Barracones para turistas

Palma

Balears acogió a más de cinco millones de turistas durante el mes de agosto.

Es decir, cada día había un millón largo de extranjeros felices de pernoctar en la comunidad.

No, aunque parezca un milagro, no durmieron en barracones.

Se acomodaban en hoteles primorosamente reformados, con camas limpias y, a menudo, con las mejores vistas que Balears puede ofrecer.

Si se considera ofensivo plantear incluso que la planta hotelera incorpore barracones, ¿cómo se puede consentir que una porción significativa de los alumnos locales se eduquen en las aulas prefabricadas?

Balears forma a unos doscientos mil jóvenes, cinco veces menos que los extranjeros bulliciosos que acoge a diario en agosto.

La sola insinuación de que los alumnos no pagan es una falsedad delictiva.

El ciudadano medio abona unos diez mil euros al año por veranear doce meses en Balears, una cantidad apreciable.

El insulto a la colectividad que supone la institucionalización de los barracones va más allá del Gobierno de turno, ya que se sucede sin cambios con PP y PSOE.

Interpela sobre todo a los mayores beneficiarios de la industria local, ¿una sociedad formada en barracones es el resultado visible de esta actividad que tanto nos enriquece?