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Cicerón en el Parlament

¿Qué les hubiera dicho el político, filósofo y orador romano a algunos de los diputados autonómicos que no repetirán en la próxima legislatura?

Cicerón en el Parlament

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Palma

Marco Tulio Cicerón fue un jurista, político, filósofo, escritor y orador en tiempos de la República Romana. Era un hombre preocupado por el deber y la virtud y es considerado uno de los más grandes retóricos y estilistas de la prosa en latín de su tiempo.

Ayer fue día de despedidas en el Parlament: ¿Qué les hubiera dicho Cicerón a algunos de los diputados que no repetirán en la próxima legislatura?

A Biel Barceló le hubiera recordado que “no hay momento de la vida que esté libre de deberes” y que “el primer precepto de la amistad es pedir a los amigos sólo lo honesto, y hacer por ellos sólo lo honesto”. Barceló no se hubiera callado: “Nada corre tanto como la calumnia, nada se lanza con más facilidad, se acoge con más presteza y se difunde tan ampliamente”. Ya vemos al ex vicepresidente tirando de ‘Catilinarias’: “La violencia, la injusticia, el furor de los malvados, han podido arrancarme y destruir otras cosas; pero no han podido ni podrán desposeerme del ánimo ni amenguar mi fortaleza”. El apretón de manos vendría con Barceló haciendo suya la frase de Cicerón: “No considero libre a quien no tiene algunas veces sus ratos de ocio”.

Cicerón le habría preguntado a Laura Camargo por la mala salud de hierro de su amistad con Alberto Jarabo: “La confidencia corrompe la amistad; el mucho contacto la consume; el respeto la conserva”. También le hubiera recordado Cicerón que “las enemistades ocultas y silenciosas son peores que las abiertas y declaradas”. Camargo se lo hubiera explicado: “Siempre la mala paz es mejor que la mejor guerra”. Y también le hubiera explicado el porqué de su estilo combativo en el estrado: “Son siempre más sinceras las cosas que decimos cuando el ánimo se siente airado que cuando está tranquilo”. Sobre su adiós de la primera línea en Podemos, Camargo le hubiera recordado a Cicerón que “es bueno acostumbrarse a la fatiga y a la carrera, pero no hay que forzar la marcha”.

A Xavier Pericay, Cicerón le hubiera sugerido el inicio de su primera Catilinaria para dirigirse a José Ramón Bauzá: “¿Hasta cuándo abusarás de nuestra paciencia? ¿Cuánto tiempo hemos de ser todavía juguete de tu furor? ¿Dónde se detendrán los arrebatos de tu desenfrenado atrevimiento?”. Quizá Cicerón se hubiera atrevido a decirle al diputado naranja que “No basta con alcanzar la sabiduría, es necesario saber utilizarla” aunque le hubiera consolado diciéndole que “No hay nada tan increíble que la oratoria no pueda volverlo aceptable”. Sin inmutarse, Pericay le hubiera replicado con una frase de Quintiliano: “Dilo con firmeza, pero finamente”, para volver a Cicerón: “Hablo, pero no puedo afirmar nada; buscaré siempre, dudaré con frecuencia y desconfiaré de mí mismo”. Ambos convendrían que "un hogar sin libros es como un cuerpo sin alma"

Nos queda la incógnita de si Biel Barceló, Laura Camargo y Xavier Pericay volverán algún día al Parlament para recordarle a Cicerón aquello que dijo él en su día: “Os expuse, senadores, el motivo de mi partida: ahora os expondré brevemente el de la vuelta, en que hay más que admirar”.

 

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