Madrid salva al PP de Casado
El partido se deja casi 350.000 votos, pierde en la Comunidad y en la región, pero las sumas del tripartito de la derecha les permitirá apartar a Manuela Carmena y mantener cuatro años más la Comunidad de Madrid
Madrid
Madrid digiere este lunes los resultados electorales del 26-M. Digestión pesada en la izquierda madrileña, que comenzó la noche electoral acariciando el cambio y terminó perdiendo el Palacio de Cibeles. Se quedó otra vez a un paso de alcanzar el gobierno de la Comunidad de Madrid que se resiste desde 1995.
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Fragmentación y movilización
El divorcio entre Iñigo Errejón y Pablo Iglesias no solo desató anoche una guerra entre unos y otros en las redes sociales. La disputa en la plaza pública virtual esconde dos problemas de fondo. El primero salta a la vista. La fragmentación ha matado electoralmente a la izquierda. Podemos e Izquierda Unida se estrellan en la Comunidad y el concejal crítico de Manuela Carmena, Carlos Sánchez Mato de despoja de cualquier responsabilidad en la derrota del bloque de izquierdas. Mato se queda fuera de la próxima corporación municipal pero ni sus votos hubiesen sido suficientes para lograr esa suma. Faltaron ganas y movilización y cómo señalaba anoche un analista político, Madrid: "Se ha pegado un tiro en el pie".
La derrota más dulce
Pablo Casado salva los trastos con su peor derrota en Madrid. Pierde en la Comunidad y en el Ayuntamiento, donde Aguirre, que no llegó a gobernar en 2015, sí fue el partido más votado entonces. El PP pierde casi 350.000 votos y aunque mantiene la segunda posición sufre un retroceso desconocido en décadas.
Casado se libra gracias a la suma con Ciudadanos y Vox. Todos hicieron un esfuerzo en campaña por darse pero no matarse porque las tres fuerzas políticas de derechas sabían que se necesitaban mutuamente el día 27. Ninguno de los tres, en realidad ha cumplido sus objetivos individuales. El PP ha obtenido un mal resultado, Ciudadanos no logra el 'sorpasso' y Vox no logra ser algo más que el tercer acompañante en un tripartito que confirma el giro a la derecha en la capital.
Ayuso y Almeida eran dos apuestas personales de Casado. Y el logro del presidente del PP es doble porque, con estos resultados, cierra la vía de agua de las críticas externas y retiene el poder por una temporada en un partido, en el que el sector crítico afilaba ya los cuchillos para acabar con él.
¿Seguirá Gabilondo?
Con una segunda derrota consecutiva, parece complicado que el candidato socialista, que ya se pasó cuatro años en la oposición, vaya a continuar cuatro años en el banco de la oposición. Él, abierto al diálogo, es el primero que sabe que ese acuerdo de consenso es imposible en este escenario. Su voluntad es poner su puesto a disposición del partido y lo haga o no de manera inmediata, no parece que vayamos a verle mucho tiempo en los pasillos de Vallecas.
El PSOE debe tomar nota porque el buen resultado nacional y en los municipios del sur ha servido de poco a la hora de lograr el éxito en la región. La papeleta es fina porque difícilmente encontrarán en el banquillo, un recambio con el rigor y la entereza de Gabilondo. ¿Otra crisis en el Partido Socialista de Madrid?
Errejón desató la división
La fractura de la izquierda se inició con el divorcio político entre Errejón y Pablo Iglesias. La ruptura de Podemos y el ticket electoral con Manuela Carmena han terminado por partir a toda la izquierda y dificultar esa suma. Es un misterio saber si Errejón se va a quedar cuatro años en la oposición y si la esperanza de la izquierda que nació el 15-M es capaz de reconstruirse o está condenada a integrarse en el PSOE o quedar como una parte residual similar al papel que ha jugado históricamente la vieja Izquierda Unida.
En definitiva, la corriente roja que ha salvado los ayuntamientos del sur, no tiñó tampoco esta vez las dos principales instituciones de la región, que el PP quiere utilizar para curar la herida profunda de las generales. Anoche, muchos en el Partido Popular, creían estar viviendo un sueño. Muchos jamás imaginaron acabar la noche celebrando una fiesta en Génova. De hecho, ni habían pedido la tarima del balcón en el que los populares han celebrado sus victorias.