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El Cid se adueñó de la tarde de su despedida en Sevilla

Una estocada caída le privó de cortar la oreja de su primero, trofeo que sí logró tras una emotiva faena al quinto. Ponce y Manzanares, de vacío

Sevilla

La tarde de la despedida de Manuel Jésus 'El Cid' de la plaza de toros de Sevilla, en el segundo festejo de la Feria de San Miguel, tuvo al diestro de Salteras como gran y casi único protagonista desde la calurosísima ovación que le tributó el respetable una vez roto el paseíllo hasta la vuelta al ruedo a hombros del final antes de irse a pie por la puerta del patio de cuadrillas rodeado por los suyos y sus compañeros de cartel, Enrique Ponce y Manzanares. Entre ambos hitos, una gran faena al primero de su lote, malograda por una estocada baja, y emoción a raudales en el quinto para, ahora sí, cortar la única oreja de la tarde.

  • FICHA DEL FESTEJO
El Cid en un templado derechazo al segundo de su lote

El Cid en un templado derechazo al segundo de su lote / @maestranzapages

Pero emociones aparte, resulta que El Cid cuajó a la verónica al segundo de la tarde, saliéndose a los medios en cada lance para rematar en la misma boca de riego con media que acabó en molinete. Fue este el mejor toro de la corrida, aunque, justito de poder, se le midió en las dos varas que tomó. Sin probaturas y tras brindarlo al público, Manuel lo citó desde los medios con la muleta en la izquierda y se sucedieron los muletazos largos y templados para que arrancará el pasodoble a las primeras de cambio. El trasteo mantuvo el tono sobre la mano derecha y la pena es que el animal se acabó pronto, pero fue lo suficiente para que El Cid hubiera paseado una oreja de no perderla porque la espada se le fue baja.

Sí llegaría el trofeo en el quinto, al que recibió de nuevo templado y con gusto de capa pese a la escasa entrega del astado, rematando con dos bellas medias verónicas, una por cada pitón. No humilló nunca el de Toros de Cortés, que casi siempre embistió a la esclavina y le apretó de lo lindo al Lipi en la brega por el pitón izquierdo, pero, lo que son las cosas, el animal pareció tomar conciencia de que El Cid se despedía de Sevilla. Sin lugar a que hubiera ningún muletazo de probatura, la Banda de Tejera brindó sus sones al torero, el toro se animó a embestir con más nobleza de lo que lo habría hecho hasta ese instante y El Cid ligó un moliente, un farol y el de pecho, encendiendo la mecha de la emoción. Se mantuvo el tono alto gracias al temple del torero e incluso se vino arriba la cosa cuando, de una coz, el toro desarmó al de Salteras y le hizo hilo en un momento de enorme aprieto. La espada ahora sí cayó certera, aunque algo traserilla, y, de no tardar en doblar el animal -se adornó El Cid mientras lloraba de emoción sentándose en el estribo a la espera de ese momento-, estoy seguro de que se le hubiera pedido el doble trofeo. Al final quedó en una clamorosa oreja.

Revolera de remate de Enrique Ponce

Revolera de remate de Enrique Ponce / @maestranzapages

Entró Enrique Ponce en este cartel en sustitución de Roca Rey y, viendo la profesionalidad de este torero, es una pena que su lote le diera tan escasas opciones. Salío muy frío su primero, que solo despertó en el caballo de picar de José Palomares para después mostrarse soso y distraidillo en la templada muleta del valenciano, quien, echando el paso "alante", con la voz y el toque preciso pudo enjaretar un serio trasteo rematado con estocada caída y atravesada. Al cuarto, parado de salida, se fue a buscarlo a los medios, tragando de lo lindo Ponce cuando el animal se frenó y le amagó en el capote para finalmente lancearlo con gusto. Entre que fue protestado por parte del público y su escasa transmisión, solo Ponce pareció echarle cuenta a este toro, insitiendo en vano y pegándose un arrimón que pocos le agradecieron antes de despacharlo de una estocada atravesada.

Manzanares en un honodo derechazo a su primer oponente

Manzanares en un honodo derechazo a su primer oponente / @maestranzapages

Más oficio que lucimiento tuvo el recibo de capa de José María Manzanares al tercero de la tarde, un toro que de salida echó las manos por delante. Llegó el animal a la muleta con cierta movilidad, aunque con escasa clase. Fueron templadas las primeras series sobre la mano derecha, bajando al natural un trasteo para el que el toro no fue ni muchos menos agradecido. Dos intentos en la suerte de recibir precedieron a la estocada desprendida final. Al sexto sí lo lució de capa, sobre todo en un lance a pies juntos por el pitón izquierdo y la larga de remate por ese mismo lado. El toro pareció aflojar en varas y llegó al último tercio exigente, sin rebosarse en la muleta del alicantino y desparramando la vista más de la cuenta, con lo que el torero optó por pasaportarlo de una estocada desprendida. 

 
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