Santa María la Real de la Almudena
Junto a la actual catedral de La Almudena se encontraba hasta mediados del siglo XIX la iglesia homónima. A pesar de su pequeño tamaño, el estar junto al antiguo Alcázar de los Austrias y luego el palacio real de los Borbones la convirtió en un lugar de importancia real en la historia de la villa
Santa María la Real de la Almudena
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Madrid
Madrid nunca tuvo una catedral como otras grandes ciudades castellanas a lo largo de la Edad Media o la Edad Moderna. Pero por su cercanía al antiguo Alcázar siempre destacó la iglesia de la Almudena. Templo de pequeño tamaño según podemos ver en fotografías antiguas del siglo XIX, la tradición y, sobre todo, la leyenda del Siglo de Oro decía que bajo ella se encontraban los restos de un templo romano dedicado a Júpiter. Este dato nunca ha podido ser demostrado ni aquí ni en ningún otro enclave de la ciudad en donde no encontramos restos romanos.
Orígenes musulmanes
La iglesia se debió de levantar en el siglo XI sobre los restos de una antigua mezquita, reutilizando seguramente un enclave sagrado primitivo. Alfonso VI de León es quien mandó hacer estos trabajos. No hay constancia de templo romano ni siquiera de la mezquita.
Su cercanía al antiguo alcázar musulmán, luego Alcázar Real de los Austrias, justificaba la ausencia de catedral y especialmente que los reyes asistieran a misa a una iglesia tan pequeña. La distancia existente entre la antigua Almudena y el palacio real no va más allá de los 150 metros, lo que hacía posible, según cuentan las crónicas, que el propio Felipe II se lanzara a la calle, a veces en solitario, para entrar por una puerta secundaria existente junto a la torre de la iglesia para asistir a misa en privado. De ahí que la parroquia recibiera el apelativo de Santa María La Real de la Almudena.