El mancheguismo del escritor García Pavón, creador del detective Plinio
Desde SER Cuenca nos sumamos al centenario del nacimiento que está considerado como uno de los padres de la novela negra en España
Cuenca
En el espacio Páginas de mi Desván, que coordina José Vicente Ávila, y que se emite cada martes en Hoy por Hoy Cuenca, nos sumamos al centenario del escritor manchego Francisco García Pavón que presumía de mancheguismo por todos sus poros y lo desarrollaba en sus cuentos, novelas y relatos, pues amén de otros géneros literarios. Está considerado como “el padre de la novela negra”, creador de un popular personaje como Plinio que tuvo hasta su propia serie en TVE en los años 70.
El mancheguismo del escritor García Pavón, creador del detective Plinio
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“Somos la tierra más universal de España”. Esta frase, que es una de las más acertadas que se han dicho sobre nuestra región, la pronunció el escritor manchego Francisco García Pavón en la entrevista que José Vicente Ávila le hizo en Madrid en febrero de 1973, con motivo de celebrarse la I Semana de Estudios Regionales de Castilla La Nueva, y el hecho regional autonómico aún era un sueño.
Una frase tan definitoria que estos días ha salido de nuevo a la luz en la prensa regional al recordar al escritor tomellosero, dado que este año se celebra en Castilla-La Mancha, y de manera especial en Tomelloso, el Centenario del nacimiento de Francisco García Pavón, cuyo pistoletazo de salida se dio el pasado 25 de febrero con la firma del protocolo de colaboración de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, la Diputación de Ciudad Real y el ayuntamiento de Tomelloso.
Al escritor Francisco García Pavón, que nació en Tomelloso el 24 de septiembre de 1919 y falleció en Madrid el 18 de marzo de 1989, hace treinta años, tuve la suerte de conocerle y entrevistarle en febrero de 1973, con ocasión de esa ISemana de Estudios Regionales, organizada por los alumnos del Colegio Mayor Universitario “Juan Luis Vives” de Madrid, ya que en esa residencia estudiantil pronunció una conferencia sobre “La Mancha que vio Cervantes”.
Por aquel entonces, el nombre de García Pavón estaba en primera línea de la actualidad porque unos meses antes se había estrenado en TVE la serie “Plinio”, que contaba las peripecias del jefe de policía local de Tomelloso, que le auparon a esa fama que da la pequeña pantalla, sin que faltase la polémica. Pavón era una de las personalidades más conocidas de la cultura española, pues había ganado el Premio Nadal en 1969 y ya había sido finalista del referido premio en los años 1945 y 1967. Estaba reciente su libro “El rapto de las sabinas”, que obtuvo el Premio Nacional de la Crítica en 1969, que avalaban la trayectoria del gran escritor castellano-manchego.
Para mí supuso una experiencia inolvidable, pues yo tenía 22 años y me encontraba en Madrid haciendo la “mili”, pero como residía en Vallecas, al tener “pase pernocta”, podía enviar crónicas semanales a “Diario de Cuenca” para la serie que hice entonces “De Cibeles a Carretería”. En Madrid veía con cierta frecuencia a Federico Muelas, y Carlos Briones y Jesús Sotos en la revista “El Ruedo”, con la que colaboré, y estaba informado de la actualidad conquense en Madrid; por tanto pude acercarme al Colegio “Juan Luis Vives”, donde había algunos estudiantes conquenses como Jesús Cordente, Carlos Gimeno, el optense Carlos Uribes, Miguel Contreras o Dimas Ruiz, entre otros. Allí pude conocer y entrevistar a García Pavón y al guitarrista Segundo Pastor, mientras que Federico Muelas no pudo asistir por enfermedad.
Al presentarnos en una salita del Colegio, tras la interesante conferencia que pronunció ante buen número de alumnos universitarios, García Pavón, que entonces tenía 53 años, me comentaba que siendo estudiante en Tomelloso, el primer viaje que hizo en su vida fue a Cuenca y a la Ciudad Encantada, con una excursión del centro educativo, que nunca olvidaría, aunque luego volvió varias veces a nuestra capital y provincia, pues le resultaba una ciudad muy sorprendente, de la que le hablaban sus amigos y contertulios Federico Muelas y Meliano Peraile. La cordialidad y el paisanaje de García Pavón realmente me impresionaron por su sencillez.
La conferencia de García Pavón ante aquellos estudiantes universitarios trataba sobre “La Mancha que vio Cervantes”. Entonces no había aún espíritu de región. Fue una charla muy interesante, pues a García Pavón, encariñado con su querido Tomelloso, el pueblo de sus amores, compartido con otros paisanos como el pintor Antonio López y el escritor Félix Grande y el poeta Eladio Cabañero, a los que tuvo como alumnos en la Biblioteca municipal, le dolía el olvido de una tierra tan olvidada como incomunicada entonces. Su conferencia, basada en notas tomadas sobre la Mancha que Cervantes refleja en “El Quijote”, quería llevarla a un futuro libro. Particularmente me sorprendieron algunas frases, que comentaba con cierta rabia contenida y dolor en su expresión: “A la Mancha nadie la hace caso. Es una tierra humillada”, venía a decir quien tanto hizo en sus obras literarias por reivindicar las virtudes de la tierra manchega, aunque algunas cosas molestasen. Dado que García Pavón había hablado de “La Mancha que vio Cervantes” le pregunté al escritor que cómo vería el ingenioso Hidalgo aquella Mancha del año 1973 y así respondía:
La pregunta que me haces es bastante complicada. Supongo que si tuviera que hacer una parodia de cierto tipo de novelas posiblemente las situaría en la Mancha. Pues la Mancha sigue siendo la tierra que era antes y no es de las que gozan más consideración en el país.
Quise cambiar el tercio comentándole al escritor su cariño a la tierra de los molinos, contestando de esta manera:
Le tengo el amor natural, ya que nací en Tomelloso; allí me formé y mis vivencias más importantes son manchegas; yo las conservo y no tengo por qué arrepentirme. Lo que sí procuro es que ese amor hacia la Mancha no sea exagerado o, como se dice ahora, amor triunfalista.
Ante esa respuesta de amor acendrado a lo manchego, a la tierra que le vio nacer, le comenté a García Pavón que hablar de la Mancha lo era del Quijote, molinos, Dulcineas, Sanchos y por ello le inquirí al profesor que mostrase lo que más le gustaba de esas leyendas o mitos y entonces se movió como un resorte levantando un poco la voz para decir:
Mira, ya empiezo a estar cansado yo de tanto Quijote, de tanto Sancho y de tanta Dulcinea. Esto ya es un abuso y un folklore. Ahora todos los pueblos de la Región dicen: “Esta es la tierra de Cervantes. Por aquí pasó y tal y cual. Me gusta “El Quijote”, claro. Pero le doy más importancia a la manera de ser de la gente, su sencillez, el paisaje, esa condición de tierra inocente y descentrada y quizá un tanto humillada. A la Mancha nadie le ha hecho caso.
Ante esas afirmaciones, que a mí me sorprendían por su rotundidad, por tratarse de un personaje tan conocido entonces, le recordé: “No hace mucho que dijo usted en TVE que la Mancha era tierra de paso. ¿Cuál es el significado de tal afirmación? Esta fue su respuesta:
Pues sí, es tierra donde no se queda nadie. No se quedaba nadie antes, como he dicho en la conferencia, ni se queda ahora tampoco. El turismo va a Andalucía, Madrid o Levante. La Mancha la utilizan para mirarla con la mano encima de la frente, para echar un sueño hasta llegar al paisaje más ameno a las ciudades más divertidas. Somos la tierra más universal de España, pero donde nadie se para.
En aquellos años el turismo empezaba a estar en boga y en la película “El turismo es un gran invento”, el alcalde protagonista, otro Paco, Martínez Soria, quería convertir su pueblo en centro turístico. En ese aspecto le decía al escritor que “si la Mancha es tierra de paso, es porque no está bien promocionada… y su respuesta venía a ser el reflejo del mensaje de la película, alejada del sentimiento cultural.
No es que no esté bien promocionada. Lo que sucede es que el turista viene a pasarlo bien y en la Mancha sólo se pueden ver cosas pequeñas. El turista viene a las playas de la Costa del Sol, a Palma, a Madrid, a divertirse. A la Mancha va el que tiene una curiosidad intelectual o por cuestiones de “El Quijote”. Es una tierra difícil para irse allí a darse la vida bomba.
¿Qué es la Mancha? ¿Qué provincias la representan y en qué tanto por cierto, pues Albacete no pertenece a Castilla La Nueva? Interrogantes para García Pavón, que así opinaba:
De las cuatro provincias, la única que es totalmente manchega es Ciudad Real. Porque tanto Cuenca, Albacete y Toledo son un trozo de Mancha en sus respectivas provincias. Realmente el ombligo de la Mancha es Ciudad Real, lo cual ni es muy bueno ni es muy malo. Vamos, no es para enfadarse con las otras provincias por un trozo más o menos de tierra.
Hablando sobre la definición de Mancha o manchego, le comenté a García Pavón que como bien sabía, la provincia de Cuenca tenía tres regiones naturales, la Mancha, la Sierra y la Alcarria, y por tanto si notaba alguna diferencia entre un manchego de Ciudad Real y otro de Cuenca, en aquella época en que la relación era más lejana por la falta de un infraestructuras de transporte y más rivalidad que sentimiento regional:
“Cuenca es una región con mucha personalidad y bienvenida a La Mancha, porque completa su configuración de una manera muy bella. Diferencias o analogías grandes entre las costumbres y tradiciones no hay. La diferencia entre un manchego de Ciudad Real y otro de Cuenca no creo que sean excesivamente radicales”.
¿Quién conoce mejor la Mancha, los extranjeros por el “Quijote”, o los españoles que prefieren la playa…?, le pregunté al escritor de Tomelloso, que manifestó:
Hombre, yo creo que los extranjeros solamente conocen La Mancha que han visto en “El Quijote”. Nosotros, los manchegos, la conocemos muy bien, y algunos españoles, pero pocos… Como esta es una Región de la que nadie se ocupa, a mí me ha sorprendido mucho que en estos tiempos un grupo de estudiantes universitarios organizasen una Semana para dar a conocer a Castilla la Nueva, y en esencia a la Mancha. Es estupendo empezar a tener conciencia regional.
Cuando entrevistaba a Paco, el de Tomelloso, como le conocían en su pueblo, me decía que había publicado unos quince libros, y yo, un poco imberbe, le pregunté si hablaba en alguno de ellos de la Mancha y claro, casi salta del sofá.
¡Cómo no! Hay uno relativo a la historia de mi pueblo y un conjunto de trabajos que se titula “Estudios Manchegos”, esos dos están íntegramente dedicados a la Mancha. Luego tengo cuentos o novelas con pasajes manchegos. Por ejemplo, el guión de la serie de televisión “Plinio” se sacó de algunas novelas manchegas que fuí escribiendo, casi todo de la historia de Tomelloso.
Dado que la serie de “Plinio” estaba de moda le pregunté si la iba a llevar al cine como se comentaba.
De momento, no. Hasta que no se pase la impresión que causó en televisión no la llevaremos a ninguna parte. Que se quede “Plinio” en las páginas de los libros hasta que encontremos alguna fórmula para llevarlo a la pantalla grande. Me parece que fue Simenon quien dijo que tardó quince años en buscar un actor y un director que fraguasen bien sus novelas de Maigret. A lo mejor tardo también quince años en encontrar un actor y un director apropiados para “Plinio” en el cine.
Y es que la serie “Plinio”, pese la popularidad del personaje, se rodó en color y se emitió en blanco y negro, amén de que en los pueblos o pequeñas ciudades no gustan mucho los temas locales de “novela negra” o policíaca, aunque nada tenga que ver la ficción con la realidad. Las palabras de Pavón eran bien explícitas, así que como García Pavón había ganado el Premio Nadal en el año 1969 y en aquel año de 1973 era miembro del jurado, era obligado preguntarle por ese premio de las letras, que en su primera edición había ganado una mujer: Carmen Laforet. Así hablaba el escritor de Tomelloso sobre el “Nadal”:
Es el más antiguo de España y en él ha concursado la mayoría de los escritores que hoy hacen nómina en España (se refería, entre otros, a Gironella, Delibes, Elena Quiroga, Martín Descalzo, Carmen Martín Gaite, Ana María Matute, Fernandez Santos, José María Carrascal, etc.) Apuntaba García Pavón que hacía pocos días que a Miguel Delibes le habían hecho miembro de la Real Academia Española y que era por tanto el primer académico que había ganado el “Nadal”.
Incluso destacaba el escritor manchego que “en España cuando no había ningún premio literario apareció en el año 1944 el “Nadal”, que ha conseguido hacer una gran colección de novelas, quizá la más importante del país después de la guerra”. Por cierto, el escritor conquense Meliano Peraile, en un artículo titulado “Mis conversaciones con Paco García Pavón”, publicado en “El cardo de bronce”, cuaderno de poesía y Pensamiento de Tomelloso, en 1990, que dedicó un homenaje literario al escritor tomellosero, comentaba que había conversado bastante con García Pavón sobre literatura y sobre el cuento, y que a través de sus escritos había profundizado en el lenguaje local, en el habla popular, pues “gente que conoce el paño de la literatura tiene dicho que es la mejor manera de tocar lo universal”. Vamos a compartir lo que decía el escritor de Villanueva de la Jara:
En mis quince últimos años de docencia, solía decir a mis alumnos de literatura que la mejor manera de conocer la historia española del siglo XIX era leer las novelas de Galdós, y “La Regenta”, y, en lo tocante a la Segunda República y a la más próxima de las guerras inciviles de España, me dio por aconsejarles la vía recta para llegar a enterarse de veras, de lo ocurrido: echarse a los ojos los “Cuentos Republicanos”, “Los Liberales”, y “ Los Nacionales”, de García Pavón.
Mis muchachos afinaron su castellano en los cuentos de Paco; oyeron por primera vez y recobraron del olvido palabras que la ramplonería y la penuria del habla, de la conservación y de la literatura de estos últimos años han perdido para la mayoría. Recuperadas muchas voces, por su lecturas, empezaron a usarlas de inmediato: “requilorios”, “los cortes” (los pedazos de tierra), “majano”, “aparar”, “faltriquera”, “sicalípticas”, “ fornicarias”, “latinear”. Aprendieron de Paco y de memoria locuciones felices, hallazgos de expresión que, pronto, comenzaron a emplear, a tiempo y con tino y propiedad: “las mujeres del gremio de la ingle” ; “el colegio de la fornicación”, “ le traía algún presente”; “metedura de voz o desfine”; “procesión locaría” ; “el vino repuntado”; “estuche negro y gastado por el palpo lento y untoso”
Y se dieron cuenta cabal del tiento, la intuición y el ángel que pide el meterse a inventar palabras y el llegar a algo por el estilo de los inventos verbales de García Pavón. En mis clases –recordaba Meliano-- y en el colegio de mis alegrías y disgustos circulaban como oral moneda corriente sus “resobineos”, “latines responsarios” y “culichicos”…Palabras muy del uso de García Pavón en sus novelas y cuentos y en esos personajes de “Plinio” y “Don Lotario”, que encarnaron los actores Antonio Casal y Alfonso del Real, a quien por cierto entrevisté en el teatro-cine Xúcar.
La Biblioteca de Castilla-La Mancha rinde un pequeño homenaje al personaje de ficción creado por Francisco García Pavón en varias de sus novelas, que encarna a un detective preocupado por buscar, investigar y observar al ser humano en toda su dimensión. Con “Plinio”, la Biblioteca quiere emular al personaje ofreciendo una herramienta mediante la cual el usuario pueda buscar toda la información que la biblioteca pone a su disposición. Francisco García Pavón forma parte de la historia de Castilla-La Mancha. Cabe resaltar que el edificio de la Facultad de Letras de Ciudad Real, de la Universidad de Castilla-La Mancha, lleva su nombre.