El día de la madre del árbitro
Las interferencias de la Administración en el deporte han de ser mínimas, pero bienvenido sea el castigo, más duro al señalar al infractor que al condenarlo a pagar los 300 euros

"La línea roja" de Matías Vallés (07/05/19)
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Palma
El pasado domingo se celebró el día de la madre, de la madre del árbitro.
En una sanción pionera, el Govern impuso una multa de trescientos euros a un espectador que después de insultar al árbitro con el protocolario “hijo de...” le añadió el gravísimo “no vais a salir de aquí, os voy a arrancar la cabeza”.
Las interferencias de la Administración en el deporte han de ser mínimas, pero bienvenido sea el castigo, más duro al señalar al infractor que al condenarlo a pagar los 300 euros.
Se pensará que la cantidad es módica, y que la calificación de “infracción leve” queda por debajo de prometerle a alguien un trasplante de cabeza, pero la ejemplaridad gana efectividad con la notoriedad del agresor verbal y el escarmiento por escarnio público.
No hace falta considerar terrorismo cada barbaridad emitida por la garganta de un ser humano, ya sea un hooligan o un Valtonyc.
Se trata de que los maleducados se conviertan en un estorbo para los clubes, lo cual no se ha logrado todavía en las grandes marcas de Primera.
Por eso saldré siempre en defensa de los insultados en el campo que cobren menos de un millón de euros.
Los que cobran más de un millón, que se defiendan solos.




