Ocio y cultura

La resaca del Sábado de Gloria

El encierro de El Torreón permite ofrece el triunfo a Borja Collado y a Miguel Aguilar. Aquilino Girón apunta pero no destaca

Borja Collado y Miguel Aguilar, a hombros en el último festejo del Corpus 2019 / Cedida por Carmen Moya

Cuando las puertas de la Plaza de Toros de Granada se abrían, a eso de las seis y cuarto de la tarde, en los tendidos efervescía la magia del toreo tomista. La cadencia y el compás de todo lo vivido en la tarde anterior. Los corrillos seguían alimentándose de los regüeldos que dejaban los lances y muletazos del diestro de Galapagar. La gente entraba a los toros con otro ánimo, con una sonrisa cómplice, esperando seguir encontrándose con el deleite que sólo la tauromaquia arroja. Esta vez, con la impericia de los novilleros que suplen cualquier defecto con el arrojo, la ambición y las ganas de triunfar.

A Aquilino Girón, Borja Collado y Miguel Aguilar le tocaba la dura labor de reponerse al éxtasis del Sábado de Gloria. Para ello, el maestro César Rincón – ganadero de El Torreón – preparó con cuidado una novillada de gran juego, rica en matices y justa de fuerzas. Sólo faltaba abrir el portón de los sustos para poner todas las cartas sobre la baraja y descubrir cómo la Fiesta de los Toros tiene la riqueza suficiente para cobijar tipos y formas distintas.

En cuanto Aquilino Girón salió a recibir al primero de capote y al verlo, más tarde, desarrollar y plantear la faena muchos parecieron tener claro que ese tipo de encierros no le van al torero de Baza. El utrero no fue un derroche de virtudes, cierto, descastado y sin ritmo en la embestida; pero Girón tampoco mostró una tauromaquia pulida y estética. Está claro, lo suyo no son toros comoditos, de caras toreras, de dulces y acarameladas embestidas. Lo suyo, a la vista de su actuación en Granada, es lo que lidia más allá del Pirineo: lo que muerde y embiste a un mismo tiempo. Un David que necesita de Goliat.

Mejor fue el cuarto, bien presentado, justito de raza de un notable juego. No terminó de entenderse Girón con él. Lo llevo a media altura para no intentar agotar al animal. Bien en las primeras tandas, para templarlo y no castigarlo en exceso. Pero casi injustificado que no probara por bajarle de verdad la mano y ver – como muchos pensábamos – que podría haber llegado rebosado en la muleta. Se llevó una fea voltereta al entrar a matar, suerte que realizó tirándose como una vela encima del bicho. No era el primer revolcón que se llevaba...¿no se tapó bien?, ¿no supo dejarle bien los trastos en la cara? El marrar con la espada le privó la Puerta Grande, que la granjeó por abrir la de la enfermería.

Nada que ver con Borja Collado. Sólo el verle andar por la plaza descubre otra realidad. Para ser torero no sólo hay que serlo, también parecerlo. Templó bien con la derecha en su primero y en el quinto, también desmayando la derecha, consiguió momentos brillantes. Lo demás, efectos y recursos. Toreo auxiliar para meterse al público en el bolsillo. Tiene su mérito, desde luego, pero nos quedamos con ganas de verle más procurando vaciar las embestidas que regaló el primero de su lote. En el quinto, apagado, buscó más el cortar la oreja que el realmente hacer el toreo de verdad pero es el fuelle que tenía el toro fue poco a poco diluyéndose.

El torero mexicano hizo gala de su origen y del toreo que se predica y practica en su tierra. Variados quites y un nutrido toreo auxiliar. Pero poco más. El buen tercero, aunque soso, se fue casi sin torear, sin habérselo llevado desde delante hacia más allá de la cadera. Y qué decir del sexto, el que más interés arrojó por su motor y su picante, por ese poquito de genio que bien podría haber sido para formar un verdadero lío. El propio Rincón, desde el callejón, movía de un lado al otro la cabeza. Se iba un gran toro con las embestidas colgadas del pitón.

Tiempo habrá para corregir pero que, mientras, no siga faltando la voluntad. Que la tuvieron. Pero más importante, mostraron personalidad. Que, visto lo visto, no es poco.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de Toros de Granada. Novillada con picadores. Cuarta y última de abono.

Aforo: media plaza (6000 espectadores aprox.).

En tarde veraniega se han lidiado seis novillos de El Torreón, de correcta presentación y juego variado; blandos y justos de raza aunque nobles. Con casta el 6º y el 2º, aplaudido en el arrastre.

Aquilino Girón, de catafalco y oro: estocada contraria y caída (oreja) y tres pinchazos, media estocada atravesada y un descabello tras aviso (ovación)

Borja Collado, de chicle y oro: estocada (oreja) y estocada tendida (oreja)

Miguel Aguilar, de nazareno y oro: pinchazo y estocada contraria y delantera (oreja) estocada contraria y atravesada y tres descabellos (oreja).

Borja Collado y Miguel Aguilar salieron a hombros. Se desmonteró José Arévalo tras parear al segundo.

Durante la lidia del 5º, Aquilino Girón pasó a la enfermería donde fue atendido de un esguince de ligamento en la rodilla derecha.

 
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