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El Santo Grial y otros misterios de la catedral de Cuenca

Desde el milagro de la luz a los armadillos esculpidos en sus capiteles, la catedral conquense, primer templo gótico de Castilla, encierra muchos secretos

Interior de la catedral de Cuenca. / Guillermo Román

Interior de la catedral de Cuenca.

Cuenca

La catedral de Santa María y San Julián es el templo principal de la ciudad de Cuenca. Inspiró su construcción la esposa de Alfonso VIII, Leonor de Plantagenet y se considera, junto a la de Ávila, la primera catedral gótica de Castilla. Las obras se iniciaron en el año 1196 y se finalizaron en el año 1257 aunque, como la mayoría de los edificios religiosos, ha sufrido transformaciones a lo largo del tiempo. En su interior alberga misterios. Uno de los muchos constructores fue Juan De Herrera, quien hizo el trazado del nuevo claustro, amante del conocimiento y los números mágicos, muy dado a no dejar a simple vista esa simbología secreta. Historias y mitos que hacen que incluso Nostradamus profetizara una salvación al fin de los días dentro de este templo. Lugar donde quizá se custodió el Santo Grial o, como algunos defienden, se encuentra a día de hoy oculto entre sus muros. De todo esto y de otros misterios, hemos hablado este martes en Hoy por Hoy Cuenca en la sección Misterios conquenses con Sheila Gutiérrez y Miguel Linares.

El Santo Grial y otros misterios de la catedral de Cuenca

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Uno de los primeros misterios que nos llaman la atención de la catedral sería la teoría en la que apoya y fundamenta Rodrigo de Luz Lamarca, doctor en Arquitectura, que publicó más de una veintena de libros sobre temas conquenses y defendió la tesis de que el principal templo de la ciudad fue cuna del gótico castellano e ideado para la custodia del Santo Grial, quien en una profunda investigación, remontándose al origen templario de la catedral, casi pudo asegurar que fue construida sobre una iglesia paleocristiana atribuida al apóstol Santiago, que, teniendo en cuenta el nombre de la ciudad, la antigua Conca se identifica con "concha"-, y le hacía pensar que lo que verdaderamente buscaba el apóstol no era Compostela, sino Cuenca, y que es ahí donde debería finalizar el Camino de Santiago.

Interior de la catedral gótica de Cuenca.

Interior de la catedral gótica de Cuenca. / Guillermo Román

Interior de la catedral gótica de Cuenca.

Interior de la catedral gótica de Cuenca. / Guillermo Román

Además de todas las joyas arquitectónicas y simbología religiosa que nos encontramos tanto en el interior como en el exterior de la catedral, tenemos que reseñar algunos detalles que a veces pasamos por alto. Tenemos que recordar que descubrimiento de América, en el año 1492, motivo de inspiración durante la construcción de la catedral para que esculpieran animales propios de las nuevas tierras descubiertas, añadiendo una simbología especial ya que todo los motivos que se representan son de tipo fantástico, mitológico, donde figuras humanas, se intercalan iconos de tipo vegetal como hojas, tallos, frutos y vástagos serpenteantes a lo largo de los tallos.

Lo curioso, y algo que distingue a la de Cuenca de otras catedrales, es la representación de esos animales que, sin ser conocidos en Occidente, están presentes en sus arcadas góticas de finales del siglo XV. Estamos hablando del armadillo, el pez globo y la tortuga marina. Imaginaros el poder observar animales, criaturas que ni siquiera pensaban que existían, algo que aunque no muy misterioso si es para reseñar.

La nueva Jerusalén

Muchas y fallidas han sido las profecías y predicciones sobre el fin del mundo. Raro es el año que no tenemos por lo menos seis apocalipsis, pero cuando uno visita la catedral de Cuenca debemos saber que quizá nos encontramos en el único lugar del mundo que albergara la salvación de los desesperados y elegidos. Existen estudios que han hecho referencia de las similitudes entre el libro del Apocalipsis y la profecía de Nostradamus, donde ambos documentos se refieren a un templo en el que al final de los tiempos el que allí se cobije se salvará.

El número doce es una de las similitudes que nos encontramos. El número doce es un número relacionado con la armonía, la pureza, la perfección y la unión del cuerpo y mente, doce son los signos del zodiaco, también utilizado para medir cuerpos celestes, es el número grupal por excelencia en la mayor parte de las culturas, con un significado relacionado con la simbología religiosa, ya que tiene mucha presencia en la biblia ya que aparece en varias ocasiones como es el caso de los doce apóstoles, los doce frutos del Espíritu Santo y así como las doce veces que Jesús apareció una vez muerto entre nosotros.

Pero la mayor referencia en símbolos que encontramos tanto en la catedral como también los descritos en el Apocalipsis y en la explicación que se hace de la Nueva Jerusalén, se encuentra en la puerta de la de salvación, "tenía doce puertas; en las doce puertas, doce ángeles..." ¿Nos suena verdad?

Y nos suena porque en la iconografía de la catedral de Cuenca encontramos doce huecos del triforio y doce los ángeles que se corresponden a la promesa apocalíptica, donde uno de esos ángeles sonríe y tiene en su seno una copa, mientras el resto están serios y con un libro en la mano, por lo que cree que allí se oculta uno de los mensaje sobre el Grial escondido y pieza fundamental para la salvación.

El templo conquense guarda en su interior varios misterios.

El templo conquense guarda en su interior varios misterios. / Guillermo Román

El templo conquense guarda en su interior varios misterios.

El templo conquense guarda en su interior varios misterios. / Guillermo Román

El Santo Grial

Antes hablamos de Rodrigo de Luz Lamarca quien defendía la tesis de que la Catedral era un templo inspirado y concebido para la custodia del Santo Grial, vinculado a la orden templaria, al culto y al mito del Apóstol Santiago. Pero no es el único que siempre defendió la catedral de Cuenca como lugar donde se albergó y quizá albergue el Santo Grial, el recipiente usado por Jesucristo en la Última Cena, posteriormente usado por José de Arimatea, quien lo utilizó para recoger la sangre y el agua emanadas de la herida abierta por la lanza del centurión en el costado de Cristo, que más tarde, en Britania, estableció una dinastía de guardianes para mantenerlo a salvo y escondido.

Cuenca cuenta con toda una serie de señales que nos llevan al pensamiento de que el Grial a lo menos estuvo por un tiempo en nuestra ciudad. Lo vemos en el paso de los templarios quizá custodiando uno de los objetos de poder por excelencia, en las profecía de Nostradamus donde predice el fin de la existencia, hecho que predijo para el año 3797, también lo encontramos en la interpretación del escudo de Cuenca donde figura una copa, y sobre esa copa, aparece la estrella de 8 puntas, quizá representando la copa divina.

Pero esto no sólo lo pensamos nosotros y miles de turistas que visitan la catedral quizá con la esperanza de encontrar alguna señal. Existe una leyenda que nos narra que la hija del Rey de Aragón Jaime I viajó a Cuenca en busca de una cura para su delicada salud.

Constanza de Aragón tuvo muy mala salud desde los 14 años, fue desahuciada por sus médicos, una noche se quedó dormida rezando y pidiéndole a Dios que la sanase. En el sueño se le apareció San Julián, patrón de Cuenca, quien la aseguró que se curaría de sus dolencias si visitaba la Catedral de Cuenca y si recogía una de las cestillas que había dejado allí (la cesta es uno de los símbolos del Grial) y que una vez en sus manos sanaría de inmediato. Así lo hizo y recobró la salud, lo que hizo que pudiera casarse con su prometido, el rey de Sicilia Federico, electo emperador de Alemania en 1210. La emperatriz Constanza falleció y en su honor se amplió la Catedral, remodelación que sufragó por completo el propio Federico II.

Triforio de la catedral de Cuenca.

Triforio de la catedral de Cuenca. / Guillermo Román

Triforio de la catedral de Cuenca.

Triforio de la catedral de Cuenca. / Guillermo Román

El milagro de la Luz

Hay un fenómeno que ocurre dos veces al año en el interior de la catedral conquense. Del 19 al 22 de mayo y entre el 25 y el 28 de julio se produce el conocido como milagro de la luz en la Catedral de Cuenca, un espectáculo donde la luz es la protagonista, que ocurre 33 días antes y después del solsticio de verano y justo a una determinada hora.

El profesor e investigador José María Rodríguez fue quien llevó a cabo su estudio al que llamó “Manto de luz” donde dio a conocer este fenómeno donde nos explica: “El Sol alcanza su máxima declinación y durante varios días la altura máxima del astro rey no varía. Esto hace que sus rayos penetren en la catedral y se alineen con la girola y las vidrieras y a su vez con el óculo ubicado en la Transparente, centrándose su luz en puntos específico Puntos que no reciben luz de forma constante ni con una importancia relevante, sino que han sido elegidos por poseer una fuerte carga simbólica y bíblica.

Los rayos recaen sobre el arca donde residen los restos del patrón de la ciudad de Cuenca, San Julián, situada en ese mismo Transparente tras el Altar Mayor. Además, la luz de las vidrieras laterales va a parar con un haz lineal sobre el cuadro de la Resurrección de Cristo, adquiriendo un significado simbólico importante.

Como observamos la luz tiene un gran significado, nos rescata de la oscuridad aunque solo sea por un limitado espacio de tiempo, nos hace pararnos ante la imagen en la que se representa la resurrección de Cristo o la anunciación, incluso los 33 días antes y después del solsticio en que tiene lugar coinciden con los años que vivió Cristo en la tierra”.

 
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