubierta en el Estadio Ciutat de Valencia cuando finalice la competición, ponga una fecha sobre la iniciación de la construcción de la nueva ciudad deportiva en Nazaret, explique la fórmula escogida para sacar a la venta 17.000 acciones y en el aspecto deportivo ‘pase palabra’ porque considere que no es el mejor momento para hablar de Tito.

Hacernos creer que la decisión sobre la persona que debe dirigir la parcela deportiva dependerá del desenlace de una temporada exitosa, de una permanencia milagrosa o de un descenso inesperado es una excusa nada creible.

Esto ya no va de héroes o villanos, ni de renovaciones forzadas por los buenos resultados, ni de culpables señalados por una inesperada pérdida de la categoría.

El cargo de máxima responsabilidad deportiva de un club que juega en la mejor liga del mundo y con la dimensión que ha adquirido el Levante durante la última década, tiene que ir ligado a la confianza (no confundir con docilidad), al liderazgo, a la capacidad de trabajo y a la rentabilidad de las inversiones realizadas.

La plantilla de Segunda era tan buena que es la que sigue compitiendo en un porcentaje muy elevado con Paco López y que fue la apuesta ganadora de Tito. La pena es que en estos dos años el Levante se ha gastado para mejorar una plantilla de Primera la friolera de 35 millones de euros en traspasos y tan solo Enis Bardhi y Rubén Rochina son titularísimos mientras ‘SuperPaco’ mantenga el sistema con tres ‘jugones’ en la medular.

Quico Catalán conoce perfectamente las virtudes y los defectos de Tito, su capacidad o su incapacidad, su destreza o su incompetencia y si le vale o no para su proyecto.

No obstante, la ausencia de una respuesta clara y contundente ante la Junta General sería la confirmación de las dudas que genera la continuidad de Tito en el Consejo y el primer síntoma de una nueva reestructuración del área deportiva.