Sobre políticos ególatras, ambiciosos y marionetas, por Pepe Belmonte

Murcia

Sobre políticos ególatras, ambiciosos y marionetas

Lo escribió un poeta alemán del siglo XIX llamado Heinrich Heine: “La vida y el mundo son el sueño de un dios ebrio que escapa silencioso del banquete divino y se va a dormir a una estrella solitaria, ignorando que crea cuanto sueña”.

Y razón no le falta si nos atenemos a los acontecimientos políticos, que, tanto en nuestra Comunidad autónoma como en el panorama nacional, estamos viviendo.

Hace unos días escribí un tuiter en el que manifestaba, en tan corto espacio, que la derecha española sabe apretar sus filas cuando es necesario, dando así una verdadera lección de entendimiento a una izquierda cainita y saturnal.

Con lo de saturnal no me refería al planeta Saturno, sino a ese dios pintado por Goya que, de manera cruel y salvaje, devora a su hijo sin contemplaciones.

En el contexto nacional, Pablo Iglesias, una vez más, está haciendo el ridículo postulándose él mismo para formar parte de un futuro gobierno. Su afán ególatra está llegando a términos que rondan lo patológico. Su partido, si no permite finalmente la investidura de Sánchez, está a un paso de la autodestrucción.

En nuestra Comunidad Autónoma, Isabel Franco, la máxima representante de Ciudadanos, ha demostrado ser una auténtica marioneta, una líder sin personalidad, sin criterio propio, en manos de un Rivera que demuestra cada día una ambición personal que no tiene límites.

Sólo hace falta salir a la calle y poner el oído en un bar o en cualquier corrillo para escuchar, una y otra vez, que los políticos –los de nuestra Comunidad y también los de la nación española– sólo miran por su propio interés.

Son tahúres de una partida de ajedrez con la que nos jugamos el futuro, en la que el ciudadano de a pie, al que se le pide el voto, pero al que luego nadie escucha, se ha convertido en un peón al que sacrifican en la primera jugada.

Hace cinco siglos que lo dejó dicho Maquiavelo: “La política no tiene relación con la moral”.

Pepe Belmonte