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Un poltergeist en la plaza del Esparto

La plaza del Esparto es un antiguo rincón de la ciudad, situado al final de la calle Caballeros, famoso por los fenómenos paranormales que allí tuvieron lugar hace más de un siglo.

Callejeando

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Valencia

La plaza del Esparto se sitúa en la frontera entre el barrio del Carmen y el del Mercado, dentro de la ciudad árabe, muy cerca de la desaparecida muralla musulmana y la puerta de la Culebra (Bab al-Hanas). Se trata de un espacio cuya fisonomía no ha variado apenas en los últimos siglos, un pequeño ensanche, más que plaza, donde todos los jueves tenía lugar la venta de esparto. La Espartería, que abarcaba mucho más espacio que la actual plaza, acogía la industria de torcedores de esparto, cáñamo y yute, artesanos dedicados a la fabricación y venta de artículos como capazos, cuerdas, cordeles o espardenyes, muy apreciados y requeridos por los clientes del cercano Mercado Central. Su nombre histórico, Espartería o plaza del Esparto, a veces alternado con el de plaza de Anglesola, es tan antiguo como el propio comercio de este material. Bajo esta denominación aparece ya en documentos del siglo XIV.

Se trataba por tanto de un lugar concurrido, de paso, que además del mercado de esparto acogía la popular farmacia Cañizares, famosa por sus ungüentos milagrosos. Pero sin duda, el suceso que mayor renombre dio a la plaza fueron los hechos paranormales acaecidos allí en el verano de 1915, el primer caso documentado de un poltergeist en España.

La casa del Duende del Esparto, como así se le bautizó, en el número siete (ahora cinco) de la misma plaza, se convirtió en julio de 1915 en la primera casa encantada, reconocida así por los medios de la época que contaron con sorna y estupor las declaraciones de los vecinos y la intervención de la Guardia Civil y del Gobernador de la Ciudad. Todo empezó con unos ruidos nocturnos que no parecían tener una procedencia fija. Después más ruidos y golpes, ya diurnos y vespertinos. Sucesos inexplicables que procedían de este inmueble y que empezaron a causar terror entre los vecinos del barrio.

Atraídos por la curiosidad y por las noticias que propagaba la prensa, la gente se empezó a agolpar en la puerta de la casa para intentar ver o escuchar al ya famoso duende del esparto, pero era tal la excitación y el gentío que llegaron a ocurrir altercados entre la policía y los vecinos más exaltados. Tal fue la situación, que las autoridades tuvieron que acordonar la zona y buscar una solución rápida a estos sucesos. Por orden judicial se llevó a cabo una investigación dirigida por el arquitecto provincial y más de cuarenta hombres entre guardias de seguridad y técnicos. Se acordonó toda la zona, casas y calles colindantes, se practicaron escuchas con micrófonos en pilares y tabiques, se revisó el alcantarillado y se buscó infructuosamente el origen de los ruidos. Hasta que el 13 de julio de aquel año, casi dos meses después, los golpes cesaron para siempre, sin ninguna explicación lógica aparente y el caso fue cerrado.

El fin de los ruidos devolvió la tranquilidad al barrio, pero dejó abierta la incógnita de su origen y dio a luz la leyenda que todavía persigue a la casa del esparto. Durante aquellas semanas, la prensa especuló con la posibilidad (más que probable) que se tratase de un caso de subasta y propiedad del inmueble y que los ruidos fueran causados por algún vecino o familiar para amedrentar y persuadir en su compra, hecho este que no se ha podido comprobar. La casa de los Ruidos, la casa Misteriosa o la casa de Tócame Roque, así fue bautizado este edificio de la plaza del Esparto, para mito, gloria y regocijo del folklore paranormal valenciano.

 

 
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