Política

Trágica celebración del aniversario de la Segunda República en Vitoria

La Segunda República se proclamó el 14 de abril de 1931. Un año después en todas las ciudades se celebró el primer aniversario, también en Vitoria, donde la celebración tuvo un trágico final

Celebración en Vitoria de la proclamación de la República / Archivo Municipal / C. Yanguas / 1931

Vitoria

 El 14 de abril de 1932 se programaron en Vitoria una serie de actos para conmemorar el primer aniversario de la proclamación la República. Parte de la clase trabajadora menos favorecida no estaba conforme con los escasos avances sociales conseguidos por la República, así que, la conmemoración fue aprovechada, principalmente por el Sindicato Único (CNT), para protestar y mostrar su disconformidad.

Los actos dieron comienzo por la mañana en la Plaza de la República –hoy Plaza de España- con dianas, protagonizadas por las bandas municipal y la militar del Batallón de Montaña.

Cuando la banda municipal había llegado a la Plaza de la Independencia – hoy Plaza de Los Fueros- grupos de personas que había en la zona comenzaron a gritar a la banda “fuera” y “menos música y más pan”, mientras arrojaban piedras contra los músicos. El director de la banda Escoriaza dio cuenta de lo ocurrido al alcalde de la ciudad, Teodoro González de Zárate, quien ordenó que la banda continuase tocando a lo largo del recorrido previsto a pesar del incidente. Se reanudó la marcha y volvió a producirse un nuevo apedreamiento, tras el cual la banda optó por disolverse.

La banda militar, por su parte, puso completar su recorrido, sin más incidentes que algunos silbidos a su paso.

DESCUBRIMIENTO DE UNA LÁPIDA

A media mañana, precedida de maceros y atabaleros, la comitiva oficial con las autoridades se dirigió a la calle García Hernández número 9 – hoy calle Rioja-, donde se descubrió una lápida colocada en memoria del titular de la calle, Miguel Ángel García Hernández (1900-1930) que había nacido en dicha casa.

Se homenajeaba de esta forma a un capitán del ejército, que junto a otros compañeros, proclamó antes de tiempo la República en Jaca (Huesca), donde estaba destinado. Por tal acción fue apresado y condenado a muerte en juicio sumarísimo, y fue fusilado el 14 de diciembre de 1930, cuatro meses antes de la llegada “legal” de la Segunda República. En la placa colocada en la fachada del edificio, dedicada al homenajeado, figuraba la frase: “Vitoria, tu pueblo, al héroe de la libertad”.

El alcalde pronunció un discurso enalteciendo la figura de García Hernández, comparando “la España de 1930, en ruinas, con la de un año después, en que la libertad era un hecho.”

Finalizado el acto, al regreso de la comitiva oficial hacía el Ayuntamiento, a la altura de la calle Independencia varios grupos se dirigieron al cortejo, algunos al grito de “viva”, y otros al grito de “muera”. Finalmente intervinieron las fuerzas públicas para disolver a los manifestantes, lo que causó carreras y sustos.

BANDERA DE CARA Y CRUZ

Durante la jornada de conmemoración, ocurrió un incidente verdaderamente cómico que fue presenciado por numeroso público. En la Plaza de la Virgen Blanca, a uno de los balcones del segundo piso de la casa, que hacía y hace esquina a las calles de la Constitución – hoy Diputación- y de Pablo Iglesias – hoy Prado-, accedió un señor a colocar en él una colgadura, con motivo de la celebración de tan señalado día.

El periódico local Heraldo Alavés describe así lo ocurrido: “Empezó a sujetar la colgadura a los hierros del balcón, y de los grupos, muy nutridos, que había abajo salieron silbidos y voces de ¡fuera! Debió de producirle confusión la actitud de la gente, y no comprendiendo porque se gritaba así, hecho una mirada a la colgadura con la que quería engalanar su casa. Era de los colores nacionales de tiempo de la Monarquía; el rojo y gualda proscrito. Rápidamente comenzó a desatar la gala, y volviendo esta al revés, aparecieron en ella los colores de la bandera republicana.

Una carcajada general subrayó la operación, mientras el señor aludido apretaba los nudos, retirándose seguidamente. Entonces salió del grupo una voz potente que dijo: así, así, cara y cruz.”

LA CARROZA DE LA DIPUTACIÓN

Poco después del mediodía, salió de la Diputación una carroza a la cabeza de la cual marchaban los gigantes y “manetes” -cabezudos-, llevando cuatro chicas jóvenes banderas tricolores republicanas.

Al llegar la comitiva frente al establecimiento de ultramarinos de José Olariaga, en la calle Constitución –hoy Diputación-, un grupo de jóvenes se echó encima de los manetes, haciendo rodar a cuatro de ellos. Intervino la fuerza pública para disolver a los “alborotadores” haciendo a estos huir a la carrera.

El recorrido siguió siendo accidentado: “Al llegar la carroza a la Plaza de la Virgen Blanca los silbidos y los gritos de hostilidad de la multitud obligaron a la fuerza pública a intervenir de nuevo, desenvainando los sables y repartiendo varios golpes, resultando herido un joven de 10 ó 12 años, al parecer a consecuencia de haber caído al suelo. La carroza se detuvo en aquel sitio, lanzándose contra ella piedras que, afortunadamente no produjeron daño a las señoritas.

Continuó la carroza por las calles de San Antonio y de la Florida, para seguir por la Dato, hasta el Ayuntamiento. Al entrar en la Plaza arreciaron los silbidos y gritos, entablándose discusiones violentas a las que siguieron bofetadas reciprocas en abundancia, con movimientos de vaivén en los contendientes y en la aglomeración que allí había.”

Dado el cariz que tomaba el asunto, desde el balcón principal del Ayuntamiento, el edil Sr. Alfaro se dirigió a la gente tratando de calmar a los allí presentes, diciendo entre otras cosas: “Tenemos que defender la República hasta con nuestra sangre: los que estén contra nosotros no deben levantar la cabeza.”

Un griterío enorme impidió oír completamente la disertación del teniente de Alcalde republicano, pero no así otras frases malsonantes pronunciadas por parte de los presentes en la plaza.

Señala el diario Heraldo Alavés que “durante el ajetreo de la mañana, los gritos de Viva la República, se han mezclado con otros subversivos e injuriosos que no podemos reproducir, dirigidos a autoridades y personas.”

Estaba programada, por parte del Ayuntamiento, la salida de otra carroza, pero no pudo iniciar la marcha porque quedó inutilizada al partirse por la mitad. Hubo dudas respecto a que la avería fuera casual o provocada.

Durante la jornada, siete personas fueron detenidas y encarceladas acusadas de alterar el orden público. Cabe resaltar, como curiosidad, que entre los detenidos se encontraba José Mardones Llorente (1914-1969), que entonces tenía 18 años, un futbolista que con el tiempo adquirió cierta fama. Perteneció al Deportivo Alavés, Real Madrid y C. E. Sabadell y entrenó al C. D. Mirandés. Su yerno, José Luis Etxebarria “Coque”, fue también jugador del Deportivo Alavés.

POR LA NOCHE

Por la noche, en el hoy desaparecido kiosko de la Plaza de la República, la banda municipal de música comenzó su intervención programada con la interpretación de un pasacalle, tras lo cual comenzó a ofrecer una segunda pieza de bailables. En ese momento fueron lanzadas unas cuantas piedras al kiosco y los músicos asustados pararon de tocar. Los guardias persiguieron a los presuntos autores del apedreamiento, repartiendo algunos golpes con los bastones y, momentáneamente, se restableció la calma.

El kiosko de la Plaza de la República / Archivo Municipal/E.Guinea

Los músicos reanudaron el concierto y, de nuevo, se registró un lanzamiento de piedras, “alguna de ellas de un kilogramo”, lo cual obligó a la banda a suspender su actuación definitivamente.

Los guardias cargaron contra la multitud, en medio de un gran griterío, y la gente salió a la carrera abandonando la plaza por las cuatro salidas de la misma, las tres que hoy conocemos, más otra con escalera situada en la esquina noroeste de la plaza que hoy ya no existe.

 ASESINATO DE UN GUARDIA

Sobre las diez y cuarto de la noche, un grupo de ocho o diez personas salió de la plaza. Discutieron con varios guardias y se situaron en la entrada de la calle Constitución – hoy Diputación-, donde se encontraba el sereno Fermín Calvo, que se dirigió al grupo para disolverlo, aunque fue interceptado e increpado por los manifestantes. El sereno decidió sacar la pistola lo que provocó un aumento de la tensión. Las protestas arreciaron al pasar por el lugar un detenido, conducido por el subjefe Sr. Martínez de Marigorta y otro sereno.

Los guardias diurnos Fidel Perea, Juan Pablo Sáez y Eusebio Pérez Hermosa, aparecieron en la Virgen Blanca, tras haber finalizado su turno, y auxiliaron al sereno Calvo, disolviendo al grupo. Los manifestantes huyeron en dos grupos, por las calles Constitución, Pablo Iglesias y Plaza Virgen Blanca, siendo perseguidos los primeros por el guardia Juan Sáez y los segundos por Eusebio Pérez.

Fidel Perea se quedó acompañado del sereno Calvo, entre la puerta de la Droguería Buesa – hoy café El Mentirón – y la farola que se encontraba cercana a la esquina Postas-General Loma.

De pronto se oyó un disparo y el municipal Perea cayó pesadamente al suelo. Al parecer el disparo procedió de un grupo situado cerca de la entrada de la calle Constitución, cerca de la farmacia de Bulnes. El guardia cayó a dos metros de la farola. A falta de un vehículo para su traslado fue llevado a hombros al Cuarto de Socorro, donde ingresó cadáver.

Lugar del atentado / Archivo Municipal/ C.Yaguas

 El fallecido, natural de Bóveda de Valdegovía (Araba/Álava), llevada de guardia desde el 25 de febrero de 1931 y tenía 28 años.

En el Nuevo Teatro – hoy Teatro Principal- se estaba celebrando una función y , hacia las once y media de la noche, el teniente de alcalde, Tomás Alfaro, se subió al escenario para dar cuenta de lo ocurrido a los espectadores e indicarles que el espectáculo quedaba suspendido en señal de duelo.

Tras el atentado, en las calles Dato, San Prudencio y San Antonio, patrullaban fuerzas de la Guardia Civil a caballo y otras de seguridad y municipales en gran número y se cacheó a algunos transeúntes.

APAGONES

Hacia las nueve de la noche la ciudad registró varios apagones por falta de fluido eléctrico aunque, de pronto, se restableció el suministro.

Al día siguiente, el gerente de la Cooperativa de Electricidad daba cuenta de la causa del fallo eléctrico registrado. Cerca de Olárizu habían sido volados seis postes con dinamita, lo que produjo el corte en la línea. Estos postes pertenecían al tendido que, desde la localidad de Antoñana, surtía de electricidad a la Cooperativa. Otros siete postes habían sido derribados, también con dinamita, cerca del Alto de El Prado; en la línea que desde los saltos de agua de Berganzo y Pedruzo (Trebiño) suministraba la ciudad. Finalmente, en la tercera línea, que tenía la Cooperativa y que pertenecía a la empresa Ibérica, entre Vitoria y Zuazo de Vitoria, se encontraron cuatro postes astillados con dinamita, que se habían mantenido en píe y otros dos postes con cartuchos sin explotar.

Las dos primeras líneas quedaron inutilizadas y los efectos de ello se notaron en la central de la fábrica en Vitoria. La línea de Ibérica no sufrió interrupciones y gracias a ello se consiguió mantener el servicio.

EL GOBERNADOR

El Gobernador Civil, el señor Amelibia, señaló al día siguiente de los incidentes a los militantes y simpatizantes de la CNT como responsables de lo sucedido. La prensa recogió de la siguiente manera sus palabras: “En ningún lugar como aquí las autoridades han prestado tanta atención y celo al problema obrero, pero la CNT y los elementos anarquistas y comunistas han procedido, sin embargo, frente a esta atención con una conducta verdaderamente revolucionaria. Esos elementos perturbadores no tendrán derecho a obtener de nuestra parte ninguna clase de consideración ni simpatía. En vista de lo sucedido, me he visto precisado a proceder a la clausura del Sindicato Único y afirmo que mientras yo sea Gobernador Civil no volverá a abrirse el Sindicato Único, porque he `podido apreciar que más que una asociación sindical de reivindicación social es un pozo de rebelión y de conspiración contra el régimen.”

En dos días habían sido detenidas por la policía y enviadas a la cárcel un total de 42 personas.

DOS MUERTOS EN DOS MESES

La conducción del cadáver del guardia Fidel Perea, desde el Hospital de Santiago hasta el cementerio, fue una impresionante manifestación de duelo. Perea era el segundo guardia fallecido en acto de servicio en poco tiempo. Dos meses antes un sereno resulto muerto en otro atentado.

Siguiendo instrucciones del Gobernador Civil, se mandó colocar por toda la ciudad un bando, que se pegó en las paredes, y en el que se especificaba que quedaba prohibida la huelga prevista para el día 15 de febrero, advirtiendo que se tomarían medidas excepcionales para impedirla.

Hacia las tres de la madrugada de ese día, el sereno Clemente Foronda Sáez observó en la calle Correría que tres personas se dedicaban a arrancar de la pared el bando en cuestión y se dirigió a ellos conminándoles a que depusieran su actitud. Recibió como respuesta cuatro disparos que le causaron la muerte. El Archivo Municipal de Vitoria-Gasteiz conserva una imagen del cortejo en la conducción al cementerio del cadáver de este sereno a su paso por la calle La Paz.

Cortejo al cementerio / Archivo Municipal de Vitoria

Germán Dueñas Crespo nos ha facilitado una fotografía del álbum familiar, en la que aparece la plantilla de serenos de Vitoria, obtenida unos años antes de ocurrir los sucesos que aquí relatamos. El abuelo de Germán, José Crespo Pagola, que era entonces subjefe del cuerpo; es el primero de la izquierda en la primera fila.

Serenos de Vitoria / Familia Germán Duenas

 
  • Cadena SER

  •  
Programación
Cadena SER

Hoy por Hoy

Àngels Barceló

Comparte

Compartir desde el minuto: 00:00