Qué le hemos hecho a Rivera
Se suponía que sus fichajes eran para mejorar la percepción de Balears, no para denigrarla

"La línea roja" de Matías Vallés (23/07/19)
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Palma
La primera ocasión en que Albert Rivera citó ayer a Balears en el Congreso, la pasé por alto.
Se trataba de la mención de ordenanza, por el adoctrinamiento pancatalanista.
Era una patada a Pedro Sánchez en el trasero de nuestra comunidad.
A la segunda mención de Rivera a Balears, de nuevo negativa, ya repasé si le habíamos agraviado en alguna manera.
A la tercera y a la cuarta, mezclando a Balears con Otegi y una banda, decidí que el creador y casi único superviviente de Ciudadanos debió sufrir un trauma emocional en nuestras islas.
Un amor perdido, una intoxicación alimentaria, algo de mayor peso que una vulgar investidura.
Solo a la sexta mención a la infamia balear, por encima de cualquier comunidad excepto la insuperable Cataluña, decidí que se trataba de algo personal.
Y eso que Rivera incorporó a dos destacadísimos políticos locales, Juan Mesquida y José Ramón Bauzá, que han podido desarrollar una extraordinaria carrera política con base en estas islas.
Se suponía que los fichó para mejorar la percepción de Balears, no para denigrarla.
Ambos le habrán transmitido la evidencia de que insultar a Balears sale muy barato.




