El oro de Moscú
El mítico "oro de Moscú" fueron las reservas del Banco de España que se enviaron a Rusia, al principio de la Guerra Civil, para comprar armas y evitar que cayera en manos del ejército franquista
El oro de Moscú
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Madrid
Las reservas
Las reservas españolas de oro en 1936, cuando empezó la Guerra Civil, se habían auditado y eran las cuartas mayores del mundo. Mucho de este oro llegó durante la Primera Guerra Mundial, en la que España no participó, pero sí vendió armas y materias primas a los países en conflicto.
Casi todo el oro estaba en monedas. En aquella época existían las pesetas-oro, como los dólares del Oeste (cada peseta oro valía unas 2,4 pesetas normales). El valor total superaría, en valor de hoy, los 20.000 millones de euros.
El traslado del oro
La decisión de la República de llevar el oro a Moscú se tomó sin contar con las autoridades del Banco de España. El cajero principal, de hecho, se suicidó en su despacho. El oro se metió en cajas de municiones sin ninguna clase de distintivo. Primero fue en camiones a la estación de Atocha, entonces Mediodía, y luego por tren a Cartagena.
Allí, la noche del 22 de octubre de 1936, empezó a cargarse en cuatro barcos rusos. Eran casi 8.000 cajas, cada una de 75 kg, con el 70 % de las reservas de oro españolas. En total, más de 500 toneladas.
Llegada a Rusia
Stalin tenía en España agentes del NKVD, embrión del futuro KGB. Su jefe en España recibió la orden de supervisar el traslado del oro. Durante el mismo desaparecieron 100 cajas. El resto llegó al puerto de Odesa y de allí se llevó en tren hasta Moscú. Uno de los colaboradores de Stalin contó que cuando el líder soviético lo tuvo delante exclamó: “¡Los españoles no verán su oro nunca más!”.
¿Qué pasó con el oro?
Aún siguen las especulaciones sobre si Rusia se quedó o no con el oro, si se devolvió tras la guerra o qué sucedió. Con seguridad sólo 40 toneladas de oro regresaron a España, pero de otra partida que se envió a Francia para comprar víveres. En Rusia también acabaron joyas y muchos objetos valiosos de los que a día de hoy se desconoce su paradero.
Consecuencias para la República
Al salir el oro de España, la peseta republicana sufrió una fuerte devaluación. Se llegó a obligar a la población civil a entregar todo el oro que poseían que no estuviera en joyas, aumentó la impresión de billetes y la inflación se disparó de un modo brutal. Los precios subieron hasta un 1.500 %. El dinero dejó de tener valor y hubo que recurrir al trueque.