En su país no lo harían
El desesperado cónsul británico se inventó que la proliferación de precipitaciones se debe a que en su país no hay balcones, así que sus descuidados compatriotas dan un paso al frente

"La línea roja" de Matías Vallés (01/07/19)
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Palma
Durante décadas nos engañamos a nosotros mismos diciendo que el turismo de borrachera y balconing se debía a que importábamos a los peores hooligans de Europa.
Sin embargo, los monumentales ingresos de los hoteleros les permitieron reconvertir sus establecimientos, elevándolos de categoría.
Pese a ello, no desaparecieron las plagas bíblicas que sintetizamos en el desgraciado ‘balconing’.
Así fue como Balears descubrió que existía el turismo de borrachera de lujo, que hacía el mismo daño pero a mejor precio.
La conclusión era inmediata, en su país no lo harían, allí se comportan conforme a las reglas.
El desesperado cónsul británico se inventó que la proliferación de precipitaciones se debe a que en su país no hay balcones, así que sus descuidados compatriotas dan un paso al frente.
Las hipótesis ridículas no resuelven el doble golpe que ha recibido Balears, donde la proporción más publicitada de sus turistas viene precisamente para cometer las infracciones que jamás se permitirían en sus lugares de origen.
En estas islas sin ley se sienten liberados de su compromiso con la civilización.
No nos respetan, el mensaje que nos llega de Madrid, de Berlín o de Londres.




