El sacerdote meteorólogo
A nadie le extrañaría que los hombres y mujeres del tiempo se asomaran desde la pantalla al salón, para preguntar qué tiempo queremos hoy

"La línea roja" de Matías Vallés (03/06/19)
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Palma
No podría adivinar cuál es su plan para hoy, pero estoy seguro de que incluye una visita al meteorólogo.
Solo el teléfono móvil es más adictivo que el conocimiento hora a hora de la evolución de la temperatura, de la nubosidad y de los vientos.
Desde que los sacerdotes pasaron de moda, se ha dicho que su profesión viene ejercida por los psicólogos, a veces por los cocineros.
Sin embargo, el auténtico confesor del siglo XXI avanzado es el mago de las isobaras.
Teniendo en cuena que nada hay tan imprevisible como la evolución del tiempo, sorprende que el meteorólogo sea la única verdad variable a la que volvemos continuamente.
En la relación moderna con el meteorólogo, no solo se le atribuye el mérito de describir el tiempo y predecirlo, sino incluso de forzarlo.
A nadie le extrañaría que los hombres y mujeres del tiempo se asomaran desde la pantalla al salón, para preguntar qué tiempo queremos hoy.
Ni siquiera el batacazo de la Agencia Estatal de Meteorología en la torrentada de Sant Llorenç debilitó nuestra fe en los meteorólogos, aunque ahora les tenemos más miedo.
Al desdeñar el cambio climático administrado por la iglesia de la meteorología, Trump no solo está equivocado. También es el último ateo




