Madrid descubre el turismo de borrachera
Es bueno que se difundan las secuelas contaminantes del turismo de borrachera, y se nos reconozca cuando menos el valor

"La línea roja" de Matías Vallés (04/06/19)
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Palma
La final de la Champions fue tan aburrida que la atención se ha desviado hacia factores no futbolísticos.
Por ejemplo, Madrid ha descubierto en qué consiste el turismo de borrachera, una maldición balear que costaba explicar en los foros de la capital.
Los hooligans del Tottenham y el Liverpool montaron más escándalo que todo el procés catalán, pero menos que una velada cualquiera de agosto en Magaluf o en la Playa de Palma.
Sin embargo, los telediarios madrileños describían la violencia de muy baja intensidad como si los bárbaros se hubieran abatido sobre la capital.
Aun admitiendo que la visión de seres ingleses semidesnudos es terrorífica tanto en público como en privado, cabe hablar de una reacción excesiva en Madrid, que por lo menos permitirá que se entienda nuestro padecimiento cotidiano a escala estatal.
Los hogares y los bares madrileños cerraban sus puertas a cal y canto, temiendo por la integridad de los moradores y del mobiliario.
En cambio, en Balears se abren establecimientos dedicados únicamente a atender a los hooligans. Con notable rendimiento económico, a juzgar por su vigencia.
Es bueno que se difundan las secuelas contaminantes del turismo de borrachera, y se nos reconozca cuando menos el valor.
Una noche de caos en Madrid es una noche más en Magaluf.




